El “Tigre de Turkestán “: G. I. Gurdjieff (Parte 2 de 2)

Profundos cambios

A principios de 1.912, llega un pasajero muy especial a Moscú. En su equipaje trae, nada menos, que un crisol ideológico que es: “al mismo tiempo cosmología, psicología, tipología humana, crítica semántica, epistemología, fenomenología de la conciencia y filosofía práctica”, según reza en su biografía.

… Más de veinte años había demorado Gurdjieff cristalizar y organizar los fragmentos del conocimiento adquirido: Ahora sí… Se sentía listo y preparado para congregar discípulos. Y lo hizo en su muy particular estilo. Recibía en las noches a los moscovitas disfrazados de “Príncipe Orsay; con turbante y batas de seda ricamente bordadas. Entre los invitados se encontraba una bella joven, la condesa Julia Osipovna Ostrowska, su gran amor, con quien permaneció casado hasta la muerte de ella.

Lentamente, se va formando un nutrido grupo de seguidores importantes, entre los que se destaca nada menos que P. D. Ouspensky, autor de ‘Vislumbres de la Verdad’.

Nubes negras en el horizonte… El año está marcado por más de una revolución sangrienta. En el aire hay olor a pólvora y la Primera Guerra Mundial no tarda en estallar.

Gurdjieff, harto del rugido de los cañones, a fines de 1917 se traslada a Essentuki, en Cáucaso. La nueva sede del Instituto para el Desarrollo Armónico del Hombre se repleta de alumnos. En largas e intensas jornadas practican danzas sagradas, telepatía, organizan caminatas y prueban su mano en las elusivas artes de tomar contacto con el “Más Allá”.

Mas entre Maestro y discípulo, de a poco, se abre una brecha y Ouspensky se independiza. De ahora en adelante sigue aplicando los valiosos conocimientos adquiridos, pero lo hace en su propio instituto. Eso sí, él y Gurdjieff siguen en contacto; no se trata de un alejamiento total e irreversible.

‘El cuarto camino’ se abre

Gurdjieff es ocurrente y habiloso: organiza una expedición en busca de dólmenes, (monumentos megalíticos), y parte con sus alumnos en un viaje peligroso y complicado que culmina en Tiflis, capital de Georgia, todavía en manos del ejército zarista.

Por tercera vez establece su Instituto en 1.919; lo siguen Madame Ostrowska, los Stjoerval y los De Hartmann y se agregan Alexandre y Jeanne de Salzmann. Pero…qué mala suerte… Las enseñanzas una vez más se ven interrumpidas, y por las nefastas condiciones políticas en Georgia, nuevamente tienen que poner pies en polvorosa, y esta vez no paran hasta llegar a Constantinopla.

Ouspensky ya está allí y no titubea un instante para confiar su propio grupo a su amigo Gurdjieff. Pero hay tamañas dificultades financieras, y un tiempo después Gurdjieff opta por irse a Francia.

Hay que enfatizar que, no obstante, de todos estos cambios bruscos, el “Trabajo”, (término con el que se denomina la práctica concreta de las enseñanzas del Maestro), se mantiene y el grupo continúa, ya que precisamente, el Cuarto Camino, vía evolutiva dentro de la cual se inscribe todo el trabajo del Maestro y sus discípulos, se desarrolla entre las tormentas de la vida cotidiana.

Los “filósofos del Bosque”

Así se les denominaba a estos estudiosos que vivían en Fontainebleau, al sur de París en una hermosa mansión de la aristocracia francesa, en medio de bellísimos parques y magníficos bosques. Ni cortos, ni perezosos, Maestro y alumnos, desde el amanecer hasta la noche, preparan las salas para los ejercicios físicos y danzas sagradas, construyen el teatro, los establos y la casa de estudios.

Estos extraños “filósofos del bosque”, suscitaban no pocos comentarios.

Especialmente conflictiva fue la muerte de tuberculosis, de la famosa escritora estadounidense Catherine Mansfield, ocurrida en Fontainebleau en 1923. La mirada de los intelectuales internacionales se enfocaba en el Instituto y los periodistas hacían públicas las voces de no pocos detractores.

… Se aquietan las olas adversas y de nuevo encontramos a Gurdjieff empleando la técnica de sobreesfuerzo, para “despertar” la conciencia dormida y mecánica de sus discípulos. Siguen las jornadas agotadoras: danzas, ejercicios, complicadas prácticas de concentración, meditación, ayunas…

El 13 de diciembre de 1.923, se realiza la primera representación pública de las danzas sagradas, en el teatro de los Campos Elíseos. ¡Triunfo! El sofisticado público parisino queda hondamente impresionado.

Comienza aquí una larga etapa de agitadas y sucesivas giras, por cierto muy extenuantes. Danzan en Nueva York y Chicago. El éxito es estruendoso y la crítica internacional se deshace en halagos.

Belcebú se hace presente

En el verano de 1.924 Gurdjieff sufre, camino a París, un accidente de automóvil casi fatal. Los médicos no dan esperanzas de vida, pero el agonizante milagrosamente se recupera, creando a su alrededor una atmósfera todavía más recargada de mística.

El accidente suma a Gurdjieff en una profunda crisis y resuelve dar rumbo distinto a su labor.

Cierra el Instituto y empieza a escribir su obra, ´Relatos de Belcebú´, dedicado a su nieto, una obra espiritual de ficción complicada y polémica.

Los siguientes años se cubren de nubes negras. En 1.926 muere su querida mujer, Julia Ostrowska. De mal en peor… Las cuantiosas deudas de Fontainebleau se acumulan, además la salud del Maestro está muy debilitada.

En medio de todas las dificultades, Gurdjieff hace esfuerzos para encaminar la producción de su libro, ‘Encuentros con hombres notables’ , que más tarde se llevaría al cine.

… Una vez más llegó la hora de hacer las maletas. El Maestro hace repetidos y frecuentes viajes a su Instituto en los EE. UU. Pero los alumnos escasean y finalmente, en 1933, pierde en definitiva la mansión que los albergó durante más de una década.

Vuelta a Ciudad Luz

De regreso a París, Gurdjieff se aboca a continuar su obra literaria y a emprender varios viajes, muchas veces con resultados negativos. Antiguos seguidores parten y nuevos discípulos llegan… El terreno es pedregoso, ya que debe limar asperezas que inevitablemente surgen en medio de tantos alumnos de origen, raza, nacionalidad y nivel cultural muy disímiles.

En 1.949, realiza su último viaje a los EE. UU. para supervisar la edición de sus libros. Vuelto a París, su salud empeora. En medio de supervisar la coreografía de su último “Movimiento” (# 39), se desploma y es llevado al Hospital Americano de Neuilly.

Rodeado de discípulos, falleció en la mañana del 29 de octubre de 1.949 y fue sepultado en Fontainebleau, Avon, junto a su madre y su esposa. Después del solemne entierro, Jeanne de Salzmann dijo a sus discípulos: “Cuando un Maestro como Gurdjieff desaparece, es imposible reemplazarlo”.