Escepticismo ante inminente “apocalipsis maya”

Ante la llegada de la fatídica fecha del 21-12-2012, en muchas partes del mundo se presentaron reacciones extremas por la creencia de un inminente “fin del mundo”, supuestamente pronosticado por las profecías de los antiguos indios maya, que fueron descifrados de calendarios y textos que datan del siglo IX. Esto sucede a pesar de que algunos recientes descubrimientos arqueológicos en Guatemala, que anteceden en varios siglos a los que dieron origen a las especies alarmistas, desmienten las versiones negativas anteriores, que aseguran la ocurrencia de una serie de catástrofes naturales en el planeta -coincidentes con el solsticio de invierno- y que podrían resultar en el fin del mundo. Según los textos descifrados, los trágicos eventos serían potenciados por grandes erupciones solares o el impacto de objetos cósmicos –asteroides, cometas e incluso planetas misteriosos- que destruirían toda vida en el planeta. Aparentemente todo se debe a versiones que calcularon que en esa fecha termina un ciclo del calendario maya de 5.125 años, conocido como “cuenta larga”, aunque hay sobrados indicios en los mismos jeroglíficos maya de que no se trata de un final, sino del comienzo de una era de prosperidad y un renacer espiritual, fenómeno que debería ser bienvenido y no temido. La controversia indica que existen muchas especulaciones debido a interpretaciones erráticas o interesadas de los documentos descifrados, o el simple oportunismo de personas alarmistas que buscan alguna notoriedad mediática.

Prevalecen las malas noticias

Pero las noticias negativas son más noticiosas y han prevalecido sobre las buenas nuevas, de modo que canales satelitales como Discovery, History y NatGeo han transmitido varios documentales mientras que de Hollywood han salido películas muy realistas al respecto, tales como la del ‘catastrofista” Roland Emmerich, titulado justamente ”2012”. Esto, sin contar los numerosos libros publicados en la última década sobre el popular tema. Las inquietudes de muchos terrícolas se han visto aumentadas por una serie de eventos catastróficos ocurridos en años recientes, tales como los terremotos en Chile, Haití, Irán, Italia, Indonesia, China y Japón, así como fuertes huracanes (los más recientes y destructivos en EEUU y Filipinas), con extensas inundaciones, heladas, incendios y sequías que se alternan en los cinco continentes. A esto se suma la incertidumbre causada por la crisis económica mundial, que está lejos de despejarse y amenaza con sumir en una fuerte recesión a muchos países. Esta conjunción de factores negativos ha dado más credibilidad a las profecías mayas, aunque éstas no tengan ningún fundamento, al menos a juicio de científicos que niegan la posibilidad de predecir tales catástrofes planetarias con siglos de anticipación, admitiendo sólo que el cambio climático –un fenómeno gradual ya comprobado- puede incrementar la frecuencia de desastres naturales y que las fuertes erupciones solares que se anticipan para inicios o mediados del 2013 puede afectar las comunicaciones o inhabilitar temporalmente las funciones de algunos satélites, algo que ya ha sucedido antes sin consecuencias mayores. Tampoco tiene fundamento la posible inversión de los polos terrestres por cambios en el campo magnético de la Tierra, supuestamente producido por dichas erupciones solares, ya que –de llegar a ocurrir- sería un fenómeno gradual que tardaría miles de años y que no seria tan catastrófico.

Disipando rumores

Sin embargo, a pesar de la confianza que emana de fuentes científicas o de entes de alta credibilidad como la NASA, en muchos países se prepararon nerviosamente para la fecha en que supuestamente ocurriría el llamado “apocalipsis maya”. Así, al acercarse el 21 de diciembre, se realizaron por doquier, compras nerviosas de alimentos, ropa y artefactos para amortiguar los efectos de lo que podìa venir. En Rusia los temores parecen mayores que en otras partes, pues en muchas ciudades se comercializaron al equivalente de unos US$30 “paquetes para la emergencia” con cosas indispensables como fósforos, velas, jabón, harina… y una botellita de vodka de ñapa para amortiguar el golpe. Asimismo, los medios moscovitas se vieron asediados por mensajes sobre el catastrófico evento, algo que ameritó en algunos casos comunicados tranquilizadores de parte de ministros y líderes políticos o religiosos. Por otra parte, en China se presentó el curioso caso de un ciudadano que -convencido de la inminencia de un desastre el 21 de diciembre- construyó a un costo de US$160.000 una moderna “arca de Noé”, un barco metálico de 21 metros con muchas comodidades y provisiones, que ayudarían a su familia a sobrevivir el terrible evento. En EEUU, donde también florece una variedad de cultos exóticos y movimientos “nueva era”, también abundaron los mensajes apocalípticos en los medios, ya que –según una encuesta- cerca de la décima parte de la población creía firmemente en la inminencia de un desastre. Algo similar ocurrió en los demás continentes, con una preocupación acorde con la prevalencia de credos supersticiosos, aunque pareció que en Latinoamérica eran más escépticos y apáticos ante esas especulaciones. Sin embargo, todo indicó que el 21-12 del pasado año fue un día muy agitado y noticioso en muchas partes del mundo, tal como ocurrió al final del siglo pasado, desviando la atención sobre problemas más reales y urgentes.

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