Inquietudes sobre el estado de las cuentas externas chilenas

La reciente publicación por parte del Banco Central de Chile relativos a los datos de la balanza de pagos del año 2022 presenta una serie de situaciones que son preocupantes.

En primer lugar, la cuenta comercial de la balanza de pagos – también llamada cuenta de bienes, que incluye los valores de las exportaciones y de las importaciones – señala que en el año 2022 se presentó un superávit en la cuenta señalada que ascendió a 3.807 millones de dólares, es decir, las exportaciones fueron mayores que las importaciones. La cuenta corriente, en cambio – que incluye otras cuentas además de la cuenta de bienes – arrojó un déficit superior a los 27 mil millones de dólares, lo cual es el déficit de mayor magnitud que se ha presentado a lo largo del presente siglo.

Las exportaciones siguen siendo mayores que las importaciones – 98.549 millones de dólares y 94.741 millones de dólares, respectivamente – pero exportaciones e importaciones se mueven a distintas velocidades, aun cuando ambas han llegado a los niveles más altos conocidos en la historia económica del país.

Si la brecha entre exportaciones e importaciones tiende a ser cada vez menor, o peor aún, si llegara a cerrarse o a hacerse negativa, eso significaría que se cerraría una de las fuentes de donde fluyen los dólares que el país necesita para múltiples otras necesidades. Quedan menos dólares disponibles, a menos que la caída en el superávit de la cuenta comercial se compense con otras entradas de dólares, provenientes de otras fuentes diferentes al comercio internacional de bienes, tal como la deuda externa o la inversión extranjera, por ejemplo. En otras palabras, lo anterior significa que estamos destinando una porción creciente de los dólares que nos entran por concepto de exportaciones a la compra de bienes importados. Eso no sería malo si las importaciones fueran mayoritariamente de bienes de inversión, que van destinados a incrementar la capacidad productiva interna del país. No es así cuando las importaciones se componen fundamentalmente de bienes de consumo. 

¿Es posible, por la vía de medidas de política económica, reducir o congelar el nivel de las importaciones de bienes de consumo? ¿Es posible importar menos bienes de consumo y más bienes de inversión? ¿Es posible ser selectivo en cuanto a los bienes de consumo que se importan? La respuesta institucional a dichos interrogantes es que todo eso es bien difícil, casi imposible, pues los tratados de libre comercio que tenemos firmados con media humanidad nos obligan a mantener abiertas nuestras fronteras comerciales y no prohibir la entrada de ningún producto proveniente de otro país con el cual tengamos un TLC firmado y vigente. 

Además, tampoco se les pueden poner aranceles elevados a algunos productos, para desincentivar su consumo, pues los TLC obligan a la vigencia de aranceles iguales a cero. Tenemos que seguir, por lo tanto, importando agua embotellada desde Italia o masa para hacer empanadas desde Uruguay, y mil cosas por el estilo. Para ser justos hay que señalar que la respuesta institucional también incluye que, gracias a esa libertad de importaciones, los productos que nosotros exportamos también gozan de libre acceso y de cero aranceles en los países con los cuales tenemos tratados comerciales vigentes. Esa situación parece, por lo tanto, inamovible, pero no lo es tanto. En un mundo rápidamente cambiante como el actual, es posible, en un proceso de sucesivas negociaciones, ir avanzando en reglas del juego distintas con muchos países, pues siempre habrá, en el campo político, diplomático o comercial internacional, procesos que implican negociaciones bilaterales o multilaterales donde es posible ir abriéndole espacio a las demandas de cada país. También los tratados vigentes suelen incluir cláusulas de excepción o de salvaguardia, que hay que conocerlas y utilizarlas más. Pero para todo ello hay que tener claridad y permanencia respecto a lo que se desea – es decir políticas de Estado, estratégicas, y no meramente coyunturales – y aprovechar cada oportunidad de ir avanzando en su consecución, milímetro a milímetro.

La balanza de pagos también muestra antecedentes sobre la compra y venta de servicios, sobre el monto que se paga por concepto de intereses de la deuda externa, del monto de las utilidades que obtienen en Chile las empresas extranjeras que aquí han invertido, y sobre muchos otros importantes asuntos de la economía nacional, pero de todo ello podemos hablar en otros artículos, pues éste ya toca a su fin.