IVIC estudia proteína del dengue para el desarrollo de vacunas

El mosquito patas blancas es el transmisor de la enfermedad

Los virus, además de ser mortales, pueden pasar desapercibidos en el organismo humano durante mucho tiempo. Tal es el caso del dengue, que a pesar de ser una infección de vieja data, no posee tratamientos específicos ni métodos de diagnóstico temprano que permitan atacar los síntomas desde su aparición.

El virus del dengue se transmite por la picadura del mosquito Aedes aegypti, mejor conocido como el «patas blancas». El cambio climático global, el crecimiento de la población y las fallas en los servicios básicos como el suministro de agua y la eliminación de residuos, han provocado la reaparición de esta infección vectorial cuya incidencia ha aumentado en los últimos veinte años.

Debido a esta situación, en el año 2006 el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas, (IVIC), estableció proyectos de cooperación con el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, (CIGB), de Cuba para desarrollar vacunas dirigidas al control y tratamiento de enfermedades emergentes, (recién descubiertas o en incremento en la población), y re-emergentes, (aparentemente controladas), con énfasis en dengue, hepatitis y VIH-SIDA. La iniciativa binacional se encuentra en su segundo año de ejecución y los responsables por parte del Centro de Microbiología y Biología Celular del IVIC son los doctores Ferdinando Liprandi, jefe del Laboratorio de Biología de Virus; y Flor Pujol, jefa del Laboratorio de Virología Molecular. Los experimentos involucrados combinan tecnologías científicas avanzadas como la biología molecular, la bioinformática y la virología.

Adiós al «patas blancas»

El dengue constituye un serio problema de salud pública por su tendencia a expandirse velozmente en países tropicales como el nuestro, donde las condiciones medioambientales hacen que los cuatro serotipos reconocidos hasta ahora circulen de forma simultánea.
En primer lugar, porque representa una seria amenaza para las naciones caribeñas como Venezuela y Cuba, donde se han registrado cuatro epidemias o brotes importantes en los últimos treinta años: 1977 y 1981 a nivel nacional; 1997 en Santiago de Cuba y 2003 en la Habana. En segundo lugar, porque hasta la fecha no hay una vacuna efectiva que induzca protección contra los cuatro serotipos del virus, el control del mosquito es costoso e ineficiente y no existe un método de diagnóstico capaz de detectar la infección a pocas horas de haber ocurrido la picadura del «patas blancas».

Un aspecto que se debe considerar al momento de evaluar el desarrollo de una vacuna anti dengue es la existencia de cuatro serotipos, (1, 2, 3, 4), lo que significa que la protección inducida hacia un serotipo no funcionará en otro. Es decir, si un paciente con dengue tipo 1 es vacunado, seguirá susceptible para los tres serotipos restantes. «El problema no es sólo que sigues susceptible, sino que si te llegas a infectar con uno de los virus del dengue del otro tipo, corres mayores riesgos de evolucionar hacia la forma más severa de la enfermedad» precisó el doctor Ferdinando Liprandi, jefe del Laboratorio de Biología de Virus del IVIC. De allí que el esquema más factible sea la creación de cuatro vacunas, una para cada serotipo.

El problema planteado por el equipo de expertos es entender el papel que desempeña una proteína -ubicada en la superficie del virus del dengue- en la respuesta inmunológica del paciente o huésped, y confirmar si efectivamente dicha respuesta induce algún tipo de protección contra la infección. «Uno de los instrumentos que disponemos son virus sintéticos, llamados clones infecciosos, que se pueden manipular genéticamente para usarlos con fines de vacuna o para tratar de responder dudas. Nosotros en Venezuela producimos los virus para ver si la respuesta inmunológica reconoce las modificaciones inducidas, mientras que la contraparte cubana chequea si la proteína modificada en laboratorio es reconocida por la respuesta inmune» explicó.

Esta información permitirá identificar qué secciones de la proteína son relevantes para generar una respuesta efectiva contra los cuatro serotipos del virus. Para ello, se están coleccionando sueros de personas infectadas con el fin de demostrar si las modificaciones provocadas al virus y a la proteína impactan la respuesta defensiva del paciente y de qué manera lo hacen.

Otro aporte importante del proyecto es la búsqueda de métodos de diagnóstico más efectivos que los utilizados en la actualidad, los cuales detectan la presencia del virus solamente al final de la fase aguda de la infección e incluso cuando los pacientes están convaleciendo. Es decir, es un método tardío «que permite confirmar la causa de la enfermedad. Normalmente no hay forma de saber sino después de cinco o seis días de la aparición de los síntomas» dijo el doctor Liprandi.

Hace dos años se lanzó un nuevo concepto en diagnóstico basado en la detección de una proteína del virus, (NS1), que entra en circulación sanguínea durante la fase febril de la enfermedad. «El virus se multiplica en varios tejidos del huésped y como producto de esa multiplicación entra en sangre una proteína viral. El sistema de diagnóstico está basado en detectar, en una muestra de sangre, la presencia de esa proteína», añadió Liprandi, lo que puede contribuir a controlar la enfermedad y sus manifestaciones más severas como la fiebre hemorrágica.

El método consiste en un estuche comercial que permite la detección de la proteína a través de un Ensayo Inmunoabsorbente Ligado a Enzimas, conocido como Elisa por sus siglas en inglés, (Enzyme-Linked Immunoabsorbent Assay). Existen dos versiones: una francesa y otra australiana «pero yo creo que en el futuro habrá más versiones de esta prueba, se va a universalizar, porque será el nuevo paradigma en el diagnóstico del dengue», señaló el especialista Su prueba de validación fue propuesta y auspiciada por la Organización Mundial de la Salud, (OMS), «y ahora la estamos validando, el primer punto es demostrar que este principio funciona, que el diagnóstico temprano es posible, y evaluamos su sensibilidad y especificidad. Al terminar, se puede recomendar su uso al Ministerio del Poder Popular para la Salud». Esta ampliación del proyecto está a cargo del doctor Álvaro Ramírez, investigador posdoctorante del Laboratorio de Biología de Virus del IVIC.

En el caso del virus del «patas blancas», la producción de vacunas es más complicada, porque en ningún animal es posible reproducir la infección en todas sus dimensiones. El modelo que más se le asemeja es el del mono, que no llega a desarrollar la enfermedad sino viremia, es decir, presencia de virus en sangre. Se ha utilizado como parámetro, pero está muy lejos de la manifestación clínica que se ve en el humano, tanto en su forma clásica como hemorrágica.

Fuente: http://www.el-nacional.com/

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