"Somos una fuerza pura, conviene aclararlo desde ahora y para siempre"–, diría el manifiesto que allí se convino en lanzar, como si se presintiera que en posibles encrucijadas, camino adelante, se producirían desviaciones. Concluía el manifiesto pidiendo la renuncia del dictador, y en la reunión se acordó entregárselo al pueblo de Cuba en las manos de un maestro de pensamiento y de conducta que por libertad y dignidad cubanas tenía alzada la voz acusadora, y que a ello fuese el estudiantado en masa absolutamente desarmado”.
El párrafo inicial pertenece a una novela que está cumpliendo 60 años de publicada. Es una de las obras menos leída de Rómulo Gallegos: “La brizna de Paja en el viento”, la primera que escribió sobre una realidad distinta a la venezolana, y también la primera que concluyó sin su amada esposa, Teotiste, fallecida en Septiembre de 1950 en México. Desde la dedicatoria del breve texto hace sentir el maestro su más honda evocación a su compañera de vida:
“A Ella, viva y perenne en la mejor aspiración de mi obra literaria, el último libro que junto a ella comencé a escribir”.
En toda la obra galleguiana se vislumbra ese enorme respeto que profesó a la mujer, a sus potencialidades y empuje. En esta novela, centrada en la Cuba de la década de los treinta y cuarenta del siglo pasado, ese tributo de alma es personificado en la voluntariosa Florencia Azcárate, la menor de seis hermanos de una dinastía poderosa en la isla.
Pero hay otro tema que toca el lúcido y penetrante talento del novelista caraqueño, la desviación que sufren los movimientos políticos, que dicen y pregonan reivindicar al pueblo y acabar con sus penurias y humillaciones, procesos que van degenerando en corrientes más corruptas y despiadadas que aquellas que quisieron execrar de las vidas de sus conciudadanos: Gallegos, que a su vez (1948) fue víctima de pasiones encontradas, destila con su urticante agudeza ese cuadro de tantas y tantas equivocaciones históricas, que dicho sea de paso , no son monopolio absoluto de Latinoamérica.
Esas desviaciones se siguen produciendo y hunden en el desamparo y el sufrimiento a densos sectores de la población. Para escapar de esos ciclos que maniatan y condenan por centurias, debemos elevarnos y dejar de ser esa “brizna” que se bambolea a merced de los huracanes y las promesas. Ser firmes, solidarios y racionales, generosos de espíritu y conocedores de las realidades y sus componendas. Ser, como afirmaba Whitman, personas que “nos elevamos deslumbrantes y tremendos como el sol”.
De cuando en vez es necesario releer las páginas de este escritor honrado y brillante, de ese ciudadano de ciudadanos que fue nuestro insigne maestro Rómulo Gallegos.
@jamedina1