“El Gobierno, a partir del año 2004, 2005
se dedicó a destruir la capacidad productiva
venezolana, a hostilizar a los productores,
a perseguir, a estatizar las empresas y
el resultado hoy es este gran déficit
en la producción nacional”
J. Guerra
Los economistas expertos en desarrollo productivo sostenido consideran, que el recientemente fallecido Presidente se centró en desmontar el modelo capitalista para incorporar el estilo de gestión del socialismo del siglo XXI, que -de acuerdo con el Dr. E. Gómez- tenía como objetivo fundamental la instauración de una sociedad comunista en el país, agregando la siguiente afirmación: “El mandatario fallecido puso contra la pared al sector empresarial y atentó contra la propiedad privada, ocasionando la destrucción –lenta, pero segura– total del aparato productivo venezolano”.
Muchos de ellos aseguran hoy, que el estilo de gestión que implementó el fallecido Presidente –y continuado por el actual proclamado Presidente– tiene como característico un persistente ataque contra la actividad económica privada que destruyó -y sigue destruyendo- buena parte del aparato productivo venezolano y desincentivó la inversión. Este modelo gerencial del socialismo del siglo XXI ha restringido enormemente la capacidad de generación de oferta interna en Venezuela; además, que las expropiaciones y estatizaciones de empresas han hecho que las actividades productivas de bienes transables, como la agricultura y la manufactura de bienes básicos, sean ahora improductivas y mucho menos eficientes. Ocurre así, porque las empresas expropiadas, que pasan a ser gestionadas por el Estado producen, –si es que producen– mucho menos que cuando estaban en manos privadas.
A esta gravísima situación se suma el hecho, que la moneda está altamente sobrevaluada por mantenimiento de tipos de cambio oficiales “irracionales”, que hacen que el dólar estadounidense sea artificialmente barato, pero de difícil y limitado acceso para el sector privado.
El modelo de gestión económica del régimen –una incoherente amalgama de políticas populistas diseñadas para ejercer control sobre los venezolanos y promover la confrontación ideológica– parece haber llegado a su punto de quiebre, debido a la destrucción del aparato productivo y el inmenso peso de sus obligaciones externas.
Hasta el momento, el régimen bolivarista ha estado financiando los déficits, imprimiendo bolívares inorgánicamente; pero el crecimiento de la liquidez monetaria, ha alcanzado niveles insostenibles, lo que obligó al gobierno del proclamado Presidente a devaluar la moneda, esperando muy pronto una segunda devaluación.
Todo este ambiente ha contribuido a un tema de escasez aguda, con una enorme variación en los precios de los productos y -en consecuencia- la aparición de los mercados negros, donde los venezolanos pueden comprar dólares, pero también pueden comprar productos básicos, cuando estos escasean, como el aceite, la harina, papel sanitario, productos del aseo personal, entre otros.
“La liquidez en bolívares ha crecido enormemente. El gobierno continúa imprimiendo dinero con un déficit fiscal enorme, monetizando ese déficit. Y es un dinero que el venezolano no desea tener. El Bolívar Fuerte no es unidad de reserva de valor. Tenemos la inflación más alta de América Latina y se busca más bien la preservación de ese valor”, dijo Ricardo Villasmil, profesor de Economía del Instituto de Estudios Superiores de Administración y de la Universidad Andrés Bello.
El socialismo del siglo XXI ha dejado una recesión de la oferta, luego que apretó al aparato productivo, aunque tuvo a su favor un alza en el precio del petróleo, pues el precio del barril se ubicó en 100 dólares –y tiende a subir con la situación política en Egipto–, lo cual permitió que el régimen tuviera más recursos a su favor, que no fueron bien administrados, porque se incrementó el gasto público, los niveles de corrupción y el nivel de endeudamiento.
El economista José Guerra, durante una entrevista en un canal de televisión, calificó el modelo económico actual, como un “modelo fracasado” que tiene que recurrir a las importaciones de productos que “fácilmente pueden producirse en Venezuela para cubrir la demanda”.
Guerra planteó, hasta qué punto se puede llevar a cabo la “destrucción del aparato productivo”; por tanto detalló, que productos que anteriormente se producían y exportaban, ahora se están importando como el arroz, café, leche, carnes, entre otros. Asegurando que el gobierno está “endeudándose para poder cubrir esas importaciones”.
No hay dólares suficientes, porque las estrategias económicas del régimen agotaron las reservas. Cabe señalar que en 2007 en Venezuela un dólar costaba 2,15 Bolívares Fuertes y hoy está en 6,3 de tal moneda y en breve tiempo –con la próxima devaluación–.pasará por encima de los 12,00 Bolívares Fuertes
Esta situación no mejorará, si continúa la revolución en el poder, pues ésta se ha encargado de destruir al aparato productivo. El único afectado seguirá siendo el pueblo, porque se profundizará la escasez de alimentos, se frenará aún más la oferta interna y continuarán las violaciones a la propiedad privada. Esto pasará, si el proclamado Presidente cumple su amenaza de profundizar la revolución en el país.
Y es que este estilo de gestión del socialismo del siglo XXI, al desmantelar el aparato productivo con sus políticas hostiles al sector privado, lisiar a la industria petrolera con exigencias sociales y mantener a flote las economías de sus aliados a costa de la venezolana, ha creado las condiciones para una tormenta perfecta.
Si no se reorienta la política económica hacia la inversión, la diversificación, el desarrollo de un eficiente sector productivo y el fomento de las exportaciones, poco podrá esperar Venezuela en un futuro inmediato.
¡LA CONSECUENCIA DE TODO ESTE DESASTRE ES: ESTANCAMIENTO CON INFLACIÓN, CON ESCASEZ Y ALTOS NIVELES DE CORRUPCIÓN!
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