Las islas se quedan sin vida

La desaparición de especies en las islas es más grave que en los hábitats continentales. Así lo señalan diversos expertos, cuyas previsiones apuntan a que el problema será peor en las próximas décadas. Las especies invasoras, la alteración de su espacio natural por una construcción y un turismo insostenible, o el cambio climático, figuran entre sus principales amenazas. Por ello, se necesitan con urgencia medidas que eviten la riqueza biológica única de islas como las Canarias.

Las islas pierden biodiversidad

La biodiversidad se pierde en todo el mundo a gran ritmo. Expertos como Nick Nuttall, portavoz del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), se refieren a la época actual como la «sexta extinción masiva».

En algunas zonas del planeta, el problema es aún más grave. Destacan los territorios insulares con estadísticas «preocupantes», según el biólogo Antonio Machado Carrillo: en las más de 2.000 islas significativas registradas por Naciones Unidas (alrededor del 3% de las tierras emergidas), se han detectado el 35% de las extinciones conocidas de plantas, el 45% de insectos, el 61% de mamíferos, el 81% de aves y el 95% de reptiles. Casi un tercio de las especies amenazadas de mamíferos, aves y anfibios de todo el mundo se encuentran en islas.

Por si fuera poco, la pérdida de especies raras en las islas, se minusvalora. Así lo señala un estudio de la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS). Sus autores, un equipo dirigido por Gerold Kier, de la Universidad de Bonn (Alemania), señalan que las islas tienen menos diversidad de especies que los territorios continentales, pero una gran mayoría son únicas, y por ello, más valiosas. Al aplicar modelos generales de conservación, las islas corren más riesgos.

Principales amenazas de la vida insular

Machado apunta las principales amenazas para la biodiversidad en las islas, las cuales están relacionadas entre sí y se agudizan:

Introducción de especies invasoras: es su principal problema. Su impacto en las especies endémicas es «bárbaro», tanto mayor cuanto más alejada y pequeña sea la isla.

Ocupación o alteración de los hábitats: afecta más a las islas por su pequeño tamaño. Además, las islas tienen un gran atractivo turístico y en algunas de ellas la construcción y la especulación inmobiliaria han sido muy intensas. Según Machado, las Canarias son un ejemplo de cómo una actividad económica deseable, en dosis excesivas, se ha convertido en un desatino ecológico. «Desarrollar en Canarias es como jugar a la pelota en una tienda de porcelana», afirma el biólogo.

Cambio climático: empujará a muchas especies a huir de sus lugares habituales y recalar en hábitats isleños, donde este fenómeno será en teoría más atemperado. No obstante, una de las posibles consecuencias de la subida del nivel del mar podría ser nefasta para muchas islas.

Sobreexplotación de las poblaciones insulares: al ser especies únicas y de poco número, hay mayor riesgo de exterminarlas o de rebasar sus umbrales de recuperación.

El equipo de Kier asegura que las amenazas a la biodiversidad insular se acentuarán en las próximas décadas. Estos expertos destacan la expansión de las explotaciones agrarias, la deforestación y otros cambios en el uso de la tierra por parte de los seres humanos, como los peligros que afectarán de forma más acusada a las islas.

Cómo evitar la pérdida de biodiversidad de las islas

Establecer un modelo de desarrollo sostenible: las poblaciones que las habitan y visitan tienen que ser más cautelosas con el medio insular y priorizar usos ecológicos del medio. Los consumidores son una parte esencial en este apartado.

Políticas de conservación que asuman el valor único de las islas: la Unión Europea es cada vez más sensible a ello, pero el esfuerzo debe ser mayor, tanto en la creación de nuevas normas como en su aplicación efectiva.

Impulsar más investigaciones concretas sobre la biodiversidad isleña: se valoraría en su justa medida y se aplicarían las iniciativas de conservación más indicadas a sus peculiaridades.

Fuente: http://www.consumer.es/web/es/medio_ambiente/naturaleza/2011/08/04/202350.php