A los ácidos grasos Omega-3, que se encuentran habitualmente en el pescado azul, se les atribuyen beneficios para la salud cardiovascular. Estos hallazgos surgieron, en los años 70, al observar que los esquimales innuit de Groenlandia tenían muy baja incidencia en este tipo de enfermedades.
Otra evidencia se encontró en Noruega, durante la invasión de Alemania durante la II Guerra Mundial, cuando la falta de provisiones hizo que la población cambiara drásticamente su dieta, reduciendo el consumo de carne e incrementando el consumo de pescado. A partir de entonces, muchos estudios han querido establecer una relación positiva entre los ácidos grasos omega-3 y la salud cardiovascular; sin embargo, un equipo de investigación encabezado por Lee Hooper, de la Universidad de East Anglia (Norwich, Reino Unido), que acaba de publicar un análisis en la revista Briítos Medical Journal, dice que esta hipótesis debe ser revisada.
Los ácidos Omega-3 y los trastornos cardiovasculares.
No se han hallado evidencias de que el Omega-3 tenga algún efecto sobre los trastornos cardiovasculares, ni sobre la incidencia de cáncer o ictus, a pesar de que el pescado graso acumula gran cantidad de contaminantes como el metilmercurio, las dioxinas y los bifenilos policlorados, y que estudios en laboratorio han determinado que estas sustancias en cantidades elevadas aumentan el riesgo de cáncer.
Una excepción negativa
Los trabajos llevados a cabo por un equipo de la Universidad de Cardiff (Reino Unido), contradicen lo antes expuesto. El experto ML. Burr dirigió un ensayo, sobre hombres que sufrían angina, pero no habían tenido un infarto, a partir del cual concluyó que los pacientes que tomaron más suplementos de aceite de pescado presentaron una mayor incidencia de ataques cardíacos y muerte. Esta es la razón por la que los autores piden que se revise la recomendación de dar Omega-3 a pacientes que se hallen en esta situación, ya que parece propiciar arritmias en estos casos.
Un cerdo que produce Omega-3
En los últimos años se han desarrollado suplementos, alimentos funcionales y formas diversas de aportar un mayor consumo de estos ácidos grasos esenciales en la dieta. Uno de los últimos inventos ha sido cerdos genéticamente modificados para producir en su propio cuerpo grasa Omega-3.
Los animales fueron clonados y nacieron en marzo de 2005. De 10 cerdos, sólo uno tuvo suficiente salud para seguir vivo y presentar el gen fat-1, que normalmente se halla en algas y plancton pero no en mamíferos, el cual es capaz de transformar los ácidos grasos Omega-6 en Omega-3. Sin embargo, no está claro si esta sustancia en los cerdos tiene beneficios similares a los del pescado graso.
Fuente: Revista Consumer Erosky. España
Tomado de Vida Sana – Repsol YPF.
Fuente: http://www.misaludonline.com