José Mayora | El Universal – Si la desincorporación de Lugo de la presidencia de Paraguay nos causó sorpresa, no menos sorpresiva fue la incorporación de Venezuela al foro sureño. Desconocemos los intríngulis de la decisión del parlamento paraguayo, la que por lo visto estuvo ajustada a lo que establece la constitución. Sin embargo, la manera como ingresó Venezuela a este pacto fue una jugada maestra enmarcada en la más pura ortodoxia maquiavélica de cierto tufo antidemocrático.
Este particular ingreso sugiere, al menos 2 preguntas: ¿quién ingresó a MERCOSUR, Venezuela o HCF? ¿Cree HCF en los mecanismos de integración regionales? Estas preguntas son pertinentes pues es difícil entender la abrupta salida de Venezuela de la CAN frente al empeño de ingresar al MERCOSUR; las acerbas críticas a la OEA y a las Naciones Unidas y el apoyo a otras fórmulas de integración como el ALBA y UNASUR.
Si de beneficios se trata, diferentes especialistas en el tema han analizado, con profundidad y experticia, los inconvenientes que representa para Venezuela, en este particular momento, incorporarse desventajosamente al MERCOSUR. Sin embargo, la consideración que juzgo relevante, tiene que ver con la manera como Venezuela logra el ingreso al MERCOSUR.
Dos parlamentos de los países fundadores de este acuerdo, Brasil y Paraguay, se oponían al ingreso de Venezuela por no enmarcarse en las pautas dictadas por el acuerdo de Ushuaia, que privilegiaba el orden institucional democrático. Lula se las ingenió y logró que el parlamento brasilero aprobara el ingreso de Venezuela, pero en Paraguay la cosa fue distinta.
A raíz de la destitución de Lugo, Paraguay fue temporalmente desincorporada del foro sureño y, acto seguido, se incorpora a Venezuela. Hasta donde sabemos, la decisión paraguaya de negar el ingreso de Venezuela, la tomó una institución legítimamente constituida, cosa que fue ignorada por las otras naciones: un verdadero golpe institucional y además artero.
Esta decisión mueve a reflexión con relación al preocupante giro que vienen tomando algunas democracias. Aquella frase principista de la democracia del pueblo, por el pueblo y para el pueblo parece más bien una conseja popular. Lo que algunos liderazgos tratan de imponer son democracias de gobernantes, para los gobernantes y por los gobernantes, evidenciado en el deseo de extender los períodos de gobierno y privilegiar la legitimidad de origen por encima de la legitimidad de desempeño.
En la decisión de marras, se demuestra una vez más que los países no tienen amigos, tienen intereses y los gobernantes, por encima de todo, decidirán en razón de estos últimos. Este principio también tiene su excepción pues hay sobradas pruebas de que los intereses de HCF no son coincidentes con los intereses de Venezuela.
Entonces, ¿para qué integrarnos? Si la idea es tener mercado para nuestro petróleo, tal objetivo se logra sin acuerdos de integración regional. No cabe duda que este ingreso responde más al sueño acariciado por el Comandante de la Revolución Bolivariana en su histórico empeño de construir la Gran Patria de Bolívar, a cuyo efecto requiere protagonismo continental.
La ciencia política y los ciudadanos que se consideran demócratas, se encuentran atrapados en un proceso de mutación de la democracia hacia la autocracia, tendencia que marca un verdadero reto para líderes y ciudadanos: hay que dar un importante giro de timón para rescatar el verdadero sentido de la democracia.
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Fuente: http://www.eluniversal.com/opinion/120713/maisanta-ingreso-al-mercosur