Parece que la estrella que lo acompañaba se le fue desde que descubrieron al «gordo bandido y traidor» con el famoso maletín. Porque después del maletín, el Rey de España lo mandó a callar en público. Luego vino el referéndum que perdió. Después los apagones. Y más tarde la serie de descréditos nacionales a partir del «paquetazo», como el intento de magnicidio que aparentemente nadie creyó, pues la gente siguió con su vida como si nada, (o es que estamos tan acostumbrados a que maten a diestra y siniestra que un «intento de magnicidio» ni nos mueve ni nos conmueve, cosa que en sí misma es una tragedia).
Los descréditos internacionales son aún mayores: el «aliado» Putin le dice que Rusia «no es aliada estratégica de nadie». El general Trigo, comandante general de las Fuerzas Armadas Bolivianas y el ministro de la Defensa, Walker San Miguel, en contundentes declaraciones le advierten que «no se entrometa», ¡y Evo no dice ni pío! En la cumbre de Unasur rechazaron su propuesta de condenar a Estados Unidos ni siquiera condenaron a los prefectos que empujan la secesión, y encima, el canciller chileno Alejandro Foxley declaró a los medios que «el tono de Chávez no le pareció el más propicio en la cumbre del fin de semana» Para rematar, el ministro de Política de Ecuador, Ricardo Patiño, le envió un mensaje: «yo preferiría, yo creería, que es mejor que en procesos de esta naturaleza no hubiera expresiones de parte de presidentes de otros países».
Juan Ernesto Montenegro, cronista de Caracas, escribió en su columna de El Universal del 3 de mayo de 1997 una excelente descripción sobre la mabita. La pavita, como se le conoce también, en tiempos de la Independencia era atribuida en particular al general escocés Gregor MacGregor, por la racha de mala suerte que tuvo en una serie de acciones de armas que emprendió. Cuando finalmente venció en menos de un mes a Juan Nepomuceno Quero en Quebrada Honda y a Rafael López en la Batalla de Los Alacranes, reportan que en tono triunfal les dijo a los generales Monagas y Soublette: «¡mí no ser mabita!».
El presidente Chávez, para decirlo en términos que suenan pitiyanquis, «sí ser mabita».
Pareciera que la pava no se le quita ya ni con cariaquito morado.
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