No es posible controlarlo todo

En su afán de controlarlo todo, al Gobierno se le están escapando las compras y ventas  realizadas en varios importantes mercados del país.

En el campo del Internet, por ejemplo, Gobierno ha respetado, por ahora, la medida dictada por ellos mismos en el sentido de que los venezolanos pueden realizar compras de bienes y servicios en el exterior, vía Internet, hasta por un  monto de 400 dólares anuales. En este campo les  ha preocupado más la cantidad bruta que el detalle de cada operación.

Pero dentro del país hay un campo grande y creciente de compras y ventas que se realizan por la vía electrónica, en las cuales la intervención del Gobierno se muestra un tanto retardada. En ese mercado, se ubican grandes vendedores y miles de compradores, que no están obligados por nadie a realizar con los primeros operaciones de compra y venta, pero que las realizan libre y soberanamente por considerar que eso les conviene de alguna forma. Pero es altamente probable que las empresas vendedores, aun cuando tengan que pagar los costos de despacho, obtengan una ganancia que supere el 30% -que es la tasa limite que alguien en las  alturas del poder inventó, aun cuando no está todavía claro si se trata de una tasa anual, mensual o semanal– pues no tiene que pagar locales de venta y  exhibición. Habría que analizar esa situación y caerles encima con todo el peso de la ley, si es que se descubre algún nivel de ciberestafa al usuario oculto en estas redes tan poco transparentes.

También en ese mercado electrónico, hay miles de  vendedores de ocasión que se encuentran con otros tantos miles de compradores de ocasión y deciden realizar un cambio de propiedad sobre ciertas mercancías claramente identificadas. El precio que impera en estas transacciones está hasta ahora, dado por la oferta y la demanda. Seguramente muchos ofertan, a un precio determinado, productos que han comprado en algún momento del pasado, a precios más bajos. Están obteniendo, por lo tanto, una tasa de ganancia, incluso es posible que esa tasa de ganancia sea superior al 30%, con lo cual se ubicarían claramente en el campo de los burgueses usureros, vendepatrias y parasitarios.  No hay razón alguna para que el Gobierno no intervenga rápidamente para poner fin a esta insólita situación. Y la solución es bastante fácil. Bastaría con imponer que cada una de las mercancías que allí se transan, sea previamente tasada por un funcionario gubernamental para establecer que se está vendiendo a un precio justo, previa presentación, desde luego, de los papeles de compra y de los demás recaudos que den cuenta de los costos en que el vendedor ha incurrido durante la tenencia en su poder de esa mercancía.

Hay otros mercados que se creen intocables y que no deberían escapar a la acción redentora del Gobierno. La confección de tortas, por ejemplo, por parte de algunas señoras, para venderlas en su propio barrio, a 200 metros a la redonda de su propia casa –para amenizar cumpleaños y celebraciones- pero sin factura, sin permiso sanitario, sin un control de precios que asegure un precio justo e incluso usando para tales fines harina importada con dólares oficiales.  

También llama poderosamente la atención la cría doméstica de gallinas por parte de algunos pequeños campesinos, que han sido sorprendidos en algunas ferias, sobre todo en el interior del país, vendiendo sus gallos y gallinas, todavía vivos, sin respeto alguno a las tasas de ganancia permitidas. 

Cabe mencionar, además, que en muchas de las ferias de hortalizas que se desarrollan semanalmente en muchos puntos de la propia ciudad de Caracas, hay quienes han sido sorprendidos in fraganti vendiendo las zanahorias al mismo precio que las lechugas, aun cuando los costos de producción no son exactamente iguales, razón por la cual alguno de los dos productores está obteniendo una ganancia extraordinaria que no hay razón alguna para que sea permitida.

Todos estos casos están en etapa de estudio por parte de comisiones especialmente constituidas para tales efectos, las cuales entregarán prontamente sus conclusiones a las autoridades correspondientes. Dios nos pille confesados cuando eso suceda.

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