16 de Julio
Ramillete espiritual: «Ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.» Jn 13, 15
NUESTRA SEÑORA del CARMEN
«Las Sagradas Escrituras celebran la belleza del Carmelo, donde el profeta Elías defendió la pureza de la fe de Israel en el Dios vivo. En el siglo XII algunos eremitas se retiraron a aquel monte, construyendo más tarde una Orden dedicada a la vida contemplativa, bajo el patrocinio de la Virgen María».
Con estas palabras presenta la liturgia de este día el libro oficial de la Iglesia.
Y el Martirologio de este día, reza así: «Conmemoración solemne de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo, a la cual la Familia carmelitana consagra este día por los innumerables beneficios recibidos de la misma Santísima Virgen, en señal de servidumbre».
Y profundizando aún más en el rico significado de esta fiesta del Carmen, que para muchas partes del mundo es casi fiesta de precepto o fiesta llena de un rico simbolismo y folklore cristiano y hondamente popular, un estudioso y profundo conocedor de esta fiesta y de todo que se refiere al Carmelo escribió: «Conmemoración Solemne de la Virgen del Carmen: Fiesta de los beneficios de María al Carmelo: Fiesta de la Consagración del Carmelo a María. Durante todo el año conservamos un recuerdo de gratitud por los beneficios que hemos recibido de María, pero 33 el 16 de julio está dedicado expresamente a rendir un homenaje solemne de agradecimiento.
El Oficio de Nuestra Santísima Madre semeja una sinfonía musical en que se cantan las relaciones de María y la Familia carmelitana…» (P. Xiberta + 1967).
La Orden del Carmen nació a finales del siglo XII en el Monte Carmelo, especialmente para dar culto y tratar de imitar a la Virgen María. Por ello desde los orígenes se conoció a los religiosos carmelitas como a los «Hermanos de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo». Aún hoy éste es el título oficial de la Orden que fue enriquecido con muchas gracias e indulgencias a cuantos así llamaran a los carmelitas.
Por el 1251 el Prior General de la Orden San Simón Stock, (+1265), acudía a la Virgen María, como Patrona de la Orden para que le liberara de los enemigos que atentaban contra su existencia. Y para ello llegó a componerle algunas plegarias. Ésta la cantan cada día los carmelitas: «Oh flor del Carmelo, Viña florida, esplendor del cielo, virgen fecunda y singular. ¡Oh Madre tierna!, intacta de hombre, a los carmelitas, proteja tu nombre, (da privilegios), estrella del mar».
Una noche, la tradición dice que fue el 16 de julio de 1251, se le apareció la Virgen María llevando el escapulario del Carmen en sus manos y le dijo: «Éste será el privilegio para ti y todos los carmelitas: quien muriere con él no padecerá el fuego eterno, es decir, el que con él muriese, se salvará».
Desde entonces empezó a divulgarse esta devoción por todas partes, especialmente por los países latinos, hasta llegar a ser una «devoción católica o universal como la misma Iglesia» en expresión del Cardenal Gomá (+ 1940).
Hoy la Orden del Carmen en todas sus múltiples ramas masculinas, femeninas y los millares y hasta millones de seglares que visten el escapulario del Carmen -el más popular de todos los escapularios que venera la Iglesia- se halla extendida por todas partes y dan a conocer a la Virgen María bajo esta popular advocación del CARMELO.
Es Patrona la Virgen del Carmen de varias Naciones y Gremios, y especialmente la venera como Madre y como Reina la gente del Mar.
25 de Julio
Ramillete espiritual: «No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros.» Jn 14, 18
SANTIAGO APÓSTOL – Patrono de España – (s. I)
Santiago el Mayor era hijo del Zebedeo y de Salomé, una de las mujeres que seguían a Jesús en su predicación, luego le acompañó en la cruz y en la mañana de la Resurrección había acudido a ungir a Jesús.
Santiago y su hermano Juan, los Boanerges o Hijos del trueno, entran en la vida de Jesús, estando con su padre a las orillas del mar de Galilea. Jesús encontró primero a dos pescadores de Betsaida, Simón Pedro y Andrés, y les dijo que le siguieran y los haría pescadores de hombres. Vio después a los hermanos Santiago y Juan que estaban con su padre el Zebedeo arreglando las redes y también los llamó, pero sin hacerles ninguna promesa, como lo hizo antes a Simón y Andrés. Los animosos jóvenes no sólo dejaron las redes, sino también a su padre con todo lo que tenían. Siguieron a Jesús inmediatamente, sin pedir explicaciones.
Santiago tenía un carácter muy resuelto y generoso. Cuando el Señor le llamó no dudó en dejarlo todo, y luego en su predicación llegaría hasta los últimos confines de Occidente, hasta el Finisterre.
Pero era también extremista e individualista. Una vez pasaban por Samaría, camino de Jerusalén. Los samaritanos no quisieron recibirles. Irritados Santiago y Juan, dijeron a Jesús: ¿Quieres que mandemos que baje fuego del cielo y los consuma? Jesús les reprendió por aquella dureza.
Otra vez se dejaron llevar por la ambición. Se presentaron con su madre Salomé para pedirle los primeros puestos, cuando restaurase el reino de David. De nuevo Jesús les reprendió. ¿Podéis pasar el trago, les dijo Jesús, que voy a pasar yo? -Podemos, contestaron. Y lo cumplirían.
Pero esto no fue obstáculo para que Jesús diese a los dos hermanos, en unión con Pedro, muestras especiales de aprecio. Los tres solos fueron testigos de la Transfiguración de Jesús en el Tabor, los tres solos presenciaron la resurrección de la hija de Jairo. Así les preparaba para que también ellos solos vieran su agonía en Getsemaní.
Dos misiones principales cumplió Santiago. La primera, dice San Jerónimo, fue llevar el Evangelio hasta las Españas, es decir, hasta las tres Hispanias, la Tarraconense, la Bética y la Lusitana. En España tendría también Santiago su sepulcro, como anota el mismo San Jerónimo.
Santiago se trasladaría pronto a España. Como la Virgen María estaba bajo los cuidados de su hermano Juan, Santiago se despediría de ellos, y entonces se prepararía -así lo podemos pensar- aquella maravillosa visita que, según la tradición, hizo la Virgen al apóstol en Zaragoza, en aquel sagrado lugar en que se levanta el Pilar, que simboliza y garantiza la firmeza de la fe en las Españas del Viejo Mundo y en la otra gran familia de las naciones hispánicas del Mundo Nuevo.
Después Santiago se trasladó a Jerusalén, para cumplir allí la segunda misión de ser el primero de los apóstoles que derramase su sangre por Cristo. Herodes Agripa había recibido el reino del cruel emperador Calígula. Y para congraciarse con los judíos, como dice expresamente San Lucas «mandó degollar a Santiago, hermano de Juan».
Cuentan las antiguas tradiciones que el cuerpo del Apóstol fue trasladado desde Jope hasta Galicia. El año 813 un ermitaño vio brillar una estrella en Iría. El obispo Teodomiro descubrió las reliquias en lo que se llamará Campo de la Estrella, Compostela. Desde aquí el apóstol protegerá a España, y por el «camino de Santiago» acudirán peregrinos de toda la cristiandad.
26 de Julio
Ramillete espiritual: «El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.» Jn 14, 21
SANTA ANA y SAN JOAQUÍN padres de la Virgen María – (s. I)
Joaquín y Ana son dos nombres llenos de grandeza a los ojos de Dios, grandeza que se esconde en la sencillez y la humildad. Dos nombres con un sentido maravilloso y providencial.
Joaquín significa preparación del Señor, trabajo y constancia. La providencia divina mueve los hilos de la historia. Durante largos siglos el Señor preparó, por medio de los profetas y patriarcas, la venida del Deseado de las naciones. Israel deseaba con ansia renovada esta llegada.
La tardanza no ahogaba los anhelos de Joaquín y Ana. Ellos se acercaban al ocaso de la vida sin descendencia. Pero seguían rezando y porfiando al Señor con oración inflamada. Su esperanza se mantuvo incólume.
Ana «la Madre de la Mejor», como la llama Lope de Vega en el título de una comedia, quiere decir amor y plegaria. No era la primera que llevaba este nombre. Una contemporánea suya, la profetisa Ana, también esperaba al Mesías. Y lo encontró cuando Jesús fue presentado en el templo.
En el libro I de Samuel aparece otra Ana, la madre de Samuel, con una historia parecida a la de la madre de la Virgen María. Estaba rezando ante el Señor. Movía los labios, pero no se oía su voz.
Los sacerdotes creen que está borracha. «No he bebido vino, les dice, es que estaba derramando mi alma ante el Señor». Su alma estaba llena de tristeza. Sufre el oprobio de la esterilidad, porque Dios no la ha considerado digna de darle un hijo que pudiera ser el Mesías de Israel. Dios la hizo madre de Samuel.
Por eso reza y llora también la esposa de Joaquín. Presiente que va a llegar el Redentor, ora intensamente para acelerar su venida. Pero está triste, porque se ve envejecer en la esterilidad.
Las oraciones de Ana fueron escuchadas. Un ángel -según algunos el mismo de la Anunciación- se aparece a Ana en la Puerta Dorada del templo y le profetiza el nacimiento de una Niña que se llamará María y será la predilecta del Señor. «Oh bellísima Niña, dice San Juan Damasceno, benditas las entrañas y el vientre de los que saliste».
En el seno estéril de Ana germinó la plenitud de la gracia. En sus entrañas se realizó el sublime misterio de la Concepción Inmaculada de María «prodigio de prodigios y abismo de milagros», dice el Damascebo. «Santa tierra estéril, que al cabo produjo, toda la abundancia, que sustenta el mundo», según se expresa Miguel de Cervantes en «La Gitanilla».
Todos los antiguos anhelos se habían condensado en Joaquín y Ana, en ellos se iban a cumplir las promesas. Fueron los padres dichosos de la niña María, que Dios luego la haría su Madre y nuestra Madre.
De Joaquín y Ana podemos decir que si Dios los escogió para una obra tan admirable, grandes tuvieron que ser aquellos dos corazones. Si habían de educar a la que Dios escogía como Madre de su Hijo, cuánta dulzura, bondad y hermosura habría en aquellas almas. Pues habían sido destinados por Dios para ser los padres de una Niña sin par, no sólo sin mácula, sino llena de gracia «la llena de gracia», la bendita entre las mujeres, la Hermosa, la Agraciada, María «lugar alto en donde habita Dios».
El culto a San Joaquín es más reciente. Pero el culto a Santa Ana es muy antiguo. En Jerusalén está la iglesia de Santa Ana, cerca del templo. Allí vivían, según la tradición, Joaquín y Ana. Y, según la opinión de muchos Padres, ahí nació la Aurora de nuestra salvación, la Virgen María.
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