Transparencia financiera

La transparencia, en el campo de la economía, dice relación con el derecho que tiene un agente económico de conocer la mayor cantidad posible de las huellas que va dejando cualquier otro agente en su desempeño en el mercado.

En la medida que hay transparencia, las acciones económicas de cada uno se hacen más eficientes, pues los antecedentes en base a los cuales se toman las decisiones se hacen más reales, verdaderos y aterrizados, debido a que se hacen tomando en cuenta una mayor cantidad de datos o de variables sobre el mundo real y concreto. En otras palabras, se conoce mejor el mercado.  Pero, además, la transparencia permite que las instancias encargadas del control y de la regulación de las actividades comerciales y financieras puedan saber con mayor certeza si sus normas se cumplieron a cabalidad. También el respetable público tiene derecho a saber, con respecto a cualquier agente económico, si este cumple las normas que se le exigen a todo buen ciudadano.

Hay en el mundo contemporáneo un lento pero inexorable caminar en el sentido de posibilitar una mayor transparencia respecto al accionar económico de empresas y de personas.  Entre esas acciones que permitirían una mayor transparencia hay dos que merecen ser analizadas. La primera de ellas es el secreto bancario. Pasado un cierto umbral – relativo a la compra de mercancías de bajo costo y de consumo habitual – la inmensa mayoría de las operaciones comerciales y financieras se hacen por la vía de depósitos o de transferencias bancarias y no por la vía del movimiento de dinero contante y sonante. En esa medida, los movimientos bancarios dan cuenta de la cantidad de compras o de ventas – o de pagos o ingresos de cualquier naturaleza – que se hayan realizaron por parte de cualquier agente económico. La cartola bancaria pasa a ser, en el mundo económico, tanto como un scanner o un eco en el mundo fisiológico. Todo lo que haya tenido lugar, ha quedado reflejado, de una u otra forma en ese documento bancario o en otros de la misma naturaleza. Por ello, el que esa radiografía esté disponible para el conocimiento de las autoridades fiscales del país, posibilitaría un control tributario mucho mayor y mejor que el actual y permitiría reducir los niveles de evasión y de elusión tributario. El secreto bancario es, por lo tanto, un campo sobre la cual deberían tomarse decisiones en forma clara y expresa, ya sea a nivel constitucional o legal.

La otra medida, que tiene historia en el país, pero se retrocedió con respecto a ella, es el libre acceso por parte del público a los balances y demás estados financieros y contables de las grandes empresas y grupos económicos nacionales. Antes eso era un material que podía ser consultado en las oficinas del Servicio de Impuestos Internos, sin más trámite que la presentación del carnet de identidad. Ahora eso ya no es posible. Hay países incluso en que todos los balances y las declaraciones de impuestos de todo ciudadano son accesibles por vía telemática, y cualquiera puede conocer aquello. Así, toda empresa y toda persona se convierten en un libro abierto en cuanto a sus compromisos con el Estado y con la comunidad, y sus actividades económicas, están sometidas al escrutinio público como sucede con cualquier actividad que tiene que ver con el bien común y con el interés social.

En este Chile donde se asume que hay una evasión y elusión tributaria cercana a los nueve mil millones de dólares, sería una buena medida avanzar en este campo de la mayor transparencia comercial y financiera. Después de todo, el que nada hace, nada teme.  

   Imagen de Gerd Altmann en Pixabay  

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