(Redacción) – Los medicamentos de última generación pueden retardar el comienzo de la enfermedad de Alzheimer, pero ninguno es capaz de revertir sus devastadores efectos. Esta limitación a menudo hace que la detección temprana de los primeros indicios del mal en los pacientes de Alzheimer sea la clave para mantener una buena calidad de vida mientras sea posible.
Ahora, un nuevo dispositivo desarrollado por el Instituto Tecnológico de Georgia y la Universidad Emory puede permitir a los pacientes someterse a una prueba breve y barata que podría realizarse como parte de un chequeo anual rutinario en la consulta de un médico, para detectar el deterioro cognoscitivo benigno, (MCI, por sus siglas en inglés), a menudo la fase más temprana del Alzheimer. Se espera que este dispositivo sea comercializado en el transcurso de este año.
Las pruebas actuales de valoración, capaces de detectar la enfermedad de Alzheimer en sus fases tempranas, se realizan típicamente mediante bolígrafo y papel o ante un ordenador y tienen una duración aproximada de una hora y media. Deben ser llevadas a cabo por un técnico especializado, y en un ambiente silencioso, porque cualquier distracción puede influir en la puntuación del paciente y reducir la eficacia de la prueba. Debido a su duración y costo, estas pruebas no se utilizan como herramientas regulares para chequear la salud mental de la población y se aplican sólo después de que aparece un deterioro cognoscitivo obvio, como la pérdida de memoria o una conducta que acarree peligros.
«Las familias normalmente esperan hasta que la madre o el padre hace algo peligroso, como olvidarse de tomar su medicación o perderse, antes de traerle para que se le apliquen las pruebas. En este punto, el paciente ha perdido ya una porción significativa de su función cognoscitiva», explica David Wright, quien ayudó a desarrollar el aparato. «Con este dispositivo, podemos detectar el deterioro antes de que se manifiesten los síntomas serios y comenzar a medicar a los pacientes, lo que puede retardar la aparición de esos síntomas».
El dispositivo del Georgia Tech y la Universidad Emory, denominado DETECT, aplica a los individuos una prueba de aproximadamente diez minutos de duración diseñada para calibrar el tiempo de reacción y la memoria, funciones que, cuando se encuentran dañadas, se asocian con las fases más tempranas de la enfermedad de Alzheimer. El test es una versión especialmente modificada y acortada de la prueba tradicional sobre papel, y podría aplicarse regularmente por los médicos para evaluar cualquier cambio en las funciones cognoscitivas del paciente.
El sistema portátil para ejecutar el test se fundamenta, en una batería de estímulos visuales y auditivos tales como imágenes y palabras, a la que el paciente se somete y que sirven para evaluar sus habilidades cognoscitivas, teniendo en cuenta su edad, mientras se detecta su tiempo de reacción y sus capacidades de memoria. El software del sistema puede rastrear las habilidades cognoscitivas, y su declive, año tras año, mediante citas anuales. Y, como el dispositivo bloquea el sonido y la luz procedentes del entorno del paciente, puede aplicarse virtualmente en cualquier lugar, proporcionando resultados más fiables.
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