Un corredor de seguros vende una póliza; de automóvil, de vida, de hogar, etc. Y se olvida del cliente. Cuando ocurre un accidente, hay un parto o cualquier otra eventualidad, para que den la clave en una clínica suelen pasar horas, hasta más de medio día.
Con los carros es igual, por experiencia personal, un familiar compró un carro y lo pagó de contado con sus prestaciones (estamos hablando de años atrás, cuando habían carros). Resulta que inmediatamente empezó a tener fallas y por supuesto, todo suponía (según el concesionario), era culpa del comprador, que si no le revisó el aceite, que si montaba mucha gente en la parte de atrás del carro, bueno era una cantidad de excusas para no hacerse responsables del problema. Por supuesto, que ellos perdieron un cliente, probablemente más, porque en la familia nos encargamos de correr la voz del problema del carro.
Pero, ese es un solo caso, estoy segura de que hay miles, y las empresas no dan la cara cuando se les presenta ese problema, no les importa si ya obtuvieron su ganancia. Eso sucede en este país, llamado Venezuela.
Sería muy diferente, si se cumpliera aquello de “el cliente tiene la razón”.
A continuación paso a resumir el artículo Ame a sus clientes de Joe Girars sobre cómo ser el mejor vendedor del mundo. Este señor vendía automóviles y dice lo siguiente; “cuando yo vendía, la gente no compraba únicamente los autos, me compraban a mi también, prestar un servicio al cliente me alegraba más que vender otro automóvil. La gente se aburre hasta el hartazgo de esperar sentada en las áreas de servicio. Cuando yo vendía autos, mi ayudante podía ir al departamento de servicio mientras el auto del cliente estaba en la calle, y conseguir tres o cuatro mecánicos con herramientas para que lo atendieran en 25 minutos. Algunas veces eso costaba entre 15 a 20 dólares, (que eran mucho para la época), pero cuando el cliente preguntaba ¿cuánto debo?, le decía, nada, usted me agrada, vuelva otra vez”.
“Yo conseguía que los mecánicos fueran a la calle, porque los apreciaba mucho, y se los hacía saber. Hice un trato con un bonito restaurante italiano, y un miércoles al mes llevaba a cenar a todo el personal de servicios, a las personas que toman los pedidos de servicios, a los mecánicos a los del departamento de repuestos, a todos, Y una vez al año, los invitaba a mi casa a cenar con mi familia y les hacía saber cuanto los apreciaba.
Todos los ejecutivos deberían pensar en eso; no hay empresa que no tenga personal de servicios, y son ellos a quienes hay que agasajar”, dice Girard.
Cuando se recibe un servicio de ese tipo, dónde iría a comprar la próxima vez. Los negocios deberían hacer cosas como esas, o cada cual a su manera, pero hacerle saber al cliente que es importante, que no le darán la espalda por ningún motivo. Ese cliente boca a boca, llega a generar grandes éxitos.