UNASUR busca afianzar Seguridad Económica

Los Ministros de Economía de la flamante Unión de Naciones Sudamericanas, UNASUR, se reunieron el viernes recién pasado en Buenos Aires para analizar qué acciones podían y debían tomar los gobiernos que ellos representan, para enfrentar en forma más airosa, la crisis económica internacional que sigue amenazándolos a todos ellos. Como resultado de esa reunión, salió una declaración en la cual se crea un Consejo Económico y Financiero de UNASUR, conformado por los doce países miembros -es decir, por todos los que estaban presentes en la reunión – para que en un plazo de 60 días, elaboren propuestas– que, al parecer, nadie tenía claras en Buenos Aires, las cuales serian presentadas en una nueva reunión que se llevará a cabo en Paraguay. Se trata, desde todo punto de vista, de una obra maestra de la vaguedad y la vacuidad diplomática. Se reunieron para poner claro ante el mundo que no tenían nada que decir.

Otra de las grandes decisiones de esta reunión fue fortalecer, tanto como se pueda y como cada país quiera, el Fondo Latinoamericano de Reservas, FLAR, y la Corporación Andina de Fomento, CAF. Fortalecer esos organismos crediticios ya existentes significa, en buen romance, promover que nuevos países se hagan socios de ellos, y/o que los actuales socios hagan aportes suplementarios de capital, para que esas instituciones puedan incrementar su capacidad crediticia y dar nuevos apoyos a los países de la región que los necesiten. Como en esta materia ninguna resolución puede ser imperativa, la cosa no pasa de ser una sugerencia o una recomendación, que cada país analizará en la medida de su propia conveniencia. Tampoco se necesitaba una reunión ministerial para llegar a tan sesuda declaración.

En síntesis, por lo tanto, la UNASUR se reunió para poner en evidencia que no sabe por dónde se le vienen los peligros ni cómo enfrentarlos. O quizás, para ser más benignos, sólo para lo segundo, pues la naturaleza y la dirección de los eventuales peligros parece ser más o menos evidente. Sólo que no se sabe cómo enfrentarlos.

¿Cómo enfrentar los peligros?

La crisis financiera internacional amenaza con reducir la demanda de los bienes, que América del Sur vende en los mercados internacionales, y reducir, por lo tanto, sus precios. ¿Cómo enfrentar esa situación? ¿Cómo impedir que bajen los precios del petróleo, del cobre o de la soya? En una coyuntura particular, a lo mejor, un crédito de la CAF o de la FLAR, ayudaría a solventar una crisis; pero el problema central no está allí. El problema es cómo establecer lazos comerciales más sólidos, estables y colectivos con China, con la India y con el resto de los países emergentes, de modo de contrarrestar -aun cuando no de sustituir plenamente, lo cual sería una locura plantearlo- a los mercados de los países desarrollados.

La crisis financiera internacional amenaza con reducir el valor de los papeles, en que muchos bancos centrales de la región han invertido parte de sus reservas. Si esos papeles caen en las bolsas internacionales, esos papeles pierden valor, lo cual genera un problema patrimonial a los propietarios correspondientes. Es posible confiar en que los bancos centrales serios han invertido en forma diversificada y en papeles que den mucha seguridad. Si alguno se ha pasado de vivo, y ha invertido en papeles de mayor rendimiento, pero de menos seguridad, lo más probable es que esté hoy en día sumamente callado. En cualquier caso, la UNASUR no podrá hacer nada al respecto.

Seguridad

En tercer lugar, la crisis financiera internacional puede ocasionar una reducción en las corrientes de inversión extranjera directa, que actualmente benefician a la América del Sur. Para ello se necesita darle a los eventuales inversionistas, la seguridad de que su capital no será expropiado en forma caprichosa y que sus beneficios podrán ser repatriados, después del pago de los impuestos que correspondan. Pero no todos los países de la región tienen interés en proceder en esa dirección. Hay incluso algunos que tienen el deseo expreso de alejar a los inversionistas extranjeros de su propio territorio y, si se pudiera, de toda la región. Obviamente, en ese clima, la UNASIUR no puede hacer nada. Nada de lo que realmente importa, excepto reunirse para ponerlo en evidencia.

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