USD ($) 300: de salario, ¿es posible?

El gobierno recientemente aumentó el salario mínimo, el cuál llevó a unos 28 $ al cambio, el cual se hará efectivo a partir del 15/03, que sumado al monto del cesta ticket, redondea unos 35 $ mensuales.

¿Qué se puede agregar sobre lo insuficiente, escaso, deficiente del mismo? Casi nada, a decir verdad.

Quizá, lo relevante que queda por señalar, es que un pírrico salario como el fijado, hace que la remuneración del factor de producción más importante en todo proceso productivo, esto es, el trabajo, pierda todo tipo de trascendencia cómo categoría económica, lo cual tiene severos efectos, en todos los órdenes para el País.

En el momento de hacer público el anuncio, con bombos y platillos, cómo si se tratara de una gran notificación, el Presidente Maduro prometió que el mismo seria llevado -no señaló fecha- a unos $ 300 por mes.

Probablemente, en respuesta, el gremio médico, en la voz de quien lo dirige, Dr. Douglas Natera, reclama -con justicia,  es importante precisar- un salario de $ 1.500 base para un médico, aumentando el mismo según un escalafón fundamentado en estudios, experticia y responsabilidades; ídem, el gremio que agrupa a los docentes universitarios -del cuál formo parte-, insistentemente reclama la fijación de nuestro salario, hoy en unos UU$ 40 promedio, conforme al método que nos rige denominado sistema por homologación, que a los fines del presente artículo sólo interesa destacar que un profesor universitario, comenzando en esa honrosa actividad, debe devengar un salario de unos $ 1.200 mensuales y, así pudiéramos seguir describiendo los justos reclamos de los diversos grupos de trabajadores que concurren al reducido proceso económico venezolano.

La pregunta obvia que debemos hacernos es sobre si es factible la promesa Presidencial -de $ 300 de salario mínimo- y, consecuencialmente, sobre la posibilidad real de las legítimas aspiraciones de los distintos gremios y grupos de trabajo que hacen vida en la Nación.

*Un dato de suma importancia para entender el tema que abordamos: *

Una economía, sin excepción, distribuye lo que produce. Ni más ni menos. Los EEUU pagan excelentes salarios porque su PIB -el valor de su producción agregada, nueva, en el transcurso de un año- es inmenso, más exactamente 21 billones de $, pero una economía como la venezolana, cuyo PIB, lamentablemente, ronda unos $ 42 mil millones, en valores por habitante similar a Haití, está condenada -se escribe con dolor-, a pagar salarios de hambre. Tan simple -y doloroso- cómo eso.

Entre 2013-2021 el PIB venezolano cayó 82 %; la economía se redujo a apenas el 18 % de lo que era 8 años atrás. ¡Caso único en el mundo en tiempo de paz desde que se llevan estadísticas económicas! Imagine un amigo que pesaba 100 kg, y 8 años luego usted lo ve pesando 18 kg, de seguro casi no lo reconocerá.

Exactamente eso pasó con nuestro tejido económico, que en la práctica se expresa en miles de fábricas cerradas, miles de comercio con la santa maría a raz del suelo, líneas completas de producción desaparecidas, red de transportes y de cadenas de frio que ya no existen, talleres metalmecánicos hoy abandonados, tractores apagados, campos antes sembrados de cereales hoy en barbechos…y paremos de contar.

 En esas circunstancias, la economía no genera «musculo» para que la sociedad -empresas, comercio, Estado- pague dignos salarios.

Reitero: una economía no puede distribuir lo que no produce. Produce poco…distribuye poco. Y, lo que produce una economía, lo distribuye, vía remuneración a los factores de producción que participan en el proceso de formación de su PIB, siendo el factor trabajo el más importante, participando en la distribución del ingreso vía «sueldos y salarios».

Técnicamente, «sueldos y salarios» es, al final, la captación que el factor trabajo hace del producto ‐PIB-, al cual contribuye a formar. Ni más ni menos.

De modo, que la recuperación del salario pasa, necesariamente, porque se recupere la economía nacional, esto es, su PIB; más aún -muy importante-, el ritmo de recuperación de nuestros salarios está irremediablemente condicionado al ritmo de recuperación del PIB.  ¡No hay atajo en esto! Es el camino. El único, y, tiene un nombre: Programa de Ajuste y Estabilización Macroeconómica -Miguel Rodríguez lo denomina Plan de Desarrollo-.

*Una nota final, muy dura, además*

Recuperar el nivel de PIB que teníamos en 2013 -a riesgo de ser repetitivo, para poder recuperar el salario-, partiendo, naturalmente, del nivel actual, que implica, además, un cambio del estatus político nacional, sólo es posible si a partir del año 2023 crecemos a una tasa de 13 % anual durante 15 años. ¡15 años!

Contextualicemos lo anterior. Sólo China, el país que registra desde la Revolución Industrial -1.750- las más altas tasas de crecimiento en el mundo, lo ha logrado, es decir, muy altas tasas de crecimiento durante largos espacios de tiempo.

Japón (BM) lo hizo a 8.8 % anual durante poco menos de una década y media, después de la 2 postguerra.

El periodo de más alto crecimiento observado por el País en toda su historia Republicana fue en el lapso 1950-1978, y lo hizo a una tasa de 6.4 % (BCV).

A ver: lo efectivamente alcanzado por el País -6.4%- en términos de la mayor tasa de crecimiento en lapsos superiores a una década, es 51 % inferior a la tasa de crecimiento objetivo que planteamos para que en 2038 tengamos un nivel de PIB similar – en valores monetarios constantes- al que tuvimos en 2013.

Los errores en economía se pagan…y pasan durísimas facturas.

Si es posible recuperar el salario. Una necesidad perentoria, por demás, sólo que eso no se decreta. Regresar a los salarios dignos que devengábamos en lapsos no tan lejanos no resulta de un deseo sin fundamento de gobernantes y afines, tampoco, de apremiantes necesidades de la masa trabajadora -donde me incluyo-; el asunto, por serio, va mucho más lejos.

Requiere de un programa nacional donde en alineación bien sincronizada lo político, lo económico, legal y marco institucional, con una población civil, consciente de su responsabilidad hacia el futuro, a una, a una recalco, apuesten por la reconstrucción de ésta Nación semidestruida, bajo el grito -bien podría ser- «manos a la obra», cómo solía decir, el «Gocho» -con mayúsculas- aquel, que señaló el camino, y, a una, todo el establishment empezando, por su propio partido, lo envainó, jodiendo así,  al País.