¿Y si me voy de Venezuela?

Ante la cada vez mayor competitividad en el mercado laboral y la difícil colocación en algunas áreas, una de las principales preguntas que se hace un profesional venezolano al salir al ruedo es ¿y si me voy del país?

Incluso sin haber salido de la Universidad ya los estudiantes se hacen esa sencilla pero peligrosa interrogante para la economía del país, dado que -por lo general- se traduce en nuevos y grandes talentos que terminan por convertirse en un número más en las estadísticas de las llamadas “fugas de cerebro”.

¿Cómo me voy? La forma y los obstáculos, largas colas, innumerables gastos, papeleo, maltratos, no importan; la meta: irse porque en Venezuela no hay oportunidades, no hay futuro. Muchas veces, el motivo es simple, se ha tenido la pasión -en nuestra sociedad- por fomentar lo ajeno, sin darle mayor interés a lo propio, otra causa tal vez, el desdén de muchos hacia la lectura, la investigación o a hacer partícipes a los estudiantes de las actividades de extensión. Estas y otras variantes, motivaron la curiosidad de muchos jóvenes talentos a salir a ver qué es lo que había fuera. Pero el problema no es estudiar en el exterior, el problema radica en que, lamentablemente para el venezolano, es más exitoso cualquier profesional egresado de universidad venezolana que gane salarios en euros o dólares en país extranjero con independencia de la actividad que realice, que el venezolano que regresa para seguir haciendo carrera y trabajando por el país.

Pero, la tarea para evitar esa fuga de cerebros, obviamente comienza desde adentro. Este fenómeno obliga a fijar especial atención en los procesos educativos de la Universidad venezolana y es que si bien la movilidad internacional es deseable, porque fomenta el intercambio educativo y cultural, esta no debe finalizar con la tajante conclusión de que lo propio no sirve y que lo extranjero es evidentemente mejor. Y es que –dejando de lado los problemas políticos y coyunturales- uno de los problemas de la educación universitaria en Venezuela, radica en que muchos programas, se enfocan en un estudio eminentemente teórico, que sólo al final de una larga jornada de 5 años y por 200 horas le permitirá al estudiante arribar a las denominadas “pasantías”. Las cuales sólo muestran un pequeño matiz de alguna minúscula actividad, vale decir en lenguaje coloquial “la que te tocó” o la que había disponible.

Pero lo que luce más atractivo a esos jóvenes es que a diferencia de nuestras universidades, en las cuales se deja a un tercer plano la formación práctica, la investigación con los estudiantes en el caso del pregrado y la movilidad internacional para el caso de postgrado, en el exterior se encuentran con un cúmulo de posibilidades laborales y académicas para desarrollar sus potencialidades, con escuelas de negocios que aplican la metodología del caso, con empresas privadas que ofrecen becas de estudios para el desarrollo de proyectos científicos, etc. Lamentablemente en Venezuela, esto parece no revestir mayor importancia, a la educación sólo se le da importancia cuando es utilizada como instrumento político, o para intereses particulares y a pesar de ser teóricamente gratuita, la realidad demuestra que su costo es cada vez mayor.

Desde el punto de vista de la formación práctica, en algunas universidades, existen las llamadas prácticas profesionales, las cuales, en el caso del derecho por ejemplo al final de la carrera ofrecen la resolución de casos prácticos, y en otros, se realizan simulacros de juicios orales en materia de tránsito y penal, pero la realidad es que aspectos como la oralidad y los medios alternos para la resolución de conflictos, se imponen cada día con más fuerza y nuestros abogados no están preparados para enfrentarla. Este es un buen intento por acercar al estudiante a la realidad de su entorno laboral. Pero, no es suficiente. Menos aun ante una economía globalizada que obliga al abogado a emprender un rol aún más participativo. Y es por esta razón que muchos jóvenes profesionales sin tener al menos un año de graduados sienten que su esfuerzo fue inútil, (sin olvidar la dificultad de colocación),
y se dedican a otras áreas para las cuales no están preparados o a buscar entre cielo, mar y tierra la forma de irse de Venezuela.

Esto debe llevarnos a la reflexión. Escuelas como las de Medicina colocan a sus estudiantes en los ambulatorios y hospitales desde el primer año de la carrera y esta debe ser la premisa para todo tipo de formación, si vas a ser ingeniero en Telecomunicaciones tienes que haber visto por lo menos una antena! Entonces, es necesaria e imperante la formación teórico-práctica desde el pregrado y la promoción de la investigación permitiéndole al estudiante participar de ella y no dejarla reservada bajo el velo de las “actividades de extensión” o en un instituto de investigación a los que difícilmente un estudiante tiene acceso. Y en ese sentido resulta interesante el rol de la empresa privada, por medio de la cual se pueden establecer alianzas con las universidades, o centros de investigación para la formación práctica de nuestros jóvenes profesionales en áreas prioritarias para la empresa y la economía nacional, como las de nuevas tecnologías, medicina, ambiente, etc. De manera que estos encuentren motivación y el lugar ideal para el desarrollo pleno de sus proyectos.

El mundo vive en este momento importantes cambios, Venezuela no escapa de ellos. Estamos en un mundo globalizado, como globalizado es el conocimiento. Si bien, es importante entonces dejar de ser simples espectadores y promover el intercambio cultural y educativo fomentando la movilidad internacional entre estudiantes, debe entenderse que esto no es suficiente si no se toman correctivos en el sistema educativo nacional, ya que la idea debe dirigirse a aprender de las experiencias ajenas de sus errores y virtudes, para tomar nuestras propias previsiones y ofrecerle a los jóvenes profesionales un espacio para el desarrollo de sus talentos y aptitudes, de lo contrario, seguiremos dejando la puerta abierta y abonando el terrero, para aumentar la productividad venezolana pero en el extranjero. Es importante instrumentar los programas de becas y formación dirigidos a esas áreas de prioritario desarrollo económico, para reconducir a favor de nuestra propia economía esa cantidad de talentos que abandonan el país, por sentirse a su vez abandonados.

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