Independientemente del camino que tomen las economías regionales en América Latina, los sectores empresariales e institucionales de nuestros países deben adoptar, en el corto plazo, criterios internacionales y normalizados de calidad en su gestión. Ese es sin duda un muy importante primer paso para el desarrollo y aprovechamiento de las ventajas comparativas de cada país en el escenario internacional.
Los ejemplos recientes de países ya consolidados como líderes en la adopción y cumplimiento de criterios de calidad y excelencia, como es el caso de España – cuyo número de empresas certificadas bajo las Normas ISO: 9000 está entre los más altos de toda Europa – , y el creciente empuje que se está dando a las misma iniciativas en las economías más robustas de América Latina – siendo Chile un ejemplo digno de seguir -, no dejan dudas sobre el camino que debemos emprender de forma inmediata. Un camino que requiere la suma de esfuerzos públicos y privados de forma armoniosa.
Hablar el mismo idioma que se ha asumido internacionalmente, en cuanto a los criterios gerenciales y de excelencia aplicables a los distintos sectores, es clave para la supervivencia y desarrollo integral de cualquier economía. En el caso específico de Venezuela, es una verdadera prioridad en el corto plazo, para lo cual se cuenta con la experiencia exitosa de muchísimos países de nuestro entorno y el creciente apoyo de las grandes economías (más y mejores programas de la Unión Europea que en los últimos años han apoyado procesos de certificación ISO 9000 para el sector público y privado de centro y sur América). Adicionalmente, a nivel Iberoamericano se han consolidado programas de excelencia como el FUNDIBEQ, el cual otorga premios a empresas e instituciones de la región que hayan adoptado con éxito el modelo iberoamericano de la calidad y la excelencia – inspirado a su vez en el modelo EFQM (European Foundation for Quality Management) -.
El desenvolvimiento actual de la economía internacional nos hace afirmar, sin lugar a dudas, que los procesos de normalización y certificación de la gestión seguirán siendo indispensables para la penetración y consolidación de nuevos y mejores mercados; los cuales permitirán, a su vez, el desarrollo de los pueblos (a través del consecuente fomento de las inversiones, eliminación de barreras de entrada, cumplimiento de criterios de homologación internacional por parte de las empresas nacionales, fomento del empleo y capacitación continua del recurso humano, etc.).
Gerencialmente hablando, un país de vanguardia, dadas las condiciones actuales, es aquel que fomenta en la práctica la excelencia, promoviendo la adopción de los criterios internacionales de gestión. Venezuela, en los últimos años, se ha mantenido peligrosamente rezagada con respecto a las economías emergentes de la zona, en cuanto a la certificación de los sistemas de gestión de la calidad y las prácticas de gestión a todos los niveles. Esto, sin duda, ha hecho perder importantes oportunidades de modernización de los procesos de gestión pública, ha eliminado oportunidades de promoción de empresas nacionales en el ámbito internacional, y ha disminuido sustancialmente la captación de más y mejores inversiones extranjeras.
A manera de ejemplo, en la actualidad Venezuela es uno de los pocos países de Latinoamérica que no cuenta con un modelo nacional de excelencia reconocido. Las iniciativas que en este sentido se han emprendido han sido en algunos casos muy buenas (existen casos exitosos en el estado Bolívar), sin embargo, se han desarrollado de manera aislada, no han contado con una buena promoción e históricamente, no han tenido el apoyo decidido de los gobiernos. Esto ha hecho que nuestro país, dentro del mundo de las iniciativas de gestión de la calidad y excelencia gerencial, haya tenido un muy pobre protagonismo en los escenarios internacionales y regionales.
A todas luces, nos encontramos ante un problema de voluntad política por parte del gobierno y de compromiso de los principales protagonistas del entorno industrial y económico en general. Ejemplos de buenas prácticas y excelentes resultados hay muchos (de hecho a nivel Latinoamericano hay cada día más); se cuenta con profesionales cualificados (cada vez hay más universidades enfocadas en estos temas e inclusive programas de especialización); y los sectores protagonistas de la economía (dado que es imposible estar ajenos a las exigencias de una economía globalizada, de servicios y del conocimiento) están plenamente conscientes de la urgente necesidad de empezar a trabajar unificadamente y de forma seria en estas iniciativas. Sin embargo, existen otros factores que, dada la experiencia en el ámbito internacional, deben estar presentes para garantizar el éxito en el camino. Entre dichos factores cabe resaltar:
§ Promoción de modelos y premios nacionales de excelencia en la gestión para organismos públicos y privados. Estas iniciativas se deben enfocar a nivel de alcaldías y gobernaciones y estar (de ser posible) en línea con un modelo nacional de excelencia. (Por ejemplo, la Comunidad Autónoma de Madrid en España, cuenta desde hace algunos años con el premio de calidad “Madrid Excelente” que reconoce las experiencias exitosas de organismos y empresas regionales).
§ Otorgar subvenciones oficiales a empresas que asuman normas internacionales de gestión de calidad (ISO 9001, ISO 14001, etc.). Este es el caso de la mayoría de los países de Europa, donde los gobiernos promueven la adopción de criterios de excelencia entre las empresas y dan ayudas específicas en ese sentido.
§ Exigir la certificación de sus sistemas de gestión de la calidad a aquellas empresas que se presenten a concursos públicos o licitaciones. Es el caso de cada vez más países en vías de desarrollo y es una práctica ya asumida en los países desarrollados.
§ Apoyar a nivel nacional la creación de organismos acreditadores (aquellos que acreditan a las empresas que otorgan los certificados de calidad) y certificadores (aquellos que otorgan los certificados).
§ Impulsar la creación de más y mejores iniciativas formativas referidas a la gestión de la calidad. Es prioritario el crear más programas de especialización a nivel universitario y a nivel técnico, y crear organismos públicos especializados en la formación técnica continua gratuita o subvencionada a empresas.
§ Dar el ejemplo desde la administración pública. El gobierno debe dar el ejemplo fomentando la adopción de normativas y modelos de calidad certificados en sus organismos e instituciones (está es una tendencia cada vez más adoptada en las economías emergentes y modernas).
Estos son sólo algunos de los aspectos más importantes que servirían para impulsar las iniciativas de gestión de la calidad como herramientas estratégicas para el desarrollo. En todo caso, la realidad del escenario económico que se nos presenta resultará, más temprano que tarde, en la progresiva adopción de criterios internacionales de gestión. A partir de allí, seguiremos evidenciando como, a través de ellos, podemos transitar con más seguridad el camino que nos convertirá en el país de vanguardia que todos deseamos.