MARTA VÁZQUEZ-REINA – ¿Cómo se aprende más, con la teoría o con la práctica? Los contenidos teóricos son necesarios para avanzar en el aprendizaje de cualquier área de conocimiento, pero para lograr retenerlos y dotarlos de utilidad, es mejor experimentar con ellos. Esto, al menos, promulga la metodología pedagógica denominada «aprender haciendo» («learning by doing»), que desecha técnicas didácticas como la memorización o la evaluación continua, en favor de otras que enseñen a los alumnos a «saber hacer».
«Lo que tenemos que aprender a hacer, lo aprendemos haciendo». Esta cita, atribuida a Aristóteles, es la mejor muestra de que la valoración del aprendizaje experimental sobre el puramente académico no es una moda nueva o una tendencia pasajera, sino que pervive en el tiempo.
Con el paso de los años, numerosos especialistas en educación han contribuido a reafirmar esta sentencia del filósofo griego, entre ellos el pedagogo estadounidense Edgar Dale. El «Cono del Aprendizaje», desarrollado por este reconocido experto, representa una pirámide que explica cuáles son los métodos más y menos efectivos para el aprendizaje. Según esta representación, en la cúspide, con menor incidencia positiva, se ubican los métodos que implican una mayor pasividad del alumno, como leer, ver u oír. Sin embargo, en la base se sitúan los métodos más eficaces, que requieren mayor actividad por parte del aprendiz: experiencia directa, simulaciones, dramatizaciones y demostraciones.
En la actualidad, bajo la denominación «aprender a haciendo» ha surgido una metodología pedagógica que aboga por implantar este tipo de aprendizaje experimental en los sistemas educativos, sobre todo, en los más centrados en la adquisición de conocimientos y la evaluación de los mismos, que en la valoración de las aptitudes prácticas que adquieren los estudiantes con ellos.
Los errores de la educación
¿Cuántos alumnos serían capaces de superar un examen del año anterior sin volver a estudiar? Con esta sencilla pregunta, el profesor universitario estadounidense Roger Schank, uno de los principales impulsores en la actualidad del método «aprender haciendo», delata las insuficiencias de los sistemas de aprendizaje habituales en las aulas. Schank, experto en inteligencia artificial, es el fundador de «Engines for education», una organización sin ánimo de lucro que idea alternativas a la educación tradicional.
Su propuesta está destinada a subsanar los principales errores de la educación actual, según este especialista. Entre ellos, destaca la creencia de las escuelas acerca de que el alumnado tiene interés en aprender los contenidos que ellos han decidido enseñarle, la consideración del estudio como parte muy importante del proceso de aprendizaje, el centrarse en evaluar y comparar y el transmitir a los estudiantes los contenidos que creen que es importante conocer, en vez de lo que es importante saber hacer.
Las consecuencias de estos errores son reseñables. Tal como afirma Schank, una vez finalizada la escolarización del modo en que se enseña en las escuelas en la actualidad, los resultados son los siguientes:
* La mayor parte de lo aprendido por los estudiantes (sin contar los aprendizajes básicos de lectura, escritura y matemáticas), no lo usan nunca en la vida real.
* No saben qué quieren ser cuando crezcan, en muchos casos, ni siquiera el área al cual se quieren dedicar.
* Si acceden al mercado laboral, constatan que carecen de las habilidades que necesitan para su puesto de trabajo.
* Si optan por continuar con la formación universitaria, no saben con firmeza qué quieren estudiar.
Saber hacer
Schank sostiene que para evitar estos resultados, la metodología didáctica adecuada debe basarse en simulaciones lo más cercanas posibles a la realidad, en las que el alumno adquiere un papel activo. De este modo, aprende con la práctica, a través de la realización de pruebas que, en muchos casos, le llevan a cometer errores que le permiten conocer las consecuencias de sus equivocaciones, su origen y cómo resolverlas. La idea es conseguir que, a través de la práctica, la educación prepare a los estudiantes para que sepan hacer las cosas que van a tener que aplicar a lo largo de su vida, tanto profesional como personal.
Esta vía de aprendizaje la impulsó con anterioridad el filósofo y pedagogo estadounidense John Dewey, precursor de la filosofía experimental en pedagogía, que destaca que lo importante en el proceso educativo es qué «haga el alumno, más que lo que haga el profesor». Dewey afirma que la actividad suscita el interés del estudiante y estimula su curiosidad, a la vez que le prepara para adquirir habilidades y destrezas que le serán de utilidad en su vida diaria de adulto.
Modos de aprendizaje
Para llevar a la práctica una actividad pedagógica basada en la acción, Roger Schank y otros especialistas proponen la aplicación de nuevas metodologías didácticas en las aulas, que reporten a los estudiantes aprendizajes experimentales. Éstas son algunas de las más destacadas:
* Elaborar actividades que insten a los estudiantes a usar las habilidades que se desea que adquieran, bajo la dirección de un mentor que les ayude cuando lo necesiten.
* Adjudicar a cada alumno un rol específico dentro de la actividad, de modo que sean conscientes de la responsabilidad que tienen para que se desarrolle de forma efectiva y actúen en consecuencia.
* Diseñar el aprendizaje orientado a fomentar en el estudiante actitudes y valores como la iniciativa, la creatividad, la disciplina y el compromiso.
* Proporcionar al alumno una atención personalizada que le dé la oportunidad de potenciar sus fortalezas y corregir sus debilidades.
* Desechar el aprendizaje basado en la memorización y repetición y promover el razonamiento y la experimentación.
* Al diseñar un currículum, tener en cuenta los intereses y preferencias de los estudiantes.
Fuente: http://www.consumer.es/web/es/educacion/otras_formaciones/2011/02/13/198891.php