Wilfredo Briceño.
El miércoles 11/01/2023, en horas de la noche se anunció lo esencial del acuerdo entre El Fondo Monetario Internacional y la República de Argentina, resultado final producto de las maratónica reuniones entre delegados técnicos de ambas partes.
El FMI, como debe ser, trabaja sobre programas económicos-financieros cuya validación recae en metas a alcanzar en lapsos bien determinados respecto a indicadores macroeconómicos claves.
Resulta pertinente precisar que el propósito no era discutir un nuevo acuerdo de financiamiento, sino reflotar el firmado en 2018 por el expresidente Mauricio Macri el cual fue reestructurado por Alberto Fernández en 2022, siendo el mismo negociado dentro de la línea de financiamiento del Fondo conocido como Programas de Facilidades Ampliadas.
¿Qué se aprobó? Fundamentalmente 3 aspectos a destacar:
1) el gobierno se compromete con llevar a cabo un ajuste fiscal, el cual ya inicio, que determine al cierre del ejercicio 2024 un Superávit Fiscal Primario de 2 %, esto es, la diferencia entre los ingresos y los gastos públicos del Gobierno Central, sin considerar el pago de intereses de la deuda pública externa e interna debe arrojar a final de año un saldo positivo de unos $ 12.000 millones. Meta nada despreciable, que obligará a apretar más el plan de ajuste inaugurado en diciembre.
2) El Banco Central de Argentina debe al final de año arrojar un saldo positivo de Reservas Internacionales acumuladas de $ 10.000 millones. Dicho indicador arrojó en 2023 una resulta negativa que montó en $ 10.000 millones lo que nos habla del esfuerzo por hacer.
3) el fondo se comprometió a desembolsar $ 4.700 millones. Sí, lo que leyó. Solo cubriría el préstamo puente que la Corporación Andina cedió para que la administración Milei cumpliera con pagos de deuda externa en diciembre pasado, más los pagos que por concepto de amortización de capital que Argentina debe pagarle al Fondo el primer semestre del 2024. Prestó para auto pagarse. Nada más.
¿Qué queda por resolver:
1) la deuda a importadores valuada en $ 31.000 millones, que de no honrarse comenzará a romperse la cadena de suministros de insumos importados, básicos para Argentina y para cualquier país.
2) la deuda interna en pesos que suma unos $ 70.000 millones, con vencimiento 2024-2025.
3) la convertibilidad de pesos por dólares por el Banco Central para que las empresas filiales remitan a sus casas matrices unos $ 20.000 para cancelación de dividendos legítimamente ganados.
4) pagos en dólares por concepto de deuda de privados, del sector público con instituciones financieras diferentes al FMI y pagos del ejecutivo a terceros por decisiones de cortes judiciales externas por expropiaciones e indemnizaciones, que suman más de $ 50.000 millones.
5) la aprobación del Decreto de Necesidades Urgentes y la Ley Ómnibus, llamada así por lo amplia y extensa, que modifica, en la dirección correcta, según mi modesta apreciación, decenas de leyes ordinarias con el fin de desregular la economía, reformar el Estado, flexibilizar el mercado de trabajo e imponer modificaciones tributarias, estas esenciales para cumplir el ajuste fiscal.
6) muy importante: la tasa de inflación debe disminuir de modo apreciable medida mensualmente y paralelamente, la brecha cambiaria, diferencia entre la cotización del precio del dólar oficial y el ponderado de las otras cotizaciones, caer abruptamente de su actual 50 % promedio, pues de lo contrario, implotará la competitividad de las exportaciones ganadas con la macro devaluación de diciembre, todo lo cual, detonaría la viabilidad social del plan económico y no se podrá cumplir con las metas financieras adquiridos con el FMI, ya de por sí, complicadas de honrarlas.
Como amante de la libertad, además, que considero al Presidente Milei un representante digno del modelo promercado, visión correcta para alcanzar altas tasas de crecimiento económico con bienestar social, ruego que tenga éxito, pero como economista, observo que el grado de devastación heredada del desquiciado Kirchnerismo, su debilidad política en el parlamento por ser minoría, la ceguera de factores económicos y políticos internos que por ignorancia y miopes intereses se «dan tiros en sus pies» además, el poco apoyo externo, lease FMI, entre otros, veo muy complicado el panorama, no tanto de Milei, sino de la sociedad Argentina, sobre todo, de la clase vulnerable, el 65 % de la población. Y pensar que a inicios del siglo XX era uno de los 10 países más ricos del mundo. ¿Algún parecido con la amada Venezuela?