En este personaje, del que se cumplen 200 años de su nacimiento, se conjugan buena parte de los males de una desvencijada república, repleta de motas, lunares y no pocas actitudes primitivistas. Para una mayoría de la población venezolana es el nombre de una populosa Avenida caraqueña, un sustantivo que se pierde en los confines de una añeja historia que nada tiene que ver con nuestro “novedoso” presente.
Hacemos referencia a uno de los más ilustres pensadores venezolanos del siglo XIX, un hombre que vivió en los inicios del “orden” republicano, de esa nación-campamento de la que nos habló un siglo después José Ignacio Cabrujas. Nos referimos a Rafael María Baralt, quién nació en Maracaibo un 3 de Julio de 1810, y a quien las circunstancias políticas le obligaron a morir en un país lejano (España, 1860). ¿Qué hizo este talentoso compatriota para haber sido condenado al más violento ostracismo por los gobiernos venezolanos de turno? Baralt, escribió con rigurosidad la primera historia de la nación, y en ella hacía referencia a los hechos protagonizados por personajes vivos y en el poder, A la par participó en política a través de la Organización Unión Liberal. Ese fue el pecado mortal de este hombre, que además de historiador, fue periodista, poeta , filólogo y crítico literario. Como en el caso de Bello, fue en el exterior donde fueron valorados sus talentos. En España, particularmente en Sevilla y Madrid, desplegó una importante actividad académica y periodística, siendo difícil escoger una preponderancia entre su calidad literaria y su agudísimo pensamiento político, sobre todo en los que concierne a la democracia liberal.
¿Por qué un intelectual de estos quilates no es conocido por la colectividad? ¿A qué razones obedece que sean los “Carujos” y no los “Vargas” los que son ensalzados y convertidos en estandartes de nuestra nacionalidad? Son éstas y otras interrogantes las que pueden generar las reflexiones, que nos permitan echar las bases de una nación, sana, vigorosa, progresista, solidaria, respetuosa de la justicia y los derechos ciudadanos. Cuando ese tiempo llegue el nombre de Don Rafael María Baralt tendrá el honor que su obra y memoria realmente merecen.
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