“Jorge Rodríguez y Diosdado Cabello aparecen como los “alfiles” del tablero político-institucional que comanda el presidente Hugo Chávez Frías, dentro de la simultanea batalla por la recentralización de competencias y administración de los servicios en Venezuela, sobre la base del abuso del poder. No escapan el ministro de Relaciones Interiores y Justicia, Tareck El Aissami, los diputados y diputadas a la Asamblea Nacional y la dirigencia del PSUV”, así lo informó Manuel Isidro Molina, ex-Presidente del Colegio Nacional de Periodistas, ex-Diputado del desaparecido Congreso y columnista del semanario La Razón.
Para nuestro entrevistado: “Su intención es regresarnos al centralismo puntofijista de 1989, precisamente al «Caracazo», el estremecimiento del sistema político venezolano y la realizaciones de las primeras elecciones de gobernadores y alcaldes. Esa ultra concentración del poder presidencialista es conocida y ha sido sufrida en Venezuela, prácticamente desde 1930 hasta 1989”.
El licenciado Molina expresó que: “Este salto atrás᳠chavista no augura nada bueno para el país, su desarrollo económico o los equilibrios sociales y la estabilidad política. Chávez tendrá más᳠poder, más problemas y más resistencia. La ultra concentración del poder en Caracas, se traducirá en un detrimento de los desarrollos regionales y locales; más, con el autocratismo que caracteriza enfermizamente a nuestro Presidente, quien vulnera la Constitución para remar contra la corriente de la historia y las realidades contemporáneas, en Venezuela y en el mundo”.
Con relación al pase de autoridad en los puertos y aeropuertos del país al gobierno central, el ex congresista expuso que: “La voracidad controladora de puertos, aeropuertos, policías y demás servicios de seguridad, vialidad y circulación vehicular, políticas ambientales, educación, salud y demás materias propias de la interacción de los organismos descentralizados y como Rector del Poder Público Nacional, no descansa en proponer las directrices gereciales destinadas al bien público, sino en la visión partidista del poder, su degradación personal, y la constante aspiración de triunfar políticamente sobre los contrarios”.
Según el ex presidente del CNP: “Chávez quiere dominar todo, absolutamente todo. Se cree el dueño de Venezuela. Su estrecha visión a convertir al país -en una especie de «cuartel» sometido a los designios de un jefe, (por lo que todos quienes habitamos y compartimos en esta nación debemos ser subalternos suyos)”.
“Arrastra a su enriquecida burocracia y a sus seguidores, con la vieja y simplona conseja de la zanahoria y el látigo. Y no entiende otra opción ni posibilidad. No se siente parte del Poder Público Nacional, sino jefe de la mente de sus seguidores en su condición de «Jefe de Estado», una especie de suprapoder que hace de los magistrados de los poderes Legislativo, Judicial, Ciudadano y Electoral, subalternos suyos”.
El licenciado Molina dice que: “Así, cuartelariamente, entiende su desempeño como «Comandante en Jefe de la Fuerza Armada Nacional», asignado por la Constitución al Presidente de la República, frustrado en la rebelión militar del 4F/1992. Quiere gobernadores y alcaldes sumisos, subalternos suyos, sin liderazgo real ni con potencial de desarrollo político y democráticos como: El «Rey»: no quiere «reyesitos» ni «reyezuelos» en estados y municipios”.
Un fenómeno que describe nuestro consultado, es que “Chávez no tolera la disidencia ni la natural independencia de verdaderos magistrados electos por el pueblo o designados por la representación popular en sus diversos grados, de acuerdo con la Constitución. Ni siquiera respeta a sus seguidores: ¿Cuánto valor para Chávez tiene un diputado nacional o regional, un gobernador, un alcalde o un concejal? ¡Ninguno! Todos deben obedecerle, sin chistar; por eso, los gratifica melosamente cuando son lo suficientemente adeptos y los amenaza y castiga cuando le son «desobedientes». No importa si roban o fracasan administrativamente en sus gestiones, para los genuflexos siempre habrá impunidad protectora, como se lo ha garantizado -junto a sus enriquecidos subalternos de los Poderes Públicos Nacionales- a los Miquilena,ᬠBarreto, Cabello, Manuitt, Acosta y tantos otros, en cuyas gestiones nacionales y regionales maceraron fortunas y algunos llegaron a estructurar verdaderas mafias de la corrupción administrativa, el narcotráficoᦩcomo y la violación de Derechos Humanos. Ese malandraje, cuando le sirve perrunamente, (con el perdón de los caninos), es bueno; y mejor, si callan para siempre -disciplinadamente-«.
Para concluir, nuestro entrevistado manifestó que: “El tiempo permitió la postulación del régimen chavista, tan presidencialista y centralista como todos los fracasos venezolanos entre 1830 y 1989. La macrocefalia estatista no perdona, como lo está demostrado históricamente”.
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