Crónica de un Viaje al Extranjero

Mi vuelo era con destino a Miami, mismo que realicé por intermedio de la Empresa TACA, aerolínea que también está comenzando a operar a nivel nacional con varias frecuencias.

En este viaje al extranjero la ruta sería Lima a San José de Costa Rica y luego de 1 hora aproximadamente, tomaba la conexión en la misma línea a Miami.

Había llegado como mandan las ordenanzas, 3 horas antes. Fui el primero y, la verdad, el no hacer nada durante la espera para embarcar, aburre. Entonces me puse a ver cómo funcionaban los servicios del aeropuerto y las actividades que se derivaban del mismo. En primer lugar, comencé con los servicios de taxis en nuestro ejemplar aeropuerto y descubrí que hay como 6 líneas diferentes, acreditadas para dar el servicio . Una opera dentro de la sala de salida internacional de pasajeros y sus tarifas son sumamente altas. Las otras operan en la parte exterior dentro del mismo aeropuerto y es muy común ver a los taxistas conversando amenamente con nuestros policías. Al margen de ver las unidades muy antiguas en su mayoría, lo que definitivamente no es una buena imagen para el país.

Pude comprobar que los pasajeros, que toman el servicio de las empresas que operan al exterior, son prácticamente desbordados por todos los taxistas de las diferentes empresas autorizadas en el aeropuerto, tal cual mercado ambulante, lo que llega a ser molestoso realmente y lo más penoso es que, de acuerdo a la cara del turista, se aplica la tarifa y son realmente precios exorbitantes; en otras palabras: asaltantes de cuello y corbata, prestándose la policía al hacer demostraciones sumamente amigables con estos individuos, de que lo que cobran es normal.

Algo que no logro entender, es que si un taxi que no es de estas líneas llega al Aeropuerto a dejar algún pasajero y se le ocurre parar, porque lo detiene un cliente para hacerle el servicio de salida, son multados por la PNP.

Busqué al oficial PNP responsable, un Capitán a quien le expliqué lo que estaba pasando y le pregunté si dentro de esta anomalía, ellos podían hacer algo. A lo que este señor me replicó con 50.000 excusas, que eso no era su problema; lamentablemente tampoco pudo explicarme de quién era el problema, pero en fin, uno como buen peruano ya está acostumbrado a estas formas raras de vivir y permitir dentro de nuestra querida sociedad y, sobretodo, escuchar estas absurdas respuestas de falta de interés o a lo mejor, complicidad.

Luego, fui a recorrer las tiendas y restaurantes de nuestro ejemplar aeropuerto. Definitivamente locales de primera y franquicias mundiales conocidas, da gusto realmente, salvo los altos precios y personal no preparado adecuadamente para atención al público. Lástima este último punto que lo desmejora y nos desmerece.

Acá me acordé de ese refrán de explotación: Paga lo mínimo, gana lo máximo, sin importar el daño que hagas. Sería interesante escuchar un comentario de las Instituciones representativas del sector al respecto, si es que realmente les interesa el país.

Bueno regresando a mi viaje, estábamos todos en la sala de espera listos para abordar, pero la verdad que la masa de viajeros dentro de los que me incluyo, estábamos desconcertados. No sabíamos si hacer fila y a qué lado, ya que habían varias y todo era producto del personal de la aerolínea, misma que no sabía dirigirnos apropiadamente. Dentro de mi pensaba que, al menos, dentro de la nave sabrían operar adecuadamente en caso de emergencia. Abordo y viendo al personal operar, me hizo recordar esos viajes folclóricos en nuestros buses interprovinciales, cuando el cobrador se para en medio del pasillo y comienza a manipular el aparato de CD, mismo que en este caso igual al de los buses, se encontraba encima de unos pasajeros; uno de los espacios para poner equipaje era el centro de operaciones para ponernos la película. Claro que acá tenía un valor agregado. Comenzó a salir un líquido por el costado del equipo y cuando el mismo se preparaba para esparcirse, como quisiera en la cabeza pelada de un pasajero, muy hábilmente fue detenida en el aire de su desagradable objetivo por el encargado de manejar el equipo, dicho sea de paso, de manera muy hábil. Definitivamente ya tenía mucha experiencia en esto.

El vuelo muy tranquilo y los pilotos excelentes, conductores y aeronave de primera. Eso no se puede dejar de mencionar, como tampoco el hecho de que, cuando conversaba de lo más ameno con un señor bastante mayor, costarricense, quien retornaba a su país procedente de Uruguay, fuimos abruptamente interrumpidos en nuestra coloquial charla acerca de las bondades de su país, por un joven de la tripulación (peruano) que traía el almuerzo, quien fácilmente podría ser su bisnieto, joven que con un fuerte y sonoro tono de voz, se dirigió a mi ocasional acompañante y le preguntó: TU ¿QUÉ QUIERES COMER?, ¿PASTA O POLLO? (Forma de tratar a todos los pasajeros), lo que me hizo suponer que debía haber estado posiblemente sirviendo en algún recinto militar, antes de entrar a trabajar en esta línea aérea y que, definitivamente, de educación no conocía ni siquiera el significado. Y para terminar, lo que llamaría una atención deprimente, pusieron una película de dibujos animados con tema propio de niños para clientes adultos en un 100% en ese momento. Debo suponer que algún miembro de la tripulación la quería ver.

Bueno, llegamos a San José. A la hora de salir, me despedí de las personas que había tenido el gusto de conocer y quedaban en su país, lógicamente con las promesas de mantenernos en contacto.

Saliendo del avión, pregunté a dónde me dirigía para tomar el otro vuelo, indicándome la tripulación que afuera me orientarían. Ilusa esperanza la mía. Me tuve que recorrer todo el terminal preguntando qué vuelo iba a Miami, cuando a minutos de despegar el vuelo encuentro la puerta correcta. Unos jovencitos con caras de asustados, me piden que muestre lo que llevo en los bolsillos. No querían ver lo de mi maleta de mano, sólo lo de mis bolsillos y les pregunte quiénes eran, mostrándome sus credenciales de seguridad del aeropuerto. Acto seguido me decomisaron mi encendedor solamente y le dije que eso no estaba prohibido, de acuerdo a las regulaciones internacionales. Argumentaron que en Costa Rica sí, a lo que les sugerí que eso debían advertirlo en Lima para tomar las previsiones necesarias; como fuera les dije: Yo se los regalo. Acto seguido corrí al avión, ya que el piloto poco faltara para que, con las manos fuera de la ventana de la cabina, me hiciera señas para que me apurara.

La llegada a Miami fue buena y, como nunca, atendido en forma cordial por el oficial de inmigraciones.

Al tomar la movilidad del aeropuerto en Miami a mi lugar de destino, pude constatar que las tarifas, en menos de 5 meses, habían aumentado en cerca de un 20% (mal síntoma), pese a la gasolina ser más barata que en Perú. En Miami, por ley, se maneja tarifa plana del aeropuerto a la ciudad, lo que ayuda a proteger a los visitantes de taxistas sinvergüenzas. Algo que se debería imitar en nuestro principal Aeropuerto.

(*) Asesor Empresarial

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