Siempre he sentido que tal como nos comportamos como personas nos comportamos como organización. Mucha gente aprende a comportarse de una manera en el trabajo y de otra en otros entornos, pero quizás no saben, que tarde o temprano, la conducta que nos identifica sale a la luz reflejada en nuestras relaciones laborales, en las decisiones que tomamos y en el curso que toma nuestra organización, por ello es de suma importancia descubrir cómo somos asumiendo el compromiso de vernos y sin justificarnos, adoptar la actitud de darnos la comprensión que merecemos por la valentía de atrevernos a comenzar de nuevo. Las organizaciones van reflejando a través del tiempo lo que son las personas que la integran, es así como pueden mantenerse sanas en el tiempo o enfermarse.
Pero, ¿cómo puede enfermarse una organización?
No es fácil mantener la fe, el valor y la energía en el contexto altamente competitivo de hoy, cada día nos propone afrontar nuevos desafíos que ocurren en nuestras vidas o en nuestra empresa, en ese vaivén, de pronto sentimos que todo cambia a nuestro alrededor y que el contexto que rodea a nuestra empresa, ya no es el mismo y sentimos a “flor de piel”, el estremecedor encuentro con la necesidad de romper con lo que ya estaba establecido, pero nos damos cuenta, que cambiar “cosas” en nuestra empresa, nos exige un cambio a nivel personal… la “enfermedad” comienza cuando alguien, confrontando el dilema entre tener que hacer un cambio personal, empresarial o aceptar la realidad sin hacer nada, rechaza la primera opción: cambiar, entonces la “enfermedad” comienza a contagiar a todos y a la empresa.
Ante este escenario, podemos observar conductas como:
1.- Bueno, trabajo mecánicamente y cumplo con el horario, sólo me interesa cobrar el 15 y el último, ¿para qué innovar?…
2.- ¿Sabes qué?, ¡yo me voy de esta empresa!, doy para más, aquí no encuentro crecimiento personal ni profesional …
3.- ¿Qué me importa lo que esté sucediendo en la empresa, que importan sus problemas?, que lo arreglen los dueños…
Sin duda alguna, estas opciones añaden conflictos entre los miembros de una organización, puede desencadenarse un caos, la gente, en lugar de motivarse por buscar soluciones, se quejan, critican, o no hacen nada, pero aunque el caos trae consigo aprendizaje, sólo puede ser visto de esta forma si lo internalizamos y nos motivamos a descubrir sus raíces para comprenderlas.
“La enfermedad” no siempre es un problema empresarial, sino un problema personal de quienes trabajan en la empresa, ésta puede comenzar en cualquiera de los niveles, gerencial, operativo o técnico, observar cómo afrontan la “enfermedad” los gerentes y las empresas, nos pueden llevar a aprender sobre nosotros mismos y los demás, algunas veces nuestros gerentes, nos sirven de ejemplo en sentido positivo o negativo, o nuestros compañeros, nos enseñan nuevas formas de enfrentar las situaciones o de evadirlas, en fin, si nuestra empresa está en el escenario destinado a reestructurar lo que ya está establecido, entonces, elegir una estrategia de cambio nos beneficia a todos, especialmente si todos dentro de la organización participamos en el mismo y estamos dispuestos a cambiar.
Autor: Gilda Carolina Díaz Gallardo
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