La propaganda como política de estado ha tenido su máximo exponente en Joseph Goebbels, ministro de propaganda del Nazismo, quien la utilizaba como un asalto a fondo a la mente y los sentidos, para crear una nueva psicología un “hombre nuevo”, la propaganda, la cultura y el arte se utilizaban tanto para ocultar como para persuadir y su efecto fue impresionante. El Estado “manufacturaba” pensamiento y también emociones: los grandes mítines se organizaban con una elaborada escenografía, creando un marco grandioso y una atmósfera adecuada para que las masas se identificaran con Hitler y la nueva Alemania.
Hoy en la Venezuela arruinada de Maduro no hay chance para embaucar a una nación y llevarla al holocausto como sucediera otrora, lo que no impide que suframos una despiadada campaña publicitaria gubernamental las 24 horas del día, financiada con el presupuesto nacional violando el art. 67 de la CRBV, sometiendo sin límites ni escrúpulos a la población a un descarnado mensaje, donde toda la población debe tragarse al ritmo de jingles “el amor y la paz” del Estado, en presencia de un centenar de asesinatos, el asalto de las SS a la AN y las violaciones a miles de detenidos ilegalmente.
Lo más grotesco lo resume los mensajes de los “candidatos” a la constituyente fraudulenta, quienes entre insultos a la gramática y a la prosodia, donde el que más sufre es el teleprompter, concentran su evidente esfuerzo cerebral en cumplir con el guión del discurso oficialista, que en representar a los millones de ciudadanos que manifiestan liderar. En verdad aspirar a ir a una constituyente para otorgarle rango constitucional al tema de la pesca de arrastre, recoger la basura por la contaminación ambiental, legalizar misiones, crear empleos, controlar inflación, derechos de los discapacitados, entre innumerables disparates, es sencillamente la ignorancia más supina del actual estado de derecho consagrado en las leyes y la constitución vigente.
Entre tantas barbaridades publicitadas permiten dar a conocer las verdaderas intenciones criminales de los rasputines de la constituyente fraudulenta, como lo dijera un candidato obrero “terminar de exterminar a la burguesía explotadora”, instaurar los consejos de trabajadores y así eliminar sindicatos y contratos colectivos, implantar en definitiva “el estado comunal con las comunas productivas”, en un contexto como manifestara demagógicamente un flamante candidato empresarial de DICOM en el bolsillo, podría convivir la empresa privada con el Estado.
Ahora bien en que puede derivar un proceso electoral hacia una constituyente de pensamiento único, promocionada sobre todo por un personaje que aparece en TV con una macana gorila, de lenguaje escatológico, inescrupuloso, distorsionador de toda verdad en función de sus macabros intereses, en la extinción de la nación, ya que de concretarse nos degradaría al siglo XIX, cuando cada caudillo redactaba una constitución a su medida, hasta que se conquistara definitivamente el sistema democrático a mediados del pasado siglo XX.
Ante tamaña encrucijada la población ha reaccionado y prepara la exigencia definitiva a la dictadura, se debe suspender de inmediato la constituyente fraudulenta, de lo contrario ya ha comenzado en todo el territorio nacional el ejercicio del 333 y el 350, como respuesta en defensa de la Constitución, la Nación y la Democracia.