En Venezuela, hubo un aumento progresivo de la pobreza entre los años 1.978 al 1.988, llegando la pobreza crítica a estar en el 36,4% y la extrema en el 73,4%. Producto de ello, en 1.989, se produce un estallido social de grandes dimensiones. Para los años 1997-2006, la línea de ingreso de necesidades básicas insatisfechas, pobreza coyuntural 75,1% y pobreza crítica 24,9%; hogares en situación de pobreza, según línea de ingreso año 1.997: pobres 48,1%, 2001 pobres 39,0% y 2007 pobres 27,5% en el año 2.007 (INE); organismos como CEPAL han reconocido la reducción de la pobreza e indigencia en Venezuela, las cuales ubica en 18,4 y 13,3 respectivamente; sin embargo, las cifras siguen siendo elevadas y las que son resultado del Instituto de Estadística en Venezuela, se les da poca credibilidad por el afán del gobierno en mostrar resultados, para evidenciar su eficiencia y desmontar un supuesto aparato mediático en su contra.
En líneas generales entendemos por desarrollo, el nivel de vida de una sociedad para la cual las necesidades primarias y secundarias se satisfacen mediante la utilización racional de los recursos y servicios y cuya característica, principal es que los bienes y servicios se encuentren al alcance de todos los individuos, hecho que se traduce en integración social y económica, disminuyendo la marginalidad.
Para el logro de esos niveles de desarrollo social, los Estados deben diseñar políticas públicas para que sus nacionales puedan satisfacer sus necesidades, hasta considerar que su nivel de vida es satisfactorio. La Asamblea General de Naciones Unidas declaró el 4-12-86, la Declaración sobre el Derecho al Desarrollo. En su artículo 3: “…los Estados tienen el derecho y el deber de formular políticas de desarrollo nacional adecuadas, con el fin de mejorar constantemente el bienestar de la población entera y de todos los individuos, sobre la base de su participación activa, libre y significativa en el desarrollo y en la equitativa distribución de los beneficios resultantes de éste…la igualdad de oportunidades para el desarrollo, es una prerrogativa tanto de las naciones como de los individuos…”.
La lucha en este siglo es contra la pobreza. Amartya Sen ganó el premio Nóbel de Economía, por construir el índice para medir la pobreza teniendo en cuenta el bienestar de los individuos. La igualdad como derecho humano es la base y razón de ser, para que los gobiernos efectivamente brinden a sus nacionales el mismo trato, para las mismas oportunidades. La igualdad es un problema ético, dice el premio Nóbel.
El centro del desarrollo es el ser humano: “…reconociendo que la persona es el sujeto central del proceso de desarrollo y que toda política de desarrollo debe por ello considerar al ser humano como participante y beneficiario del desarrollo…”. Siendo el actor principal del desarrollo EL SER HUMANO, debe el Estado acercarse a él, ¿quién es?, ¿cómo es?, ¿qué siente?, ¿qué sueña?, ¿para dónde quiere ir?, ¿cómo quiere ir? Esta es una red social que debe conformar el Estado, donde ciudadano y gobierno, logren materializar las necesidades de la gente. Una práctica nefasta en nuestro país, que ha sido reiterada, en el sentido de que el gobernante ejecuta obras, hace proyecciones, planifica soluciones, sin contar con la opinión de la comunidad. Con esta práctica se ha desmarcado el gobierno de la gente, así los ciudadanos van por un lado y el gobierno por otro, de tal manera que escuchamos expresiones cómo: “él si hace, pero lo que él quiere”. No ha habido voluntad política, para cumplir con el Sistema Nacional de Planificación programado en la Constitución. Los consejos locales sólo funcionan para firmar y aprobar lo que diga el Alcalde, (salvo honrosas excepciones); no existen jueces de paz en los municipios y lo poco que se está conformando son los Consejos Comunales, porque es la gente y no la dirigencia partidista la que ha entendido la necesidad de la organización.
En definitiva, el desarrollo de una nación debe ir de la mano con los niveles de desarrollo individual de los habitantes, en la medida en que los Estados diseñen políticas públicas efectivas para la inclusión de todos sus nacionales, sin distinciones partidistas, raza, religión o sexo, a los bienes y servicios, tendremos un país en vías de desarrollo sustentable.
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