MARIA MANERA – ¿Debería recurrir a suplementos de vitamina D si no tomo el sol? ¿Es necesario que consuma lácteos enriquecidos con calcio? ¿Es cierto que si soy vegetariano necesito suplementos de vitaminas? En materia de nutrición y alimentación, en especial en el caso de los suplementos nutricionales, son muchas las dudas que se plantean, ya que las recomendaciones acerca de estos productos, ya sea a través del personal sanitario, la publicidad o los consejos de amigos, son múltiples, variadas y, a menudo, confusas y erróneas. Conscientes de esta situación, la Oficina de suplementos dietéticos del Ministerio de Salud de Estados Unidos ha habilitado en su página web un nuevo apartado con respuestas para los consumidores sobre algunas de las dudas más repetidas sobre estos productos, ya que muchos de ellos se toman con demasiada ligereza. En algunos casos, un aporte extra de nutrientes es necesario, pero en otros es más o menos recomendable y, en ocasiones, es preferible evitarlos.
¿Es necesario tomar suplementos nutricionales?
Algunos nutrientes obtenidos a partir de suplementos pueden ser de gran utilidad para quienes no cubren los requerimientos a partir de alimentos.
La estrategia más adecuada para promover un estado nutricional y de salud óptimos que reduzcan el riesgo de enfermedades crónicas es escoger una amplia variedad de alimentos ricos en nutrientes. No obstante, algunos de los obtenidos a partir de suplementos nutricionales pueden ser de gran utilidad para las personas que no pueden cubrir sus requerimientos a partir de alimentos. Es el caso de situaciones vitales cuyas necesidades aumentan o la restricción voluntaria u obligada (por salud) de determinados alimentos. Forman parte del primer grupo las mujeres embarazadas, que deben tomar suplementos de ácido fólico y yodo para el correcto desarrollo del feto, y los lactantes, durante el tiempo que dure el amamantamiento. El segundo caso es el de los vegetarianos estrictos, que cubren sus necesidades de vitamina B12 (presente solo en alimentos de origen animal) a partir del consumo habitual de alimentos enriquecidos en ésta o a través de suplementos.
Cabe recordar, no obstante, que los ciudadanos europeos gastan 1.500 millones de euros en complementos alimenticios, muchos de ellos innecesarios, según las autoridades en la materia. Además, no todos los consumidores conocen la eficacia real y la seguridad de los suplementos, y una ingesta excesiva y continuada de los mismos puede tener efectos perjudiciales para la salud.
Por ello, es necesario que los profesionales sanitarios, personal médico, dietistas-nutricionistas y también los farmacéuticos que están en los puntos de venta, conozcan las indicaciones y la correcta utilización de los suplementos nutricionales o complementos alimenticios para educar a la población en esta materia. Al mismo tiempo, las instituciones tienen que velar por un buen control de su seguridad, publicidad y etiquetado, así como por un adecuado seguimiento de los posibles efectos adversos.
El calcio de los suplementos
La principal diferencia entre las clases de calcio que incluyen los suplementos nutricionales es su forma química. Los dos tipos más habituales son el carbonato cálcico y el citrato cálcico. El primero se absorbe mejor cuando se toma mezclado con alimentos, mientras que el citrato cálcico es el más idóneo para los suplementos de calcio tomados con el estómago vacío. En cualquier caso, ambas formas se absorben bien por el organismo.
El calcio también puede encontrarse en alimentos enriquecidos con el mineral, cada vez más abundantes, y esta fortificación nutricional no se limita a los productos lácteos. Zumos, galletas o panes integran la lista de productos a los que se ha añadido este mineral. Son habituales las declaraciones nutricionales y los mensajes publicitarios: «con calcio de la leche», «con calcio y vitamina D», «con carbonato cálcico», etc. El tipo de calcio de estos productos puede ser el mismo que el de los suplementos, o bien fosfato tricálcico, con menor disponibilidad para el organismo. También empieza a ser habitual el uso del alga calcárea Lithothamnion calcareum f. Corallioides, que con un 85% de carbonato cálcico, resulta una buena fuente de calcio. Conocer el grado de disponibilidad de los distintos tipos de calcio y su mejor forma de consumo es esencial para obtener el efecto deseado.
El dilema de la vitamina D y el sol
La vitamina D es un nutriente que la piel del organismo es capaz de sintetizar a partir de la exposición solar, aunque también se puede obtener por la ingesta de algunos alimentos (pescado azul, lácteos, huevos y alimentos enriquecidos). Sus funciones en el organismo son múltiples, aunque una de las más importantes está relacionada con la salud ósea.
Alrededor de la mitad de las necesidades de vitamina D se cubren por la exposición natural y controlada al sol, y el resto por medio de la ingesta dietética, a través de alimentos ricos en vitamina D o suplementos. La recomendación general de los expertos aboga por obtener los nutrientes, siempre que se pueda, a partir de los alimentos. Según el Instituto de Medicina de Estados Unidos, las ingestas recomendadas de vitamina D (Dietary Reference Intakes for Vitamin D) son las siguientes: niños de 0 a 12 meses, 400 Unidades Internacionales (IU) o 10 microgramos (mcg); niños entre 1 y 13 años, 600 IU o 15 mcg; adolescentes y personas adultas de ambos sexos, mujeres embarazadas y lactantes, 600 IU o 15 mcg; mayores de 70 años, 800 IU o 20 mcg.
No obstante, conocer la cantidad de vitamina D que se ingiere a través de los alimentos es complicado. Respecto a la exposición solar, se sabe que hay que limitarla para reducir el riesgo de cáncer de piel. Por ello, saber si se cubren las necesidades de este nutriente y dar recomendaciones concretas e individualizadas resulta complejo. De forma general, la Organización Mundial de la Salud recomienda exponer la cara y los brazos al sol durante unos 30 minutos al día para lograr una producción adecuada de vitamina D. Siempre se deben evitar las posibles quemaduras. El consejo de tomar suplementos de vitamina D solo está claro para los siguientes grupos:
* Personas mayores, por la menor eficiencia de su piel para sintetizar vitamina D.
* Individuos de piel oscura, ya que estos tienen mayor dificultad para la síntesis de la vitamina.
* Personas que padecen enfermedad de Crohn o celiaquía, que no absorben la grasa de forma adecuada ni los nutrientes liposolubles, como la vitamina D.
* Personas con obesidad, debido a que la grasa corporal dificulta la llegada de la vitamina D a la sangre.
* Bebés y niños pequeños con lactancia materna, ya que ésta puede carecer de la cantidad necesaria para cubrir sus requerimientos.
La decisión sobre la necesidad de tomar un suplemento de vitamina D debe estar en manos de un profesional sanitario cualificado, que evaluará la ingesta de vitamina D a partir de la alimentación, el tipo o color de piel y la exposición solar que se recibe. También puede ser de utilidad evaluar los niveles de vitamina D en sangre a partir de un análisis.
SUPLEMENTOS A BASE DE PLANTAS
A menudo, se piensa que los productos etiquetados como «naturales» o «a base de plantas» son intrínsecamente seguros. Pero esto no siempre es así. La seguridad de los suplementos compuestos por plantas depende de sus constituyentes químicos, de cómo actúan en el organismo, cómo se preparan y la cantidad que se toma, entre otros factores.
Según esto, pueden resultar nada o poco efectivos o, por el contrario, tener efectos significativos sobre el organismo e interaccionar con medicamentos y otros suplementos, por lo que es imprescindible que la prescripción de estos productos esté en manos de los profesionales de la salud pertinentes.
Fuente: http://www.consumer.es/web/es/alimentacion/aprender_a_comer_bien/complementos_dieteticos/2011/04/12/199975.php