DUROS COMO EL ACERO

 Durante el año 2023 la industria inmobiliaria china presentó claros síntomas de crisis, que se arrastran todavía durante el presente año. La crisis de un sector tan importante como ese, en cualquier país del mundo, trae consecuencias sobre el conjunto de la vida nacional.  En el caso de un país con tanta presencia y tanta vinculación con el mercado internacional, como lo es China, esas consecuencias se hacen presentes también, en otras economías relacionadas comercialmente con China.

La crisis inmobiliaria ha hecho bajar dentro de ese país la demanda de fierro y acero, lo cual se traduce en que la propia industria siderúrgica y los sectores proveedores de la misma, tienen que bajar sus niveles de producción, acumular volúmenes sin vender y/o bajar sus precios de venta, para poder mantenerse en el mercado. Los efectos negativos de toda esta situación pueden atenuarse si ese acero logra colocación en otros mercados internacionales, aun cuando para ello haya que bajar el precio de venta. Eso puede parecer como una situación positiva para los países que carecen de una industria siderúrgica de relativo peso en su mercado interno, pues se verán favorecidos por el precio más bajo de un producto que están en la obligación de importar en toda la intensidad que su mercado lo demande. Pero toda esa misma situación puede resultar no tan positiva para países que si tienen un desarrollo siderúrgico de mediana importancia, pues se verán enfrentados a una competencia de productos más baratos   provenientes del exterior, que amenaza con sacarlos de su propio mercado nacional, con el consiguiente efecto negativo sobre producción y empleo.

Esa es la situación que enfrenta la siderúrgica de Huachipato, sobre la cual la prensa nacional ha venido informando en las últimas semanas. Frente a ello, Chile ha decidido protegerse por la vía de las salvaguardias, es decir, por la vía de elevar el arancel que enfrenta el producto importado para dejar en mejor posición competitiva al producto nacional. Todavía no se conoce con precisión el nuevo nivel arancelario, pero ya parece un hecho que se caminará por esa vía.

Pero Chile no es el único que enfrenta situaciones de esta naturaleza. También Brasil, a través el Ministerio de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior, ha iniciado recientemente una investigación sobre este problema del acero, ante la presión de los sectores siderúrgicos afectados. Idéntica situación enfrenta Colombia. El Comité Colombiano de Productores de Acero ha solicitado al gobierno que se tomen medidas de salvaguardia.

Ni Colombia ni Brasil tienen tratados de libre comercio firmados con China, pero ambos han llevado adelante grandes y sostenidos esfuerzos en los últimos tiempos para fortalecer el comercio con dicho país, y no es fácil entrar en conflicto con algún socio que tiene tanto poder en el comercio internacional contemporáneo y con el cual se ha buscado con tanto esfuerzo incrementar las relaciones. Internacionalmente, sin  embargo, sobre todo a nivel de la Organización Mundial de Comercio, hay convenios y normas a los   cuales se podría apelar para enfrentar circunstancias como las presentes.

Pero para un país pequeño no siempre basta con tener la razón, cuando se trata de conflictos con países poderosos. China produce el 54 % del acero mundial, y Chile y Colombia compran cada uno el 1.1 % de las exportaciones chinas de dicho producto. Brasil, a su vez, compra el 2.5 %. Separados, cada país pesa poco, pero juntos llegan al 4.7 % de las ventas internacionales chinas, lo cual es un porcentaje un poco más elevado, si es que se pudiera negociar y buscar de conjunto una solución a un problema que es común. Desgraciadamente la vieja idea de que la unión hace la fuerzas no siempre se visualiza como la fórmula ganadora, pues cada uno sigue creyendo que es suficientemente fuerte como para pleitear y ganar solito. 

Image by OpenClipart-Vectors from Pixabay

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