El sistema económico está conformado por entidades dinámicas, cuya naturaleza y consecuencias generan cambios que impactan en los sistemas en los que están insertos; actuando en dos sentidos:
§ En sentido pasivo, es un ente cambiante que reconoce los cambios sufridos en su entorno más directo y se adapta a los mismos.
§ En sentido activo, los cambios representan retos que obligan a entender la naturaleza de los factores e implican alteraciones en los conocimientos y comportamientos, en las formas de hacer las cosas y en las cuestiones de orden económico, político y social.
En este contexto, el estudio del desarrollo local representa el marco conceptual en el cual debe ser entendido el carácter espacial de los sistemas económicos. En el que la competitividad y el desarrollo económico local se ubican en tres escenarios de competencia:
§ El primero se refiere a cualquier tipo de actividad económica, no sólo la de orden productivo sino también en los servicios públicos y privados;
§ El segundo es la localización geográfica, tiene que ver con cuestiones de proximidad, concentración, dispersión y sobre la similitud o diferencia de los aspectos espaciales; y
§ El tercero, se refiere a las interpretaciones sobre los límites elásticos que las competencias económicas estén en la disposición de asumir riesgos.
Durante más de un siglo las teorías económicas que han prevalecido, en su intento por explicar el desarrollo económico, han recurrido a grandes variables, tales como mercado, modernidad, ciencia y tecnología. Estos procesos de transformación implicaron profundos cambios en las grandes capacidades y las habilidades tradicionalmente dominadas. Por un lado, la crisis de las grandes empresas instó a una variación de los modelos de organización y de la producción. Por otro lado, la misma geografía del desarrollo económico se caracterizó por modificaciones increméntales y radicales. (Krugman, 1995 y Krugman et al. 1999)
En sentido amplio, el elemento competitivo induce a la modernización y diferenciación de los productos y los servicios en el mercado, y es un factor añadido a la base del coste relativo de los factores, como lo son los complejos y delicados mecanismos de naturaleza social. Bagnasco (1988), Becattini (1987, 1989, 2000), Rullani (2000), Benzi y Sacchi (2002), Sforzi (2003) y Vázquez Barquero (1999, 2002, 2005), entre otros, han estudiado que este nuevo cuadro interpretativo privilegia la relación entre el sistema productivo local y la sociedad local.
El desarrollo y la competitividad económica local tienen implícita la necesidad de la implementación de relaciones de coordinación y cooperación entre los agentes. El interés medular en la cooperación consiste, en que ésta es el resultado de la suma de los intereses egoístas, los cuales se transforman en los intereses generales del grupo. (Berumen, 1997)
Para que sea posible el desarrollo económico local, es necesaria la activación y el mantenimiento de estrategias ordenadas y coordinadas de orden público, privado y mixto, y a los diversos niveles de gobierno. Así pues, la construcción de un modelo de competitividad y de desarrollo económico local se basa, en la disponibilidad de recursos, en su cantidad y calidad, y en sus posibilidades de combinación, transformación y valorización, entre otras.
En el camino hacia la construcción y consolidación del desarrollo económico local, se deben considerar los activos como el capital humano, las organizaciones, los recursos naturales, las instituciones, las políticas y la infraestructura física; en el afán de permitir que surjan oportunidades para los residentes de la localidad, incrementar su ingreso, mejorar su educación y así fortalecer los clusters en sectores clave para las regiones y las localidades.
La competitividad se refleja en la posición relativa de los agentes en la concreción de fines orientados al desarrollo económico. Esta competitividad lleva implícita la competición, con otras regiones y localidades que busquen los mismos fines y que hayan establecido la misma estrategia sustentada en la alianza entre los agentes participantes.
Finalmente, el logro de la competitividad aplicada al desarrollo local, es la traducción en un mayor nivel de satisfacción del ciudadano, manifiesto en el logro de mejores condiciones de vida: éstas se alcanzarán mediante el mejor desempeño de una amplia variedad de actividades identificadas con la eficiencia, la eficacia y la calidad de la comercialización de productos, control de procesos, de la investigación de mercados, del diseño y desarrollo de productos y servicios, de finanzas, de capital humano y de elaboración y procesamiento de datos.
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Referencias
Krugman P. (1995). Development, geography, and economic theory. Mass: The MIT Press.
Krugman P., Fujita M. y Venables A. (1999). The spatial economy. Mass: The MIT Press.
Bagnasco A. (1988). La costruzione sociale del mercato. Bologna: I1 Mulino.
Becattini G. (1987). Mercato e forze local: il distretto industriale. Bologna: I1 Mulino.
Becattini G. (1989). Modelli local di sviluppo. Bologna: I1 Mulino.
Becattini G. (2000). Dal distretto industriale allo sviluppo locale. Torino: Bollati Boringhieri.
Rullani E. (2000). “crescita e innovazione nel Made in Italy”. En Quadro A. y Fortis M. Il Made in Italy oltre il 2000. Bologna: I1 Mulino.
Benzi C. y Sacchi F. (2002). Promozione dell’innovazione e sviluppo económico locale: temi, problema e linee d’azione. Pavia: Comune di Pavia.
Sforzi F. (2003). The Institutions of Local Development. U. K.: Ashgate.
Vázquez Barquero A. (1999). Desarrollo, redes e innovación. Madrid: Pirámide.
Vázquez Barquero A. (2002). Endogenous development. London: Routledge.
Vázquez Barquero A. (2005). Las nuevas fuerzas del desarrollo. Barcelona: Antoni Bosch.
Berumen S. A. (1997). En busca de la sociedad perfecta. Guatemala: Óscar de León Palacios.