“La muerte de todo hombre me desminuye,
porque yo soy parte de la humanidad.
No preguntes jamás por quién doblan las campanas:
doblan por ti”
John Donne
La Globalización cada día genera en el mundo efectos multiplicadores de acuerdo al interés de los países, instituciones, organizaciones, empresas, personas, efectos que no puede ignorarse porque muchas veces se tornan amenazas, como también dan paso a oportunidades.
En el Caso Venezolano, específicamente en lo concerniente a la región de Carabobo, que es industrial, se nota como han aparecido nuevas escuelas de administración, postgrados sobre esta especialidad, así como un gran número de diplomados que involucran temas de la ciencia administrativa.
Todos ellos prometen ser los mejores en el desarrollo de las habilidades, formación del gerente del presente. Simplemente, habría que detenerse a evaluar la calidad de sus programas, planta de docentes, vinculaciones con el sector empresarial, solución de problemas, aportaciones a modelos que den paso a nuevos paradigmas administrativos que favorezcan a las empresas.
Se sabe, como nos los indica Raquel San Martín, que en los Estados Unidos, existen hoy unas 800 escuelas de negocios, 200 más que hace diez años, en su gran mayoría dependientes de universidades. Su programa-insignia es el Master in Business Administration (MBA, léase “embiei”), un postgrado en administración de negocios de dos años de duración, “full time”, que ofrece formación general en administración, finanzas, “marketing”, operaciones, logística, recursos humanos y estrategia empresarial.
Hoy, el MBA concentra sólo al 20% de los estudiantes. Los programas más demandados, en realidad, son los Executive MBA, de contenidos similares, pero diseñados para ejecutivos con experiencia laboral, que se cursan de manera intensiva. Paralelamente, las escuelas han diversificado su oferta y hoy, la mayor aceptación la tienen los cursos cortos y los armados a medida para las empresas.
Pero, en voz más baja, en las mismas escuelas de negocios reconocen las diferencias de calidad. “En muchos postgrados de negocios, no hay rigor en el proceso de aprendizaje, que se plantea en términos muy ambiguos y poco claros. Se tiende mucho más al uso de eslóganes y está todo viciado, por un lenguaje más marketinero que educativo”, de acuerdo Jorge Mosqueira, consultor en desarrollo organizacional y docente universitario. Afirma que: “Muchos de estos posgrados no implican un verdadero salto académico”
Raquel San Martín, en el diario la Nación de Buenos Aires, Argentina, publica un interesante artículo que nos permite evaluar el boom de las escuelas de negocios, el alcance de lo que en el mundo están generando las escuelas de negocios en la formación de una nueva élite de profesionales y al respecto señala: “Profesionales nómades y transnacionales, quienes hacen carrera hoy en las empresas sin fronteras, comparten una experiencia que los hermana en la diáspora: haber pasado por una escuela de negocios. Verdadero motor de la economía globalizada, las escuelas que forman ejecutivos actúan allí donde el impacto es más certero, es decir, en la cultura de las personas que tendrán poder al frente de las empresas. Los nuevos empleados y gerentes móviles, acostumbrados a la competencia feroz, a los salarios millonarios, a no echar raíces por mucho tiempo en ninguna parte, comparten el uso de una infraestructura física extendida por el globo (edificios en zonas residenciales, hoteles, aeropuertos), un lenguaje, ideales y la conciencia de la necesidad de “la capacitación permanente”.
Nos agrega, “portadoras activas de la “internacionalización” de los negocios, las escuelas de negocios –la mayoría de ellas dependientes de universidades- representan el sector más dinámico de la educación de postgrado. A imagen y semejanza del sistema norteamericano que las vio nacer, la formación ejecutiva dio por tierra con los pruritos académicos y supo adaptarse a las demandas del mercado. A tal punto que se han convertido ellas mismas, en un gran negocio y en muchas universidades financian postgrados e investigaciones en ciencias básicas y humanas”.
Nos señala en su trabajo, Raquel San Martín, que : “Las escuelas de negocios, tal como hoy se las conoce en todo el mundo, son una invención norteamericana, que sólo hace pocas décadas tomó la “internacionalización” como bandera y que, desde la década del 90, sofisticó sus programas de estudio, hasta convertir la gestión empresarial en “la ciencia del management”, que transmiten tanto profesores doctorados en sus especialidades, como ejecutivos exitosos que cuentan cómo lo lograron. Con un lenguaje propio y compartido, las escuelas prometen enseñar a “liderar el futuro”, “pensar estratégicamente”, “implementar la innovación”, “impactar en el negocio”, “construir empresas inteligentes” y “desarrollar una mentalidad internacional”. Para ingresar, además de un buen CV y dinero o financiamiento, se requiere “actitud emprendedora”, “creatividad”, “visión pluralista” y, el leitmotiv, “capacidad de adaptación al cambio constante”.
Los contenidos son una democrática mezcla de conocimientos duros –de finanzas, marcos legales y administración general, con recetas que remiten casi a la autoayuda: cómo ser exitoso, armar un equipo de trabajo donde la gente no discuta, respaldarse en Platón para armar un plan de marketing o motivar a los empleados sin aumentarles el sueldo. Pero desde las escuelas, esas críticas encuentran respuesta: ““Aquí hay una confusión entre una escuela de negocios y otras instituciones. Una escuela de negocios tiene un cuerpo de profesores con masteres y doctorados en las distintas disciplinas del management. La mayoría de los asistentes son empresarios y directivos, con o sin grado. Y somos proveedores de las empresas”.
Considérese, señala Raquel San Martin, que según el ranking que todos los años realiza el diario británico Financial Times, ocho de las diez mejores escuelas de negocios están en los Estados Unidos, que tiene 59 en el listado de las 100 mejores instituciones. Wharton, de la Universidad de Pennsylvania, encabeza el ranking, seguida por las escuelas de negocios de Columbia, Harvard y Stanford.
En el podio de las diez mejores, hay dos europeas: London Business School, en el quinto lugar, e Insead, de Francia, en el séptimo puesto. El MIT, Tuck, Kellogg, la escuela de negocios de la Universidad de Nueva York y la de Yale también son reconocidas, mientras en Europa se destacan el Instituto de Empresa, IESE y Esade, de España, y el IMD, de Suiza. Un dato: una escuela china, Cebis, subió del puesto 21° al 11° en el último año. Lamentablemente ninguna escuela de negocios venezolana figura.
Una universidad está hoy a la vanguardia, cuando se “internacionaliza”, es decir, firma convenios con pares en otros países, desarrolla posgrados e investigaciones conjuntos, tiene programas de intercambio para sus docentes y atrae estudiantes extranjeros.
Para algunos, incluso, representa una industria rentable, como sucede en Canadá, Estados Unidos, Gran Bretaña, Nueva Zelanda y Australia. Según cifras de la UNESCO, hay hoy 2.455.250 jóvenes que estudian fuera de sus países de origen, pero atraviesan las fronteras sólo en ciertos sentidos. El 70% de ellos se dirige a América del Norte y Europa Occidental. El mayor receptor de estudiantes extranjeros del mundo, es Estados Unidos (23,3%), seguido por el Reino Unido (12,2%), Alemania (10,6%) y Francia (9,7%). Los más grandes exportadores de estudiantes son, por su parte, China (14%), seguida de lejos por la India (5%), Corea (3,9%), Japón (2,5%) y Alemania (2,3%). La UNESCO llama la atención sobre algunas tendencias: los estudiantes africanos prefieren las universidades de las antiguas metrópolis; los de Europa Oriental se inclinan por Alemania como primera opción; y los de Asia central se trasladan a Rusia. En América latina hay 36.536 extranjeros (sólo el 1,49% del total), el 66% de los cuales proviene de países del mismo continente.
De todo ello nos queda la inquietud: ¿ Cuál es la calidad de nuestros egresados de las escuelas de negocios venezolanas?, ¿qué rol realmente están desempeñando nuestras escuelas de negocios, más, cuando sabemos que no existen estudiantes de tiempo completo, se cuenta con muy pocos docentes e investigadores experimentados, pocas líneas de investigación proactivas y deficiente número de tutores, además de muchos programas desactualizados?; entonces: ¿qué lugar ocuparíamos en el ranking mundial? Por último, ¿no es que nuestras escuelas de negocios son un producto más de comercialización que genera buenos dividendos?
La respuesta la tiene usted, lector….
*Fuente: Diario La nación, Buenos Aires, Argentina (Raquel San Martín)
Dirección-E: Dirección-E: [email protected]