Afortunadamente los venezolanos todavía tenemos razones para mantener viva la fe en el país: apenas tres días después de esta declaración de Chávez, nos enteramos de que nuestra Orquesta Nacional Juvenil Simón Bolívar, dirigida por Gustavo Dudamel, había sido ovacionada en el Reino Unido. Mi amiga Iruña Urruticoechea, quien me avisó que en la BBC estaban transmitiendo el concierto, me dijo: «estoy llorando de la emoción, pero que yo llore no tiene nada de raro: me tiene conmovida la comentarista de la BBC quien está emocionadísima, y ya no encuentra cómo alabar a los muchachos, a Dudamel, a José Antonio Abreu…»
Supimos del premio James Conlon que le otorgaron al joven y talentoso director Carlos Izcaray, por su participación en el Festival de Aspen 2007. El premio es uno de los cuatro premios de dirección del festival y como fue creado este año, Carlos fue el primero en recibirlo.
Supimos también que nuestra Schola Cantorum fue ovacionada en Nueva York y Londres. «Una bomba musical», opinó Peter Sellars, director artístico del festival New Crowned Hope, de Nueva York. «Un conjunto coral robusto», dijo The New York Times. Y la prensa londinense los calificó como «una sonoridad exótica» y «punto culminante del Festival».
Y el mismo 22 de agosto, reportó Janeth Méndez en El Universal, que «una red de orquestas teje en Venezuela sueños de libertad», con el inicio de la primera gira de conciertos de la Red de Orquestas Penitenciarias, que coordinan en conjunto las Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela y el Ministerio de Relaciones Interiores y Justicia. Esta iniciativa es la primera en el mundo y se quiere replicar en el resto del país.
Estoy convencida de que el futuro pertenecerá a la gente de paz. Porque mientras haya música, las divisiones podrán convertirse en reconciliación, las desilusiones en esperanza, las tristezas en alegrías y los rifles en instrumentos musicales, que no son otra cosa que una de las más bellas expresiones materiales del amor.
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