El tiempo y el comportamiento humano.

El tiempo que se use en leer esta entrega (que al inicio parece ser una clase de física, pero no es así) no será un gasto, sino   la inversión para la nueva manera de entenderlo.

É. Arenas P.

Todo no es como se piensa que es; una vez, se dijo: «La Tierra es plana» y con el paso del tiempo se le vio ovoide desde el espacio.

Al pasar el tiempo, la comprensión de la causa de la fuerza gravitatoria mutó: Newton (1642-1727) enunció que tal fuerza se debe a la atracción que un cuerpo de mayor tamaño ejerce sobre otro más pequeño; luego, Einstein (1879-1955) asentó que se debe al efecto deformante que ejerce la geometría de ubicación de los cuerpos con masa en el cosmos sobre la disposición estructural del universo (un «pack de tejido espacio-tiempo» deformable donde las tres dimensiones -largo, alto y ancho- están con Cronos: el tiempo lineal, la cuarta dimensión de la Física).

El tiempo es la magnitud física con la que se mide la duración y separación de los sucesos. El tiempo permite ordenar los sucesos en secuencias relativas al observador, asentando un pasado, un futuro y el presente (lo no pasado ni futuro respecto a otros).

Julián Barbour (físico, profesor retirado en la Universidad de Oxford, docente del College Farm del Reino Unido) propuso un cambio para la idea del movimiento del tiempo como punto de partida para la comprensión apropiada de esta dimensión miembro del “pack» antedicho.

Su modelo surge del desarrollo de los principios de la teoría de la relatividad especial que hace saber por qué existe la gravedad de Einstein, partiendo de que el espacio y el tiempo están relacionados.

Barbour planteó en «El punto Jano: una nueva teoría del tiempo». Jano (el dios de las puertas, los comienzos y los finales) es representado con una cabeza con dos caras (una mira hacia uno lado y la otra a otro).

Tal teoría cuestiona el movimiento exclusivo del tiempo hacia adelante y propone un universo de dos caras, con un tiempo que se mueve simultáneamente en 2 direcciones opuestas (lo que pide entender dos conceptos: la segunda ley de la termodinámica y la entropía).

La segunda ley de la termodinámica establece que un sistema evoluciona siempre hacia un estado más caótico, pero no al revés (que el grado de desorden molecular de un sistema- sólo puede aumentar, nunca disminuir) y que a medida que la energía se transfiere y se transforma, parte de ella se disipa (desperdiciándose).

Por tal ley se dice que el tiempo avanza linealmente en una sola dirección: en la que aumenta el desorden, porque -en la visión tradicional de la Física- éste aumenta con el paso del tiempo, así el universo llegará algún día a su máximo estado de entropía: al desorden total (Teoría del Caos).

Barbour no cree que el tiempo esté yendo en una única dirección hacia un conjunto desordenado de partículas.

Él dice que el error en tal idea está en que esa segunda ley se hizo pensando en un espacio delimitado (donde la energía y el calor -una forma intermedia de energía- pasaban de un lugar a otros) y querer aplicar eso en lo cósmico creyendo que lo que ocurre en un espacio cerrado es lo mismo que pasa en el infinito, pues en éste no crece la entropía, sino la complejidad; así, el paso del tiempo equivale al aumento de la complejidad de ese sistema compuesto cuyo comportamiento y propiedades no son evidentes a simple vista.

Al ser así, la flecha del tiempo no avanza hacia la entropía total (el desorden caótico máximo), sino hacia un sistema cada vez más estructurado que va expandiéndose indeteniblemente sin fronteras y en todos los sentidos desde el Big Bang, el gran estallido: el inicio del universo, instante en que el tiempo comenzó a correr en todas las direcciones, determinando que la energía se esparza -en vez de disiparse- en un cosmos acentuando su complejidad.

Lo planteado por Barbour va más allá del Cronos: trasciende hacia el ámbito de Kairós (otra simbolización del tiempo, con una definición de “momento justo”) porque lleva implícito un mensaje para la vida, del cual nace su pedido de que cada quien tenga un cambio de actitud hacia la existencia, pensando en el bien de los demás, haciendo que él aconseje Carpe diem: «Aprovecha el día de hoy; confía lo menos posible en el mañana”, consejo de Horacio (65-8 aC., poeta latino), en un libro de Las Odas, a su amiga Leucone, una locución latina que significa «vive el momento», “Vivir el momento presente” de Chiara Lubich, evocaciones de la regla de oro: ¡no hay tiempo que perder!

Germain Tobar -investigador, Universidad de Queensland- halló matemáticamente que los viajes en el tiempo (al pasado y futuro) son, al menos teóricamente, más posibles que nunca y sin paradojas que los impidan. Nadie ha conseguido viajar en el tiempo y probablemente eso vendrá con problemas de difícil solución.

Entonces, ya no todo es como se piensa, que en el universo no todo avanza lineal e indeteniblemente en una sola dirección hacia un caos total, sino hacia una complejidad cada vez más estructurada (como es en lo humano), sin fronteras y de un modo cada vez más poderoso y variado.

Como la flecha del tiempo, el comportamiento del ser humano (CSH) evoluciona y se hace complejo y hasta en doble vía: cambiando de seguidor (guiado) a líder (guiador) y viceversa.

Las características de ambos personajes no siempre son evidentes a simple vista, ya que con ésta sólo se percibe la punta del iceberg; lo demás: está sumergido; por esto, para saber del CSH individual hay que hurgar en ambos lados de la complejidad que puede ocultar una estructura entrópica en el humano y con el paso del tiempo la comprensión y el accionar del humano pueden mutar y la cronología de los sucesos no siempre es relativa al observador.

Respecto del CSH y el tiempo, siendo líder o seguidor, lo recomendable es «no dejar para mañana lo que se pueda hacer hoy», pues «el tiempo es oro»; entonces, a «aprovechar cada día». No dejar pasar el tiempo brindado por la vida ni dejar a un lado su trascendencia al futuro, que es incierto, pero puede preverse y diseñarse en la medida de lo posible.

Al despertar cada mañana se decide si seguir en cama o levantarse a lograr los sueños. Nada llega solo, hay que meterle ganas, poder, inteligencia, imaginación, intuición, dedicación, eficacia, eficiencia, gratitud, amor, empatía y mucha pasión; al hacerlo así, no hay limitaciones ni caídas en errores ni equivocaciones.

La flecha del tiempo será testigo de que no existe equivocación posible.

(*) Basado en ideas de Carlos Serrano, en BBC News Mundo, con aportaciones del equipo de Gerencia en Acción.

Imagen de FunkyFocus en Pixabay

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