El valor de valorarnos

Extraído del Diccionario de la Real Academia Española, (R.A.E.).
1- Alcance de la significación o importancia de una cosa, acción, palabra o frase.
2- Subsistencia y firmeza de algún acto.
3- Fuerza, actividad, eficacia o virtud de las cosas para producir sus efectos.
1- Cualidad del ánimo, que mueve a acometer resueltamente grandes empresas y a arrostrar los peligros.

Hablamos de valores y principios morales, hablamos de cómo tratar a los demás, de que debemos aplicar diariamente los valores en nuestras acciones, etc. Pero, ¿y nosotros? ¿Cuál es nuestro verdadero valor? ¿Aplicamos los valores en nosotros mismos?; porque si no lo hacemos, ¿Cómo lo podríamos hacer con los demás?. ¿Realmente nos amamos, nos respetamos, nos toleramos, nos somos leales? ¿Somos responsables con nosotros mismos?

Hago todas estas preguntas porque, muchas veces, escudamos con la palabra amor, permitimos que se nos maltrate, que se nos humille; permitimos la deslealtad, la agresión, la injusticia, la irresponsabilidad, etc.; sin detenernos a pensar, que lo que estamos haciendo, es fomentando en otras personas la aplicación de los anti-valores, los cuales nos afectan directamente a nosotros
mismos.

Recordemos que para que los demás cambien, primero debemos cambiar nosotros. Debemos detenernos a pensar y a analizar que es lo que deseamos para nosotros, porqué nos sucede lo que no deseamos. Estudiemos el significado de cada valor y como lo estamos aplicando en nuestras vidas. Amar no significa tolerar el maltrato, la agresión. Empecemos por amarnos a nosotros mismos, por mimarnos, cuidarnos, hablarnos con dulzura, cuidar nuestro cuerpo, alimentar positivamente nuestra mente y nuestro espíritu.

Alejémonos de las personas agresivas, malintencionadas, envidiosas y soberbias. Rodeémonos de gente con valores, positivas, de buenos sentimientos. Para amar a los demás, debemos primero hacerlo con nosotros mismos.

En cierta ocasión, escuche a una mujer quejarse ante un consejero de que su esposo; era una persona muy tacaña. La respuesta que le dieron fue que el esposo era como era, porque ella se lo permitía; si él no compraba la comida, ella la compraba; si él no pagaba los servicios de agua, luz, teléfono, etc, ella lo hacía. El consejo que recibió era que si ella quería cooperar lo hiciera, pero que no cargara sola con todos los gastos. Mientras más ella lo hacía, más dejaba de hacerlo su esposo. Cada cuál llega hasta donde se le permite llegar.

Muchos padres solemos quejarnos de lo mal que nos tratan nuestros hijos, de que no nos respetan, de que no quieren estudiar ni cumplir con sus deberes; pero nos hemos detenido a pensar ¿por qué se comportan de esa manera? ¿será que nosotros se los permitimos, que no establecemos reglas o límites a sus comportamientos o que muchas veces creemos que dándoles cosas materiales en lugar de nuestro tiempo nos vamos a ganar su amor y su respeto?.

Nuevamente insisto en que primero establezcamos los límites y reglas en nosotros mismos. Qué estamos dispuestos a tolerar, (sin confundirnos con el aguantar), y qué no. Nuestros límites terminan donde empiezan los de los demás y viceversa.

Por favor, que una de nuestras metas para este nuevo año 2008, sea aplicar los valores en nosotros mismos para que, de esta manera, poder aplicarlos coherentemente en los demás. Amémonos y amemos en todo el sentido de la palabra.

Disfrute el día.

«No te entremetas con el iracundo, ni te acompañes con el hombre de enojos, No sea que aprendas sus maneras, y tomes lazo para tu alma» (Prov. 22: 24-25).

«El que tiene en poco la disciplina se desprecia a sí mismo, mas el que escucha las reprensiones adquiere entendimiento» (Prov. 15:32).

(*)Motivadora / Costa Rica

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