¿Es necesario que la comunicación sea sincera y transparente?

“Ser claros, directos y sinceros en lo que decimos
o comunicamos nos asegura buenas relaciones
interpersonales; la sinceridad y la transparencia
definitivamente deben ser la base de la comunicación
efectivas de las organizaciones

A. Cortés

Para contestar la interrogante que identifica el espacio de hoy, es primordial tener en cuenta varios aspectos importantes; inicialmente, saber y entender que la vida diaria de toda persona integrada a un colectivo transcurre casi siempre en instituciones y/u organizaciones públicas o privadas, en donde interactúa con otros y otras. Al hacer parte de dichas entidades, el individuo puede expresarse y lograr de una manera u otra un crecimiento personal que le permite encajarse y hacer parte del entorno social.
Por otra parte, dichas instituciones y/u organizaciones al componerse de personas deben tener flujos claramente establecidos de comunicación que permitan que cada persona pueda interactuar e interrelacionarse de manera adecuada, no sólo al interior, sino con cualquier audiencia externa.

El poder del Estado se hace presente en la reticencia para entregar información que la ciudadanía necesita y que la ley le obliga; si se pretende incrementar la calidad de la democracia, se debe transitar por caminos de claridad jurídica que diserten sobre la transparencia y el acceso a la información. Un elemento importante y que vincula al ente gubernamental con la sociedad es la utilización de enlaces mediáticos desde la comunicación social gubernamental.

Entonces, los flujos de información que se administre al interior y exterior de dichas instituciones deben ser claros, planificados y concretos, para que se conviertan en una herramienta de dirección basada en una retroalimentación constante.

La transparencia, como una concepción física, indica la cualidad que tienen los materiales que permiten el paso de la luz, cuando sucede lo opuesto, cuando el objeto impide la transparencia, tenemos a la opacidad como característica inherente a ello.

Este símil se articula con el acceso a los procesos comunicacionales y la transparencia en la administración pública, ya que ésta, en su ejercicio cotidiano, tiene como obligación sine qua non el paso de la luz, lo transparente, y en oposición a tal característica, sólo muestra el desempeño opaco de su función.

En un estado democrático, el poder se encuentra acotado por un sinfín de apoyos constitucionales que impide que los gobernantes abusen de las prerrogativas que éste les otorga.

Así, José Antonio Aguilar, en su aportación al tema, define a la transparencia comunicacional gubernamental como: “el acto de dejar que la verdad esté disponible, para que otros la vean sin tratar de ocultar u opacar el significado o alterar los hechos para poner las cosas bajo una mejor luz”.

Las entidades gubernamentales encuentran en la actividad comunicacional un espacio idóneo para socializar su conducta misma que obliga a la transparencia y a la rendición de cuentas.

La facultad de difundir, que otorga el derecho a la información, se convierte en una ventana que oxigena la vida democrática cuando el ciudadano tiene acceso a la información, no sólo de manera personal y directa, sino también a partir de los medios colectivos de información. La actividad que realizan éstos, se convierte en un diálogo con el ciudadano cuando percibe y puede corroborar las acciones que realiza el gobernante. Se crea y estimula así una cultura de la información necesaria en una sociedad democrática. Los medios colectivos de información son el instrumento ideal para ello, y en ello el gobernante tiene que encontrar un aliado y no un enemigo.

Se debe trabajar para que la sociedad venezolana reciba, desde la comunicación gubernamental, sólo mensajes de verdad. Tales hechos abonan la democracia y contribuyen a la tranquilidad social cuando se concibe que una de las definiciones de la palabra información es: la posibilidad de reducir el grado de incertidumbre y ello es obligación del Gobernante.

Es común que en las universidades en donde se enseña comunicación social, se refiera, como elemento didáctico, la metáfora de la habitación oscura, que dice que si estamos en un espacio así y encendemos un cerillo, la luz muy tenue del mismo nos permite caminar con mucha cautela porque la información es deficiente; en la medida en que esa luz se hace mayor, hasta que se enciende un foco de mucha potencia en el centro de la habitación, nuestros movimientos se ejecutarán con mayor seguridad porque tenemos un panorama claro. El foco, elemento de información y transparencia, nos permite conocer el entorno e impide que estemos en un mismo lugar a oscuras, con muy pocas posibilidades de caminar con seguridad. Ello también se aplica para la comunicación gubernamental. El apremio es clarísimo.

De las ideas y conceptos antes expuestos para los miembros de las estructuras informales de dichas instituciones y/u organizaciones, la salud y bienestar de las mismas depende directamente de los procesos comunicacionales eficientes y transparentes que se puedan implementar y que abarquen a todos los componentes -humanos y materiales- tanto del contorno interno y externo.

Dentro de estas expectativas de los miembros de la estructura informal y de la colectividad en general como oyentes se contempla conocer y justipreciar la salud física-mental-psicológica de sus líderes y seguidores. De no estar satisfechas, se afianza la incertidumbre y se altera el rumbo a seguir.

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