Ubicándonos en el mundo empresarial, es impresionante la diversidad de declaración de valores y, por supuesto, no puede faltar la unión familiar. Se percibe constantemente como se hacen esfuerzos por una integridad sólida, amplia, buen juicio; todo con una conciencia de la realidad del día a día, que se adapta a ella para lograr así el bienestar común, sin decir, la dosis de logros de autoestima y prestigio que se le endosa a la población que hace vida allí, desarrollando confianza, empuje, con miras de potente y flexible pero irrompible integridad…dicen!
Así pues, mi apreciado lector; debemos definir algunas palabras y para ello nos apoyamos en el Diccionario de la Real Academia Española. Las palabras consultadas son:
CORRUPCIÓN: Nos dice que es acción y efecto de corromper, también especialmente en las organizaciones públicas; la define como la práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores.
VICIO: Falta de rectitud o defecto moral en las acciones. Hablar con descaro y desenfado, diciendo lo que se le viene a la boca, sin reparo alguno. De allí que debemos lograr tener la lengua conectada con el cerebro y el corazón, cuando queramos emitir una opinión.
Nuestra última palabra consultada es ENFERMEDAD, y el Diccionario nos indica que es una pasión dañosa o alteración en lo moral o espiritual, e inclusive, de la salud.
Pero… ¿qué podemos decir de la Integridad, esa que tanto se menciona en nuestras empresas, como vía para apartarnos del flagelo de la corrupción?
La Integridad: Como explica Carter, exige distinguir entre lo que uno meditativamente considera justo / correcto y lo que considera incorrecto / inicuo y elegir luego lo primero. Esto aunque su puesto esté en juego, logrando un equilibrio extraordinario en condiciones adversas y ante posibles presiones y tentaciones.
Al consultar el artículo del conferencista internacional, José Fernández en cuanto al tema, observamos que ante estas apreciaciones se nos pueden ocurrir cosas como, por ejemplo, que un dictador puede ser perfectamente íntegro y un presidente de gobierno democrático puede ser corrupto y que podemos ver el integrismo como un exceso condenable de integridad.
Recordemos que como corrupción, se puede entender desde la codicia hasta lo meramente negligente. Esto nos hace identificar entes laborales que hacen de estas prácticas su norte, marcando la diferencia y por supuesto ganándose la clasificación que le corresponde.
Personas integras
• Actúan ética e intachablemente.
• Honradas y sinceras.
• Admiten sus errores o desaciertos.
• Sus posturas están fundamentadas en sus principios aunque resulten impopulares.
• Responsables y profesionales.
Personas no integras
• Utilizan la empresa para hacer negocios de carácter personal.
• Reciben comisiones de proveedores de servicios a tal efecto
contratados.
• Castigan económica y psicológicamente a los colaboradores que conservan independencia de criterios.
• Practican el acoso sexual aprovechando su puesto de poder.
• Benefician a los amigos o familiares a cargo de la empresa.
• Distribuyen privilegios entre los empleados de forma caprichosa o bajo intereses personales.
• Hacen de la mentira y el cinismo herramientas habituales de comunicación.
Humillan públicamente a los subordinados.
• Utilizan medios y fondos de la empresa para fines particulares.
• Practican artificios contables para evadir impuestos y otros fines.
Sobre la base de estos argumentos, ¿a dónde se ubica usted?….
… Como reflexión final debemos considerar que el hombre superior es recto pero no rígido.
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