La poderosa nación del norte vive sus propias contradicciones: crisis económica, el primer presidente negro con alta popularidad, empleos cada vez más temporales y alta cesantía, más velocidad, entretenimiento las veinticuatro horas del día y los 7 días de la semana, aire menos limpio, televisión acelerada, malas escuelas, un sistema sanitario y de pensiones en quiebra, déficits económicos, mayor esperanzas de vida, aterrizajes perfectos en Marte, información en tiempo real, menos racismo, hiperdietas, y por supuesto, más velocidad.
Agreguemos a esto la nueva generación de estafadores piramidales y la relajación de las normas de control que había establecido la Sarbanes Oxley el 2002, a raíz de los escándalos de balances fraudulentos con el caso Emron.
A este calidoscopio cabe añadir las crecientes contradicciones de la vida estadounidense. Anuncios de Viagra y manifestaciones antitabaco y mercados libres, pero con aranceles y subvenciones.
Ni los propios estadounidenses saben cómo evoluciona el país, ni cómo se saldrá de la crisis.
Dos millones de niños en los Estados Unidos no frecuentan las escuelas. Son educados por sus propios padres en sus casas. En 1999 eran 850.000.
Hace dos tres décadas atrás se daba por descontado que los Estados Unidos era un gigante al cual se le habían acabado las pilas. Para sustentar este argumento no era sino mirar alrededor y ver cómo industria tras industria, en sectores tradicionalmente líderes, por ejemplo computadores y automóviles, iba cayendo ente la avalancha competitiva japonesa.
Pero ahora la crisis es de confianza, centrada principalmente en los Bancos.
Pero muchos desconocen la capacidad de reinvención de los estadounidenses. Se trata del principal sitio del mundo, donde se ensaya la actividad emprendedora con avidez y se aceptan las nuevas ideas y estilos de vida, hasta extremos casi increíbles. En los laboratorios no están sólo las tecnologías, sino que el arte y cultura, pautas sexuales, sagas cinematográficas, estructuras familiares y modas, nuevas dietas y deportes, sistemas superiores de educación, nuevas modas en el management y la psicología, religiones de nuevo cuño y modelos de empresa totalmente nuevas que los latinos solo nos dedicamos a copiar.
Pero los estadounidense quieren en su interior, que las máquinas funcionen más de prisa y las personas más despacio, y por lo visto experimentan innumerables nuevas formas de convertir en riqueza datos, información y conocimiento, más que cualquier otro país en el mundo.
Estados Unidos es el lugar donde se permite que se cometan errores que, a veces, conducen a adelantos sociales o económicamente valiosos para toda la humanidad. Es el único lugar donde casi cualquier fracaso puede redimirse, y donde a los que triunfan tras haber fracasado, no se les avergüenza sino que se les idolatra. Es el país donde ser empresario es lo que más admira la gente. Contrario a otras latitudes, donde ser empresario es mal visto por la sociedad y el éxito y la ambición son temas descalificados.
Los grandes laboratorios pueden permitirse errores. Si no se arriesgan a errar, no aventuran por el futuro y, Estados Unidos, está haciendo casi todo para alcanzarlo.
Es el único país del mundo, que reinventa sus procesos basándose en sus propios recursos, sin probar ideas de otros países.
Pero no a todos les gusta vivir en ese ambiente. Experimentar puede traer muchos problemas.
Muchos anhelan en ese país volver a los años 50, cuando el país vivía la era industrial y donde ser un país industrializado era lo máximo. Inclusive algunos todavía usan el término,“ser industrializado”, como el ser un país desarrollado.
Si usted cree por casualidad que esta crisis a Estados Unidos le traerá serios problemas, esta equivocado. No esta considerando la capacidad que tiene ese pueblo de soñar y colocar en práctica nuevas ideas, que como siempre nos sorprenderán y nos apresuraremos a copiar y/o a adaptarnos a ellas.
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