A quienes nos corresponde la dura misión de transitar por las ciudades de Barcelona y Puerto La Cruz, sentimos lástima cuando vemos las calles sucias con sus respectivos huecos, las aguas negras desbordadas en cada esquina, el desorden de la buhonería y la ausencia de autoridad para la organización del tránsito, lo cual hace que pasemos por ellas porque no nos queda otro remedio.
Ah, pero eso sí, en cada esquina, cada Alcalde coloca una valla anunciando una supuesta obra de gobierno; pero cuando la buscamos, por supuesto no la encontramos, porque no existe, sólo vemos los huecos y calles sucias e insalubres.
En cada avenida de la zona norte de este Estado, vemos las vallas de las diferentes playas, en donde se ven preciosas, cuidadas y de colores vivos. Pero cuando llegamos a la playa, entrompamos con la realidad: una playa contaminada, descuidada y sin atención al público; en Lecherías, en Playa Boulevard, hay un bote de aguas negras que salen a la playa, donde juegan los niños y a la vista de todos los funcionarios públicos y ciudadanos.
Se llegó al extremo, de colocar una valla por la remodelación de la Catedral de Barcelona, en toda la puerta de la iglesia, acto que choca a la vista de todos y que, gracias a la acción ciudadana que reclamó tal abuso, fue retirada.
Realmente parece algo enfermizo, en lugar de gobernar, coloco vallas y pareciera que gobierno; pero no lo hago, entonces ¿qué hago?, ¿para qué estoy en el poder?, si ello no repercute en beneficio para la ciudadanía.
Este es el resultado del ejercicio personalista del poder, vicio que debemos erradicar de nuestra cultura política. El llamado culto a la personalidad, la adoración y adulación excesiva de un líder carismático y, por lo general, unipersonal, (diccionario google). Se entiende, que se ciega a los seguidores y los aleja de la democracia, a través del cual se practica una ponderación excesiva de los méritos reales del líder, convirtiéndolo en un fetiche. Este actuar es propio de los regímenes totalitarios como: Ayatollah Khomeini, Irán; Idi Amin, Uganda; Yasser Arafat, Palestina; Nicolae Ceausescu, Rumania; Adolfo Hitler, Alemania Nazi; Sadadan Hussin, Irak; Kim II Sung, Corea del Norte; Eva Perón, Argentina; Rafael Trujillo, República Dominicana; Francisco Franco, España; Josif Stalin, Unión Soviética; Muammar Al Gaddafi, Libia; Benito Mussolini, Italia; Mao Zedong, China entre otros. Según el diccionario soviético de filosofía, el Culto a la personalidad es: “El partido comunista se guía por la idea de que la teoría y la práctica del culto a la personalidad, obstaculizan la justa educación de las masas, frenan el crecimiento económico de su iniciativa, debilitan a cada individuo en el sentido de responsabilidad de la cosa común”.
Este ritual revolucionario ha sido evidenciado, en otras oportunidades, por lo grotesco, por políticos de derecha y de izquierda; pero con talante democrático, como son: el político periodista venezolano-español, Iñaki Anasagasti, quien escribió un artículo, en cual denunciaba: “…se trata del edificio de Maraven, anteriormente Shell, ubicado en Chuao, frente al Cubo Negro y que ahora es sede de la Unefa…en la fachada sur…el teniente coronel Chávez mandó colgar una pancarta de 8 ocho pisos de altura…como si fuera un semidiós, líder mundial o reformador del mundo…” y el ilustre abogado y político venezolano, Dr. Humberto Decarli, publicó: “…promover exacerbadamente la figura de un líder, ha sido la característica de los regímenes totalitarios y democracias formales apuntadas por el autoritarismo.
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