Venezuela ha pasado a formar parte del MERCOSUR, en contra de la opinión del sector empresarial de su país. La incorporación a este bloque comercial que ha liderado el Gobierno de Chávez no ha estado exenta de polémica.
Entre los opositores a este proceso se encuentra el presidente de la Federación de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Producción de Venezuela (Fedecámaras), José Luis Betancourt, que ha expresado a los medios su preocupación por el aumento del desempleo y ha criticado al Gobierno de Chávez por no contar con la opinión del sector empresarial. Según Betancourt al Gobierno «le privó más el criterio geopolítico que el económico».
En la misma línea, Noel Álvarez, presidente del Consejo Nacional del Comercio (Consecomercio), piensa que la adhesión al MERCOSUR perjudicará a la industria agrícola local ya que se permitirá el ingreso a Venezuela de productos importados baratos, especialmente los provenientes de Brasil y Argentina, que son dos de los mayores exportadores agrícolas. Álvarez ha subrayado además la «incompatibilidad» entre la economía de Venezuela y los otros miembros integrantes del MERCOSUR, algo que no ocurría, según él, con la Comunidad Andina de Naciones (CAN).
El grupo «400+» de Venezuela, una agrupación formada por ex embajadores y otras personalidades del país, ha emitido un comunicado dirigido a los presidentes del MERCOSUR en el que señalan que Venezuela ingresa en esta organización sin que la Asamblea Nacional lo haya aprobado y sin haber consultado previamente a los diferentes sectores de la sociedad del país. Además preguntan a los presidentes del bloque por las razones para no exigir a Venezuela el acatamiento del ordenamiento jurídico del MERCOSUR en materia de libertad y democracia.
Mientras tanto, en Europa se ve con buenos ojos esta incorporación de Venezuela. Siempre es un alivio para los europeos ver a un Chávez más influenciado y, si cabe, «controlado» por las instituciones internacionales.
La campaña publicitaria desarrollada por el Gobierno venezolano ha sido amplia y ha destacado los supuestos beneficios del ingreso al Mercosur, indicando que sus miembros reúnen alrededor del 75% del Producto Interior Bruto (PIB) de Sudamérica y a unos 250 millones de personas. A su vez, los presidentes de los países socios han alabado los beneficios económicos que traerá a los países del bloque de integración el ingreso de Venezuela, el quinto país del mundo exportador de petróleo.
Entre tantas celebraciones, un exultante Chávez se adelantó a afirmar que «debe llegar el día en que Mercosur tenga una organización de defensa donde vayamos fusionando las fuerzas armadas de nuestros países». Una propuesta exagerada, al fin y al cabo, ya que los dirigentes del Mercosur no han tardado en desmentir dichas afirmaciones.
Caracas ha tenido que rubricar diversos documentos para entrar formalmente en el Mercosur: el Tratado de Asunción, que determina la creación del bloque; el Tratado de Ouro Preto, que crea la Unión Aduanera, y el Protocolo de Olivos, de resolución de controversias.
Aunque el protocolo de adhesión de Venezuela entrará en vigor 30 días después de que los parlamentos de los cinco países lo ratifiquen, las economías de los países integrantes del bloque tendrán tiempo para reajustarse paulatinamente, ya que se ha fijado el año 2010 como plazo para la apertura de los mercados de Argentina y Brasil a Venezuela y 2012 para el acceso del mercado de Venezuela por parte de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Mientras que Paraguay y Uruguay abrirán sus mercados a Venezuela en 2013. Pero además hay excepciones para productos sensibles de cada uno de los cinco países hasta 2014.
A simple vista parece que los grandes ganadores en términos comerciales serán Brasil y Argentina. Los productos agrícolas y ganaderos de Venezuela no tienen capacidad para competir con los de estos dos países. A cambio, el país caribeño se convertiría en la gran fuente petrolífera de sus aliados, pues se calcula que dentro de diez años será el único productor de petróleo en el continente. Sin embargo, esta opción comercial no está dentro de los acuerdos del Mercosur, por lo que los beneficios no están claros para Venezuela, una economía que, en tal caso, deberá desarrollar intensas reformas para situarse a la altura de las circunstancias.
Horizonte incierto en Venezuela
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