En su libro Fuera de la Crisis, y luego en numerosas apariciones personales, el Dr. W. Edwards Deming, alertó sobre la existencia en la cultura organizacional norteamericana de 7 Enfermedades Mortales, cualquiera de las cuales pueden destruir a una Empresa.
Se refería Deming a cinco enfermedades mortales que son comunes en las empresas en todo el mundo, más dos que son típicas de la sociedad norteamericana y que se encuentran enraizadas en sus organizaciones y generan prácticas reñidas con la calidad de producto, con la calidad de servicio, y con la calidad de vida en el trabajo. Son manifestaciones de estilos de gerencia que minan la Motivación Intrínseca de las personas y crean un clima organizacional que acaba con el trabajo en equipo, la alegría en el trabajo, y lleva a las organizaciones a perder la visión de largo plazo; consolidando prácticas gerenciales basadas en el miedo. Ellas son:
1. Falta de Constancia con el Propósito.
2. Énfasis en las Ganancias de Corto Plazo.
3. Evaluación del rendimiento; promover en base a Mérito en el
Trabajo.
4. Rotación Gerencial; Movilidad Laboral.
5. Conducir el negocio en base únicamente a cifras visibles.
6. Costo excesivo de los gastos médicos y de salud.
7. Excesivos gastos legales.
Por nuestra proximidad a Estados Unidos y por la gran cantidad de profesionales venezolanos que se han formado allá, muchas de las prácticas gerenciales norteamericanas han sido importadas y adaptadas al medio venezolano, lo que trajo como consecuencia que aceptáramos la existencia de las 5 primeras Enfermedades Mortales; sin embargo las dos últimas no parecían ser una amenaza enraizada en la cultura organizacional venezolana hasta hace unos pocos años. La devaluación del bolívar y la turbulencia causada por el proceso de cambio han producido transformaciones importantes en nuestra sociedad, que están llevando lo que era un riesgo potencial a ser una muy cercana posibilidad.
En 1986, el costo de los servicios de salud en Estados Unidos representó el 8% de su Producto Territorial Bruto. Para 1995, en solo 9 años, esta cifra había alcanzado el 14% del PTB. En Venezuela, la continuada dolarización de nuestra economía ha llevado a que los servicios médicos y de salud se hayan ido equiparando con la nueva paridad del cambio sin que el ingreso esté permitiendo acceder a esos servicios en una forma efectiva, por lo que el aumento desaforado de los costos de salud ya puede ser considerado otra Enfermedad Mortal que vive entre nosotros.
No es ajeno a este problema el deterioro que ha causado el colapso de instituciones como el Seguro Social, y la indolencia para crear sistemas de seguridad colectivos novedosos que estén en capacidad de cumplir con los
requerimientos de la población.
Por otra parte, Estados Unidos alcanzó en el año 2.000 la cifra de un millón de abogados, sin duda el País con el mayor número de abogados per cápita del mundo. En 1986 el impacto de las demandas judiciales alcanzaron el 2,5% de su Producto Territorial Bruto, cinco veces más que Alemania Occidental y Japón con 0,5% y 4,9% respectivamente. Esta situación ha creado un profundo dilema entre los mismos abogados en el ejercicio de su profesión viéndose en los últimos años que aunque aumenta el número de abogados que se gradúan en las universidades, también está aumentando el número de abogados que dejan la profesión. Una creciente desilusión los está llevando a abandonar su práctica profesional para dedicarse a actividades más cónsonas con sus valores personales. Uno de ellos, Margaret Smith, comenta: “Nosotros los abogados hemos perdido todo el respeto, y nos lo hemos hecho a nosotros mismos.” (Forbes Magazine, Make Lox, not Law, 4 de noviembre de 1996.)
Tradicionalmente en América Latina y en los últimos años muy particularmente en Venezuela, se manifiesta una Octava Enfermedad Mortal: 8. Acoso Gubernamental.
Producto de un inconsciente colectivo que ha enraizado en nuestra cultura desviaciones de toda índole respecto al papel que debe jugar el Estado en la economía: caudillismo, populismo, tráfico de influencias, corrupción, burocracia,
creencias deformadas y otras influencias políticas, los países latinoamericanos se sumen en forma progresiva en el atraso y el subdesarrollo.
Albert Einstein comentó en una oportunidad: “Los significativos problemas que enfrentamos hoy no pueden ser resueltos al mismo nivel de pensamiento que estábamos cuando los creamos.” No es suficiente ver estos problemas solamente desde el punto de vista organizacional.
Las organizaciones están compuestas por personas. Es a través de la gente que realizamos todo, y esta nueva conciencia nos lleva a considerar desde otro punto de vista la interacción de la gente entre sí, de la gente con la empresa, y su desarrollo personal.
Margaret Wheatley, autora del libro Leadership and the New Science, en sus disertaciones sobre el tema del Caos, comenta que no debemos ver el Caos como un Estado de desorganización, sino como un Proceso de Reorganización. La responsabilidad de los líderes es detectar aquellos patrones que nos permitan identificar en qué parte de ese proceso estamos.
Los Principios y Valores fundamentales, aquellos más consecuentes con el espíritu humano, han comenzado a adquirir su verdadera relevancia. La gente está adquiriendo una mayor conciencia de estos principios y valores. Las Organizaciones no han escapado a esta tendencia y en sus Visiones y Misiones organizacionales reflejan la importancia y esencia de los valores éticos y el protagonismo de la gente en los procesos empresariales.
Por eso, las Organizaciones que no tomen conciencia de este paradigma y de los riesgos que están corriendo al aplicar estilos gerenciales que no sean cónsonos con estos principios y valores, están condenadas a declinar y posiblemente desaparecer, no importa lo bien que lo estén haciendo ahora.
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