El carácter retórico de estas ofertas se asemeja a los ofrecimientos de las concursantes en torneos de belleza. Estas jóvenes al ser coronadas prometen trabajar por la paz mundial, luchar contra el sida y las minas anti personas; ayudar en las campañas de información sobre el calentamiento global y salvar la selva amazónica. Olvidar es, desde luego, el primer acto consumado en el reinado de estas señoritas universo.
La trivialidad de la campaña electoral engarza con la liviandad característica de estos concursos de belleza. Pareciera que el debate, al igual que estos certámenes, se encuentra centrado en la personalidad de los candidatos. Sobrevuelan las graves circunstancias que ensombrecen el futuro del país. Los temas son abstractos. El gran logro político es alcanzar la unidad. Ideas, programas y proyectos se congelan para un lejano después.
Con una cierta ingenuidad, es cierto, algunos candidatos organizan su agenda sobre temas estrictamente estadales y municipales. Otros, con malicia, definen su labor como la que desempeñaría “el conserje de la ciudad”: administrar recursos y conservar el patrimonio urbano. No pueden o no quieren comprender que los problemas municipales constituyen expresión de las gravísimas circunstancias que enfrenta el país.
Descentralizar estos mapas mentales es tarea de urgencia. Por ejemplo, en la actualidad se encuentra bajo sospecha la condición federal de estado venezolano. El “paquetazo” faculta al Presidente para designar autoridades regionales, autoridades únicas de áreas y regiones estratégicas de defensa integral. Esta nueva geometría del poder, desde luego, se alzará por encima de gobernadores y alcaldes. Se aspira liquidar las pocas competencias y autonomías adquiridas a través del proceso de descentralización administrativa iniciado en la década de los noventa. En otras palabras, se pretende transformar, ahora si, a los gobernadores y alcaldes en verdaderos “conserjes de la ciudad”.
Son diversos los ejemplos que pudiera ilustrar una agenda electoral regional preñada de temas nacionales. Descentralizar los mapas mentales implica asumirlos desde la perspectiva de la región y el municipio. Me parece que esta podría ser una de las vías para politizar la política de cara a las venideras elecciones.
De lo contrario, al igual que los concursos de belleza, sonrisas breves y llantos profundos será la cosecha inmediata de estas elecciones. Desde luego, existe una interrogante: ¿hacia dónde y quiénes podrán capitalizar la enorme desaprobación ciudadana que pudiera generar estos comicios?
Difíciles los tiempos por venir para la democracia venezolana.
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