“La gran empresa precisa de unas pocas voces, muy independientes, que sean su conciencia, que no estén jamás satisfechas, que digan continuamente que cabe hacer mejor las cosas, pues no debe olvidarse que la gran empresa no puede depender de un individuo, de un pequeño grupo, ni en general, de una personalidad. Necesita una imagen, una visión seria de sí misma, una personalidad corporativa que únicamente se puede constituir estableciendo normas para todo el grupo.”
Peter Drucker
CONSIDERACIONES, COMPROMISOS, RENOVACIÓN
El escenario venezolano cada día manifiesta grandes turbulencias, originadas por la política, por las acciones del actual gobierno del presidente teniente coronel Hugo Chávez quien se ha pronunciado a favor de desarrollar el nuevo Socialismo del siglo XXI. Dichas turbulencias generan cambios que tienen seria incidencia en todos los sectores, incluyendo el que nos concierne, el de las Universidades que no pueden ignorarlos. Todo lo contrario, deben estar atentas a cómo estos cambios inciden en su comportamiento, en su responsabilidad, en la formación de los profesionales que se necesitan para proporcionar los conocimientos requeridos que beneficien al país.
Muchas de las universidades nacionales no pueden quedarse ancladas en el pasado, requieren de renovación en sus acciones, en los cuadros de quienes están encargados de su operatividad; se necesita de otra visión, otro compromiso que interprete cuál debe ser el rol de las universidades en el aquí y en el ahora.
Las universidades no deben estar gerenciadas siempre con los mismo grupos de poder, grupos que durante años se han enquistado en su seno; se debe dar paso a un nuevo talento que sepa interpretar el rol que actualmente necesitan desempeñar las universidades, rescatar el deterioro de la educación, participar más en la solución de problemas nacionales, integrarse con los planes, programas del Estado que beneficien al país en su desarrollo, propiciar cambios.
El profesor Alejandro Llano, señalaba, que tengamos presente, que el tiempo configura las Universidades, pero siempre se corre el riesgo de que las erosione. La cuestión decisiva es si una institución universitaria sabe cómo suscitar y gestionar ‘lo nuevo’: si lo inédito se inscribe en su interno proyecto o es algo que le sobreviene por sorpresa y casi a traición. La idea de Universidad debe entenderse como esencialmente ligada a la emergencia de lo nuevo.
Los cambios que se manifiestan en el escenario nacional, han incidido en el comportamiento de las universidades, que deben mantener avivada su llama de la innovación ante ellos, teniendo presente que cuando las universidades se han olvidado de que la innovación es su más característica señal de identidad, han caído en un academicismo rancio, en una prepotencia orgullosa y hueca, que las ha vaciado de contenido y ha oscurecido su misión, hasta el punto de que han llegado a ser socialmente irrelevantes. Todo lo contrario, nos apunta el profesor Llano, de la Universidad de Navarra, cuando han sabido estar «en el mismo origen de rectos cambios que se dan en la vida de la sociedad», se han situado en la vanguardia de la historia, han estado en la rompiente del conocimiento nuevo, y se han ganado el reconocimiento del liderazgo que les corresponde.
La universidad debe reflexionar de qué manera debe enfrentar los cambios que se generan del entorno donde actúa, a fin de organizarse internamente para que pueda enfrentarlos, apoyar todo aquello que le favorezca y colaborar con la Nación. No puede seguir anclada en su comportamiento tradicional y eternizar a actores que ya desempeñaron su rol; debe darle oportunidad a que aflore un nuevo liderazgo, una nueva generación que interprete el alcance, repercusiones de los cambios y se lleven acabo acciones que aseguren el rol de la universidad ante ellos. Téngase presente la concatenación de tres sentencias de pensadores románticos alemanes. Schiller advertía: «Vive tu siglo, pero no dejes que te convierta en su criatura». Mientras que Goethe apuntaba: «El siglo está avanzado, mas cada uno debe empezar de nuevo». Y, finalmente, Schleiermacher escribió: «Comenzar por el medio es inevitable»
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