El actual escenario económico que caracteriza a Venezuela, ha ocasionado cambios en los hábitos del consumidor que en nada se parecen a los de los países latinoamericanos y de otras latitudes; por lo que los actuales gerentes de marketing, tendrán que ingeniárselas para abordar exitosamente una situación que no es común ni fácil de enfrentar, por las características envueltas en el proceso que vivimos.
Lo primero que hay que destacar, es que los cambios mostrados por el comprador venezolano, se dan en un escenario caracterizado, por:
- La existencia de un Control Cambiario desde el año 2003.
- Los efectos de la nacionalización de áreas estratégicas que ha conllevado a la expropiación de varias empresas privadas a partir del 2007.
- La entrada en vigencia de la Ley de Costos y Precios Justos ejecutada a partir del 1ro. de Abril de 2012 y relanzada como LOPJ en el 2014 que establece un precio máximo en diversos productos, principalmente dentro de la canasta básica y un máximo de ganancia que no supere el 30%.
- Una inflación anualizada de 63,4% al mes de agosto del presente año, pero que toda Venezuela percibe que es mucho más, especialmente en los alimentos de primera necesidad. Situación que por lo demás, prevalece desde aproximadamente 5 años, con niveles de inflación superior a la de nuestro continente.
- Un índice de escasez del 29,4% en el primer trimestre de 2014 (BCV), aupado por la falta de voluntad del Ejecutivo Nacional de alentar la producción interna y acrecentando el auge de importaciones de casi todos los productos, dando lugar al fomento de actividades de corrupción, contrabando, especulación, acaparamiento y otras formas de ineficiencias en el país.
- Una contracción de 22% en las importaciones, (INE), en este año, en comparación con el 2013.
- Un precio del petróleo sustancialmente disminuido, el cual ronda los US$ 72 por barril, mucho menor que el precio promedio del año pasado, como consecuencia una disminución de las reservas internacionales, que no se recuerda en la historia moderna del país.
En fin, la conducta del consumidor actualmente se desarrolla en un marco nada alentador y con un panorama que no ofrece garantías de mejoras.
Ante esa situación, la familia venezolana ha tenido que adaptarse a la presente realidad económica del país, modificando su comportamiento de compra en los últimos años.
La inflación afecta directamente al bolsillo de la población; estimaciones realizadas conducen a afirmar, que la inflación ha deteriorado el poder de compra en términos reales, en aproximadamente un 10%-12% en lo que va de año.
Además de trastocar el bolsillo o presupuesto del consumidor, la inflación afecta también la conducta perceptiva del consumidor, ya que un alza en los precios de los productos, no solo afecta la decisión en cuanto a, si compra o deja de comprar; sino que el medio donde se desenvuelve y sus expectativas racionales, lo incitan a tomar previsiones para el futuro, en la creencia de que le resulten más caros y optan por tanto a adelantar la compra.
Ese tipo de comportamiento del consumidor, a la larga lo perjudica, porque influye negativamente en su poder adquisitivo, su capacidad de ahorro y de su estabilidad presupuestaria; y, aunque no detenga su consumo, ya que en la mayoría de los casos recurre a la tarjeta de crédito, lo cierto es que acrecienta la disminución de su poder de compra.
El desabastecimiento, escasez o restricción de la oferta por cualquier motivo que sea, es otra variable que tiene atormentado a los hogares venezolanos, ya que cuando los productos no se consiguen, las personas reaccionan comprando lo que sus posibilidades y los establecimientos les permitan, acrecentando sus inventarios muchas veces en cantidades que realmente no necesitan, lo que en definitiva ataca el presupuesto; es decir, lo distorsiona, lo disminuye y demás.
Esa alteración que se ocasiona en el presupuesto por efectos de la acumulación de su inventario y en la poca capacidad de ahorro, a la final influye en la demanda de los productos duraderos, ya que como no hay excedentes, los gastos extraordinarios se reducen, quedándole como alternativa, endeudarse con el crédito bancario que, por disponer de tasas de interés subsidiadas y ante el temor de no poder hacer la misma compra a mediano y a largo plazo, acrecienta el uso de las tarjetas de crédito.
Otro efecto negativo de la escasez, es que ha hecho replantear el concepto de fidelidad de marca y otros criterios de calidad en la selección de los productos que se adquieren. De lo que se trata es de comprar lo que esté disponible, sin importar si la vía es ética o no.
En general, como resultado de las acciones de los agentes económicos en el mercado, el comportamiento del consumidor venezolano se ha visto seriamente afectado en los últimos años, entre otras, por dos variables que actualmente distorsionan la economía nacional, como son la inflación y el desabastecimiento.
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