Los jardines botánicos combinan turismo y ecología en nuestras ciudades

Actualmente, en la mayoría de las grandes ciudades, existe un jardín botánico como un espacio destinado a mostrarle al hombre las maravillas del mundo vegetal. Aunque en muchas ocasiones son considerados como lugares donde sólo tienen cabida los científicos y los nombres impronunciables, cada vez es mayor la cantidad de estas instituciones que han entendido, que la educación es una de sus funciones fundamentales y, que para ello, es necesario abrir sus puertas a todo el público que desee acercarse.

El surgimiento de los primeros jardines botánicos, se remonta a 2.800 años antes de Cristo (Trujillo, 1983), cuando el emperador Sheng Ming, en China, disponía de jardines donde se cultivaban plantas con fines medicinales, económicos y recreativos. En Europa, durante el siglo XVI, los jardines botánicos se establecieron, primordialmente, para abastecer de materia prima a los médicos y farmaceutas de la época, así como para la enseñanza de las ciencias, especialmente la botánica. Posteriormente, con la expansión colonial de Europa hacia América, estas organizaciones fueron partícipes de la introducción e intercambio de especies, entre los diferentes países de ambos continentes (Gómez, 1998). Para inicios de los años ´90, las funciones de los jardines botánicos se ampliaron a cuatro grandes aspectos: conservación, investigación, reintroducción de especies y educación (Jackson y Sutherland, 2001), resaltándose que no puede considerarse como jardín botánico, aquel espacio que no mantenga un contacto permanente con el público.

En vista del incremento de los movimientos de la población hacia los ambientes urbanos, los jardines botánicos juegan un rol fundamental en la educación y difusión del conocimiento sobre las especies vegetales, ya que representan, en muchos casos, la única oportunidad que tienen los habitantes de las ciudades, de visitar un espacio natural o seminatural como el que se puede apreciar dentro de ellos. Estas organizaciones se constituyen así, en uno de los puentes que contribuirían a evitar que la población continúe aislada e inconsciente del riesgo que significa, el impacto de sus actividades sobre el ambiente.

Se estima que, anualmente, más de 150 millones de personas visitan los jardines botánicos del mundo (Botanic Gardens Conservation International, 1996), constituyéndose así, en lugares con un gran potencial turístico que se hace necesario aprovechar. En este sentido, los jardines botánicos deben incorporar, dentro de sus labores de conservación y mantenimiento de especies vegetales, a aquellas actividades que les permitan llegar a un público creciente, que demanda información sobre las plantas allí mantenidas y sobre su conservación, así como de lo que pueden hacer para colaborar. Igualmente deben sumar esfuerzos, para atraer a aquellos que no visitan estos espacios.

Para ello, los jardines botánicos deben, en primer lugar, desarrollar una fuerte estrategia de marketing que los haga capaces de comunicar más efectivamente el papel que cumplen dentro de la sociedad, así como identificar los públicos a los cuales deben dirigir su trabajo.

En este sentido, las diversas actividades que pueden desarrollarse deben estar encaminadas, principalmente, a despertar el interés de las personas, tratando en lo posible de involucrarlas con el trabajo conservacionista, que cumple el jardín botánico.

Para ello se puede, entre muchas otras:
– Desarrollar y promover a los jardines botánicos como centros de educación ambiental para las escuelas, a través de la colaboración con los docentes para que dicten sus clases en el jardín, estableciendo lugares de acceso especial para los niños.
– Implementar actividades dirigidas a las comunidades aledañas al jardín, a fin de dar a conocer qué se hace internamente, por qué es importante su labor y qué puede hacer la comunidad para ayudar.
– Elaborar publicaciones periódicas informativas las cuales pueden ser vendidas para recaudar fondos para los proyectos que se desarrollan dentro del jardín.
– Identificar los temas relevantes para las agendas de conservación locales, a fin de incorporarlos dentro de las actividades que se realicen internamente.
– Mantener información en los medios de comunicación, que permita captar el interés de la comunidad local y nacional por las actividades emprendidas dentro del jardín.

Los jardines botánicos no deben seguir considerándose como islas dentro de las ciudades. Su labor debe ser aprovechada, no sólo para la conservación de las especies que albergan, ni para desarrollar investigaciones sobre su comportamiento o reproducción. Estos deben constituirse en espacios de acceso público donde las personas internalicen lo importante que son las plantas en su vida diaria, lo que sucede si no son protegidas, el papel que pueden jugar en su permanencia en el tiempo. Los jardines botánicos pueden conjugar perfectamente turismo y conservación.

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Bibliografía consultada

Botanic Gardens Conservation International (1996). La estrategia de los Jardines Botánicos para la Conservación. Kew, Reino Unido.

Gómez, C. (1998). Modelo de Gestión para los Jardines Botánicos. Fondo Editorial UNELLEZ. Barinas.

Jackson, P. y Sutherland, L. (2001). International Agenda for Botanic Gardens in Conservation. BGCI. Reino Unido.

Trujillo, B. (1983). El Jardín Botánico Regional Tropical. Universidad Central de Venezuela. Maracay.

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