La nación euroasiática pasa a ser el miembro 154 de la OMC
Rusia ha completado recientemente las negociaciones que le permitirán. en un futuro cercano. pasar a ser el socio número 154 de la Organización Mundial de Comercio, OMC. Con esta incorporación -de la cual ya sólo faltan trámites formales- la OMC pasa a tener en su seno a países que, en su totalidad, representan el 94% del comercio mundial. Para poder incorporarse a esta organización internacional, hay que suscribir –y desde luego acatar y respetar- la totalidad de sus acuerdos y convenios. No es posible para un país miembro, plantear reservas sobre algunos de estos acuerdos y aceptar sólo el resto de los mismos. Se trata de un conjunto de acuerdos y tratados que se asume que constituyen una unidad sistémica, que se toma o se deja como un todo.
Hay una extraña paradoja en la organización y en los principios rectores que presiden la OMC. Se asume que los países que la conforman, visualizan que un comercio internacional más libre y abierto -donde las mercancías puedan tener al conjunto del planeta como escenario o como campo de realización- es un escenario donde todos los miembros pueden obtener más beneficios que en un escenario, donde cada país desarrolle y planifique su devenir económico en los estrechos límites de su propio mercado nacional. La liberalización o la apertura creciente del mercado mundial es la meta de la OMC. Sin embargo, el camino hacia esa meta, no pasa por la abolición de todas las trabas o normas que regulen el comercio internacional, sino por la homologación y racionalización de las mismas. De allí entonces, que el mercado internacional se haya convertido, en los 16 años que tiene de existencia la OMC, en un complejo entramado de normas y reglas del juego; pero al mismo tiempo, en un campo donde el intercambio de mercancías entre países avanza a ritmos más acelerados que la propia producción, con lo cual se acrecienta el porcentaje de la producción mundial que se canaliza hacia el mercado externo, en decremento del porcentaje que se vende y se realiza en los mismos mercados, donde las mercancías son producidas. Se trata de un comercio cada vez más libre, pero al mismo tiempo, cada vez más regulado.
Mundo con Normas
Las normas o reglas del juego, pactadas en el seno de la OMC, no constituyen la panacea universal y es indudable que se pueden introducir en ellas una serie de mejoras. Hay muchas aspiraciones de los países en desarrollo, que no han sido tomadas debidamente en cuenta hasta el día de hoy en ese cuerpo normativo. Sin embargo, parece reinar la convicción generalizada de que un mundo con normas o con reglas del juego universalmente aceptadas, es mucho mejor que un mundo sin reglas del juego. En un escenario de esta última naturaleza, los poderosos impondrían sus intereses, sin que los países más débiles tuviesen derecho a apelación, como ya ha sucedido más de una vez a lo largo de la historia. Una de los grandes avances que ha introducido la OMC en el derecho internacional, es la posibilidad de recurrir a los mecanismos establecidos en ella, para efectos de dirimir conflictos entre los países miembros, con los cuales cualquier país que visualice que sus derechos han sido violentados por otro, tiene ahora un foro donde el problema puede ser analizado y donde se toma finalmente una resolución de carácter obligatorio e inapelable. Obviamente, la norma jurídica sobre la base a la cual se juzga y se resuelve, es la establecida en los acuerdos de la propia OMC.
La OMC tiene un mecanismo de toma de decisiones que no es común entre los organismos internacionales. Todas las decisiones se toman por consenso, lo cual se traduce, en última instancia, en que todo país tiene derecho a veto, y en que ningún país puede ser obligado por mayorías circunstanciales a aceptar normativas, que considere perjudiciales para sus particulares intereses. Esto hace lento el proceso de negociación que se necesita para cualquier decisión trascendente, pero asegura al mismo tiempo, que se va construyendo paso a paso un orden económico internacional altamente consensuado.
Entrabada
La OMC se encuentra desde hace años entrabada en el proceso de negociaciones que se ha denominado Ronda Doha, en la cual los países desarrollados y los países en desarrollo, han llegado a posiciones en la cuales ninguna de las partes está dispuesta a ceder.
La incorporación de Rusia completa la presencia en el seno de la OMC de los grandes actores del comercio y de la política contemporánea y la convierte en una institución altamente legitimada, como para seguir siendo el punto focal desde el cual se negocia y se construye un orden comercial cada vez más justo.
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