La crisis económica de los Estados Unidos se esparció como un virus en el mundo; ésta empezó a repercutir en Venezuela, una vez que los países importadores de petróleo asumieron como medida de ahorro de capitales, disminuir la compra de barriles de crudo. En vista de esos acontecimientos que se suscitaron durante este año 2008, lo realmente cierto es que, para el año 2009 tendremos que ajustarnos los cinturones, y esto incluye a TODOS los venezolanos, ya sean oficialistas o de la oposición, ya que esta crisis no distingue sexo, ni color. No se puede confiar en que el precio del crudo, nuestro principal producto de exportación y generador de divisas, si se mantendrá en alto como en tiempos pasados.
El ministro del Poder Popular para la Economía y Finanzas, Alí Rodríguez Araque, presentó hace poco ante la Asamblea Nacional, el Proyecto de Ley de Presupuesto Nacional para el año 2009, el Proyecto de Ley de Endeudamiento y el Plan Operativo Anual; confirmando que este año, a pesar de la crisis mundial, Venezuela crecerá económicamente un 6% del producto interno bruto, (PIB).
El presupuesto programado para el próximo año es un 22,9 por ciento superior al aprobado para este año, de 137.500 millones de bolívares fuertes, (63.953 millones de dólares). Es preciso resaltar que, hasta septiembre pasado, el gasto del Gobierno llegó a 175.900 millones de bolívares fuertes, (81.813 millones de dólares), gracias a la aprobación legislativa de más de 130 créditos adicionales.
Es curioso que el presupuesto del año 2008 se hiciera sobre la base a un cálculo del precio del barril de crudo en 35 dólares, mientras que el promedio del año alcanza 103,3 dólares; y en la cuenta de 2009, el barril de crudo se calculó en 60 dólares, precio que estaría sujeto a cambio y bajo las reglas del juego, impuestas por la OPEP. De no mantenerse ese nivel de precio, el Gobierno estaría más que dispuesto a seguir pidiendo créditos adicionales.
El país acumula cinco años consecutivos de crecimiento, sustentados en los altos precios internacionales del crudo; pero, al mismo tiempo alcanzó en el 2007, la inflación más alta del continente -un 22,5 por ciento- y terminó con un desempleo del 8,3 por ciento. Por otra parte, el elevado gasto público aunado a la política de nacionalizaciones, de precios y controles a productores venezolanos que reducen la inversión y la oferta de alimentos y otros bienes necesarios, causan los desabastecimientos que día a día padecen los venezolanos y que a pesar del esfuerzo del Gobierno, aún persiste la ausencia de muchos productos en los anaqueles de los distintos mercados y supermercados a lo largo y ancho del país.
No es extraño entonces que la inflación llegue al 25% anual, que las distorsiones cambiarias incentiven una fuga de capitales importante, que la inversión productiva esté en muy bajos niveles y que las previsiones para la cuenta corriente de la Balanza de Pagos pasen de superávit elevados en los últimos años, (debidos a los precios del crudo), a déficit a partir de fines de 2008, y a crecimiento de la deuda externa. Se tendrá entonces que acudir a los que proveen fondos, y éstos muy probablemente serán poco generosos a menos que se hagan los cambios básicos necesarios para asegurar su repago.
Esos cambios serían: subir el precio del combustible, devaluar la moneda, reducir el gasto público y eliminar controles de precios a muchos productos incluyendo la tasa de cambio. Es decir, hacer todo lo contrario a la política que el gobierno defiende y cuyo primer impacto sería aumentar la inflación, ejercicio tremendamente impopular y costoso desde el punto de vista político. Esto tendrá impacto mayor para la crisis en el 2009. ¡Pero si el precio del petróleo llega a US$ 140 por barril y se estabiliza, el efecto de la crisis pasará con consecuencias menos graves!
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