Las llamadas Metas del Milenio son un conjunto de metas que estableció la comunidad internacional a ser alcanzadas en el año 2015, entre las cuales se encuentran las siguientes: reducir la pobreza extrema y el hambre, lograr la enseñanza primaria universal, lograr la igualdad de genero, reducir la mortalidad infantil, mejorar la salud materna, combatir el Sida y el paludismo, garantizar la sustentabilidad del medio ambiente.
Si analizamos la primera de ellas, la reducción de la pobreza extrema, no podemos menos que visualizar que la forma de medir la pobreza y la pobreza extrema es una cuestión fundamental para ver la medida en que esa meta se está cumpliendo.
Internacionalmente, la forma mas convencional de medir la pobreza extrema es por la vía de fijar un ingreso de un dólar diario per cápita como la frontera entre los que son sencillamente pobres y los que son extremadamente pobres. Una vez aceptada esa definición, se requiere de algún consenso respecto a que tipo de dólares se va a utilizar para efectos de la medición correspondiente. En una economía como la venezolana, que tiene un intrincado sistema de cambios, un ingreso de un dólar diario puede entenderse como un ingreso de 2,6 bolívares, o de 4,3 bolívares, o de 5,3 bolívares, según el patrón que tome quien hace las estadísticas. El otro problema que se genera al aceptar la definición de pobreza y de extrema pobreza que hemos mencionado es el relacionado con la medición del ingreso. Además del ingreso monetario que recibe quien desarrolla una actividad laboral, existen otros ingresos tales como becas, pensiones, jubilaciones, subsidios en dinero o en especies, ingresos por concepto de alquileres o de intereses, etc. Todos esos ingresos deben se computados o imputados para efectos de calcular el ingreso de la familia.
LA MEDICIÓN DEL INE
Venezuela, a través de su organismo especializado en estadísticas sociales, demográficas y económicas que es el Instituto Nacional de Estadísticas, INE, adopta una definición de pobreza que difiere de la mencionada anteriormente, y que tiene los siguientes elementos: aquellas familia de 5 miembros, que reciban un ingreso total inferior al costo de una cierta canasta básica que incluye alimentos y otros bienes y servicios básicos- se consideran pobres. Esa es la línea de pobreza. Aquella familia que reciba un ingreso familiar total inferior a los costos necesarios para adquirir una canasta que solo incluye alimentos, -pero que permite alimentar a cinco personas con 2200 calorías diarias -es considerada en situación de extrema pobreza. Esa es la línea de extrema pobreza. Obviamente, en el centro del análisis sobre si la pobreza ha aumentado o disminuido se encuentra la medición de esa canasta alimentaria y esa canasta básica.
LA CANASTA ALIMENTARIA
Según el INE, para marzo del presente año, la canasta alimentaria -es decir, los alimentos necesarios para alimentar a una familia de 5 componentes durante un mes– tenía un costo de 1.056,73 bolívares fuertes. En otras palabras, si el promedio de ingreso de esa familia es de 211 bolívares per cápita al mes, o más bajo, entonces sus miembros son considerados extremadamente pobres.
Si alguien argumentase que con 7 bolívares al día nadie logra adquirir en los mercados nacionales los alimentos necesarios como para proveerse 2200 calorías diarias, entonces su argumento se traduce, técnicamente, en que hay que subir la línea de pobreza extrema, o la línea alimentaria. Subirla, por ejemplo, al doble; es decir, a 14 bolívares diarios por persona, con lo cual sigue siendo difícil que una persona pueda sobrevivir, pero seria un poco más realista. Pero esa alza implicaría que muchas más personas caerían dentro de la línea de extrema pobreza -habrían muchos más ciudadanos que oficialmente serian extremadamente pobres en el país- lo cual puede no ser bueno para la imagen internacional del país y del Gobierno correspondiente.
CIFRAS “CONVENIENTES”
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El Gobierno, y su organismo estadístico, el INE en nuestro caso, tienen en sus manos definir la línea de pobreza y la línea de extrema pobreza, y con eso prácticamente determinar la cantidad de ciudadanos pobres y de extremadamente pobres que existan en el país. Y lo hacen, obviamente, de acuerdo a sus necesidades mediáticas y publicitarias. Esas estadísticas, mientras no se hagan basadas en cálculos y en definiciones suficientemente consensuadas, y por organismos técnicos que merezcan la máxima confianza nacional, carecen de toda seriedad.
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