O cambiamos, … o el hambre hará estragos

El 80% de los alimentos que produce el país se producen en la época de invierno. La actividad de generar alimentos, además, de ser de naturaleza económica, lo es también biológica.

 Las plantas para crecer, florecer y fructificar requieren alimentarse y ellas no comen del suelo, sino de solución y sales del suelo, para lo cual es imprescindible la presencia de humedad. Por ciclo agrícola de invierno se conoce el proceso de siembra que arranca a mediados de abril por Barinas, mayo en portuguesa y junio en Guárico aprovechando el régimen pluviométrico de cada región. Claro, previamente los agricultores deben realizar  numerosas actividades y disponer en sus predios parte importante de los denominados agroinsumos. Nos referimos a labores relacionadas con la preparación del área donde se va a sembrar, disponer de la semilla certificada, fertilizantes para garantizar niveles de productividad que hagan viable económicamente el cultivo, así como insecticidas, fungicidas y herbicidas que combatan plagas y enfermedades que desde muy temprano atacan al rubro en cuestión.

¿Cual es el punto?: simple. Prácticamente con nada de lo anterior cuentan nuestros productores a escasos 35 días de comenzar el ciclo de siembra responsable de la casi totalidad de nuestra producción de alimentos. Peor aún: Maduro, quien de facto ejerce la parte del poder ejecutivo que tiene potestad de definir políticas publicas respecto al sector agroalimentario no tiene ninguna capacidad real de instrumentar las opciones de política que resuelvan la crítica situación y, tal circunstancia se sucede en un contexto signado por un estado de subalimentacion crónica que padecen los venezolanos que se expresa en un déficit energético y proteico de 48% y 55%, respectivamente, a noviembre de 2018.

¿Que decimos? que la abrupta caída que de seguro se observará en el sector productor de alimentos este año ocurre en medio de una sucesión de crecimientos negativos de la producción interna, que aunado al descenso estrepitoso habido en las importaciones agrícolas dibuja un tétrico cuadro de cuerpos famélicos y niños desnutridos, vergüenza y oprobio del país más pésimamente administrado en las Américas.

¿Que esperar, en concreto, este 2019 en materia de alimentación-nutrición?
La respuesta depende de lo que suceda en relación a la grave crisis política que nos afecta. Sea que Maduro se mantenga en el ejercicio del poder, escenario de casi nula probabilidad, o que Juan Guaido, muy pronto inicie formalmente el periodo de transición hacia la democracia, el elemento base a partir del cuál se proyectaría lo que posiblemente suceda éste año en materia de alimentación lo constituye lo vivido el año pasado respecto a tan vital necesidad.

… El 2018.
Para un extenso número de rubros, 20 en total, que representan poco más del 95% de lo que consumimos y, de ellos, los que  producimos, basados en las estimaciones de producción de los propios productores agrícolas, el año anterior generamos unas 2,9 millones de toneladas de alimentos; por otra parte, se importaron USD 3,3 mil millones en bienes agrícolas, básicamente de productos calóricos baratos, por lo cuál estimamos que se dispuso de un total de oferta alimentaria de unos 6,5 millones de toneladas, tanto de bienes finales como no elaborados. Lo que significa un déficit de 48% , puesto que la disponibilidad total debió ubicarse en unos 12,3 millones de toneladas. Ahora bien, dado la cercanía del ciclo invierno, a lo cual se suma la imperiosa necesidad de realizar ingentes importaciones de bienes acabados, maquinaria, implementos y repuestos para los productores y materia prima, equipos y repuestos para la agroindustria, púes el factor restrictivo de mayor peso relativo para restituirle el consumo energético y de nutrientes al venezolano lo representa la disponibilidad de divisas fuertes, léase dólares americanos.

¿De cuantos USD hablamos?

Recientemente realice un ejercicio para la Comisión Técnica Nacional que esta elaborando el Plan País Agroalimentario, de la cual soy miembro, determinando que para los 20 alimentos que mas consumimos los venezolanos y asumiendo que este 2019 aumentemos la producción física de  ellos -excepto trigo-  en 66% respecto a 2018, una tasa muy alta de crecimiento, aún así, el país debía importar USD 6800 millones en productos, maquinas y repuestos a fin de garantizarnos una ingesta calórica de unos 2150 kcal/pc/día. Ahora, USD 6800 este año en importaciones agrícolas representa el 80 % de nuestras Reservas Internacionales actuales. Naturalmente si se pierde el ciclo invierno de este año -ya buena parte está perdido-, pues  cae el alto nivel de producción que nos planteamos como hipótesis, teniendo entonces que importar más, si queremos mantener el consumo energético y de nutrientes propuesto, implicando gastar más en importaciones que la cantidad arriba señalada.


 Llegado a este punto, la pregunta es: ¿Maduro es garantía de entrada al país de recursos financieros, o todo lo contrario?, ¿y, en esa misma dirección, qué posibilidades tiene Guaido de obtener recursos de la comunidad financiera internacional? Si, para contar con un mínimo de disponibilidad alimentaria u oferta de comida para el resto del año requerimos erogar unos USD 7 mil millones, entonces, ¿que pasará si Maduro permanece en Miraflores? Y, ¿como cambia tal circunstancia si Juan Guaido se convierte en Presidente encargado de derecho y de hecho de Venezuela?

Examinemos primeramente el escenario que Maduro permanezca en el poder. Los tres elementos claves en este caso son:
  * El colapso de PDVSA que la ha llevado a producir apenas 1 millón de BD, de los cuales sólo 600 mil generan flujo de caja, efectivo, púes. 

* La negativa de la Comunidad Financiera Internacional a aprobar recursos al régimen por asuntos asociados a los Derechos Humanos y a ausencia de democracia. 

* El reciente bloqueo de los EEUU a PDVSA, lo que le impide a la petrolera estatal vender y cobrar crudos y productos en el mercado norteamericano, y también producir igual nivel de petróleo al prohibir a empresas norteamericanas la venta de nafta y diluentes a la estatal nacional, insumos indispensables para la producción de crudos pesados, además, haciéndole muy difícil esas mismas operaciones en el resto del mundo, por cuanto empresa que lo haga se expone a severas restricciones de parte -y, en – la meca económica y financiera del mundo.En conclusión: no es posible contar con recursos que permitan un stock de importaciones agrícolas con el actual orden de cosas, salvo las muy exiguas Reservas Internacionales y las escasas entradas por vía de la explotación del Arco Minero.Si a noviembre de 2018 los venezolanos consumimos 1300 kcal/pc/día -debiéramos consumir 2500 kcal/pc/dia-  con Maduro en Miraflores la proyección de ese vital indicador para 2019 es descender aún más, con desastrosas consecuencias para la salud y la convivencia social de los venezolanos. 

El otro escenario, es decir, que se produzca un cambio político en el país dando inicio formal a la tan necesaria transición la cual culminaría con un proceso electoral libre y transparente, cuyo Presidente que resulte electo terminaría el actual periodo constitucional en 2025 implicaría, exactamente todo lo contrario respecto a los tres aspectos claves señalados anteriormente.Se iniciaría la reconstrucción de PDVSA, contaríamos con un adecuado financiamiento internacional y la inversión extranjera regresaría al país al contar con seguridad jurídica, patrimonial y personal. En este contexto, el Sector Agropecuario tendría un lugar muy destacado en la nueva estrategia de desarrollo y, claro en el corto plazo, sobre la base de la ayuda humanitaria, importaciones y producción interna recuperaríamos los niveles adecuados de consumo de energía y nutrientes.

Sobre este último particular volveremos en una próxima entrega.