Más de 300 mil venezolanos han atravesado en las últimas tres semanas las fronteras terrestres con Colombia. Es una cantidad muy pequeña de ellos los que van meramente a pasear. La inmensa mayoría lo hace con fines de abastecimiento comercial, es decir, para comprar en Colombia lo que no se puede comprar en Venezuela, o para comprar allá aquellas mercancías que resultan más baratas que acá. Pero para pagar sus compras ellos no llevan dólares, ni pesos colombianos. Compran lo que necesitan comprar y pagan con bolívares. ¿Qué sucede posteriormente con esos bolívares? ¿En qué manos quedan? ¿Qué se hace con ellos?
Es altamente probable que esos bolívares – que no son pocos, dada la cantidad de gente que protagoniza ese proceso de compra – pasen de una a otra mano – dentro de Cúcuta o de otras ciudades fronterizas – pero esa cadena no puede llegar muy lejos. Seguramente un comerciante minorista puede pagarle con bolívares a un comerciante mayorista en la misma ciudad de Cúcuta, o quizás a un camionero, o a un taxista. Pero más temprano que tarde el colombiano medio tratará de deshacerse de esos bolívares, y seguir comprando, vendiendo y viviendo en pesos colombianos. El bolívar no se convierte en moneda de cambio corriente en Cúcuta ni en ningún otro lugar de Colombia, y nadie quiere tampoco acumular riqueza bajo esa forma, pues con una inflación de 500 % en su país de origen, esos billetes pierden valor minuto a minuto.
Esos bolívares en el lado colombiano ya han jugado, hasta ahí, un importante papel: han incrementado las exportaciones colombianas, han revitalizado la economía y el comercio de Cúcuta y de otras ciudades fronterizas, y han ayudado a reducir las necesidades sociales, familiares e incluso medicinales de miles de habitantes del Táchira. Pero esos bolívares no pueden quedarse eternamente en el lado colombiano de la frontera.
Lo más probable es que después de algunas pocas operaciones de cambio ese dinero venezolano llegue a manos de alguien que por algún motivo, digno de analizarse, se interese en acumular transitoriamente bolívares. Más aun, ese alguien paga pesos colombianos para poseer esos bolívares. También puede suceder que esos bolívares pasen por las manos de alguna casa de cambios, pero tampoco allí pueden quedarse mucho tiempo, por las razones ya mencionadas. Por lo tanto, esos bolívares tienen al poco andar que llegar a manos de alguien en Colombia que les pueda dar algún destino útil. Ese destino útil solo puede tener lugar en Venezuela.
Si esos bolívares logran volver a Venezuela – por algún camino verde o de cualquier otro color – entonces podrán en este país servir para comprar mercancías, o para comprar activos, o para comprar servicios. Veamos. Solo comprarán mercancías si ellas se pueden llevar a Colombia a través de algún mecanismo. Como el transito normal y fluido de camiones o de transporte de carga está prohibido, solo se comprarán mercancías en el lado venezolano si se pueden llevar de contrabando hacia el lado colombiano. ¿Se puede? Quizás sí, o quizás no, pero es una posibilidad. Uno de los motivos que se mencionó en su momento para cerrar la frontera era detener ese proceso de contrabando. ¿Se logró ese objetivo?
La otra posibilidad es que los ciudadanos colombianos en cuyas manos se terminan concentrando los bolívares compren con ellos, en Venezuela, departamentos, casas, tierras, vehículos, acciones de empresas, resort, etc. Es decir, bienes físicos o activos financieros, con los cuales fortalecer su presencia, sus vínculos, sus contactos y su poder en Venezuela. Quizás es esa una faceta poco desarrollada de la integración binacional. Puede ser.
Una tercera opción es que esos bolívares lleguen a manos de quienes realizan en tierra venezolana actividades no enteramente permitidas por la ley, tales como el sostenimiento o abastecimiento de tropas irregulares, el tráfico de armas o de drogas, el pago de colaboradores, la retribución por favores recibidos, etc. Es posible teóricamente que todo o parte de estas actividades suceda. No es posible asegurarlo. Pero es una posibilidad. También ese tipo de actividades se mencionó en algún momento como razón para cerrar la frontera. ¿Se logró ese objetivo? Las causas de esos fenómenos son muchas y muy complejas, pero las condiciones económicas y financieras que las hacen posible parece que no se han eliminado del todo.
En condiciones normales – o en el común de las fronteras – esos bolívares se traducirían en compra de mercancías que Venezuela esté en condiciones de exportar hacia Colombia, lo cual se traduciría, a su vez, en incremento de la producción, del empleo y del ingreso en el territorio venezolano. Esas mercancías pasarían la frontera en condiciones totalmente normales y legales. Se trataría, sin lugar a dudas, del comercio más normal, más universalmente utilizado y más beneficioso concebible entre dos países fronterizos. Pero como eso no se puede hacer, entonces los miles de bolívares que llevan a Colombia los miles de venezolanos que cruzan la frontera, tienen que buscar otros mecanismos para terminar siendo útiles a sus nuevos dueños. Y todo eso ¿para qué?
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