Es muy cierto como cita guiadepsicologia.com, cuando hablamos de autoestima nos referimos a la valoración afectiva que hacemos de nosotros mismos. Podemos considerar que somos personas valiosas, inteligentes y con muchas cosas que aportar o por el contrario, puede que consideremos que no valemos para nada, que no nos merecemos nada e incluso podemos pensar que nadie nos querría si realmente nos conociera. En este último caso, tendremos una baja autoestima que va a condicionar de forma muy importante nuestro día a día.
Al respecto, Verónica García, nos recuerda, que todos tenemos en el interior sentimientos no resueltos, aunque no siempre seamos conscientes de estos. Los sentimientos ocultos de dolor suelen convertirse en enojo, y con el tiempo volvemos el enojo contra nosotros mismos, dando así lugar a la depresión. Estos sentimientos pueden asumir muchas formas: odiarnos a nosotros mismos, ataques de ansiedad, repentinos cambios de humor, culpas, reacciones exageradas, hipersensibilidad, encontrar el lado negativo en situaciones positivas o sentirse impotentes y autodestructivos.
Cuando una persona no logra ser auténtica, se le originan los mayores sufrimientos, tales como, enfermedades psicológicas, la depresión, las neurosis y ciertos rasgos que pueden no llegar a ser patológicos* pero crean una serie de insatisfacciones y situaciones de dolor, como por ejemplo, timidez, vergüenza, temores, trastornos psicosomáticos*.
La autoestima es importante, porque es nuestra manera de percibirnos y valorarnos, como así también moldea nuestras vidas. Una persona que no tiene confianza en sí misma, ni en sus propias posibilidades, puede que sea por experiencias que así se lo han hecho sentir o por mensajes de confirmación o desconfirmación que son trasmitidos por personas importantes en la vida de ésta, que la alientan o la denigran.
Otra de las causas por las cuales las personas llegan a desvalorizarse, es por la comparación con los demás, destacando de éstos las virtudes en las que son superiores, por ejemplo: sienten que no llegan a los rendimientos que otros alcanzan; creen que su existencia no tiene una finalidad, un sentido y se sienten incapaces de otorgárselo; sus seres significativos los descalifican y la existencia se reduce a la de un ser casi sin ser. No llegan a comprender que todas las personas son diferentes, únicas e irrepetibles, por lo que se consideran menos que los demás.
Recuérdese, que la persona, va creciendo y formando su personalidad dentro del ambiente familiar, que es el principal factor que influye en la formación de la misma, ya que le incorpora a ésta los valores, reglas y costumbres que a veces suelen ser contraproducentes. Algunos de los aspectos ya mencionados son incorporados, a la familia, por medio del «modelo» que la sociedad nos presenta, y éste es asimilado por todos los grupos sociales. Pero, la personalidad de cada uno, no sólo se forma a través de la familia, sino también, con lo que ésta cree que los demás piensan de ella y con lo que piensa de sí misma, al salir de este ambiente y relacionarse con personas de otro grupo diferente.
Tómese en cuenta los síntoma de la baja autoestima a saber:
• Baja de la autoestima.
• Abandono.
• Melancolia.
• Tristeza.
• Neurosis.
• Psicosis.
• Ideación de suicidio.
Síntomas:
• Irritabilidad.
• Cinismo.
• Aburrimiento.
• Perdida del idealismo.
• Frustración.
• Incompetencia.
• Autovaloración negativa.
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Considere lo que señala sitiosargentina.com.ar, que las personas con baja autoestima viven insatisfechos con ellos mismos porque su autocrítica está exacerbada y tienen una actitud negativa con todo lo que para ellos pueda resultar enriquecedor. No pueden ver las cosas buenas o las cosas valiosas que tienen y ponen todo en la misma bolsa.
“No se sienten merecedores, se privan de todo, y así se pierden el placer de disfrutar de las cosas, actúan como si no les correspondiera – explica la Licenciada en psicología Silvia Maldonado, de la Fundación CIAP-. Por ejemplo, te pueden felicitar porque te vas de vacaciones y disfrutar con vos, pero no se les ocurre ni pensar que ellos mismos podrían tomarse unos días. No se sienten valiosos y se pierden de sentir que son importantes para otras personas y de pelear por sus derechos, porque es como si no se sintieran con derechos”.
Este estado de constante insatisfacción influye en todos los aspectos de la vida del que no se quiere, quien termina experimentando una indecisión crónica. “No quedan satisfechos ni siquiera con las decisiones que toman- dice Maldonado-. Siempre les queda picando eso que pudiera haber sido, si hubieran elegido otra cosa”.
Su tendencia hacia el perfeccionismo extremo los lleva a la inacción porque no encuentran la razón o no se sienten motivados a encarar nuevas metas.“Las inhibiciones, el sentido de culpa y las exigencias, muchas veces, impiden nuestro desarrollo – afirma la Licenciada en psicología Marta Fabbro, del Centro de Investigación y Asesoramiento en Psicología, (Fundación CIAP)-. Es importante que cuando juzguemos nuestras propias acciones sepamos discernir si en realidad no estaremos siendo demasiado severos. Debemos darnos cuenta que algunas cosas nos salen mal y fueron un ensayo que habremos de mejorar y otras quizás no fueron tan equivocadas como pensamos”.
guiadepsicologia.com nos indica además, que el requisito para mejorar nuestra autoestima es dejar de criticarnos a nosotros mismos. Es importante que identifiquemos los pensamientos del tipo: «soy inútil, «soy feo», «todo lo hago mal», «me doy asco», «si la gente me conociera de verdad, no me querría», etc. Cada vez que pensamos así, estamos maltratando duramente a nuestra autoestima. Cuando “pillemos” un pensamiento de este tipo tenemos que tratar de valorar de una forma más positiva la situación y cambiar este pensamiento por uno más racional, menos radical.
Un ejemplo:
Sofía acaba de entregar un proyecto a su jefe después de dos meses trabajando en él, y éste, lo hojea por encima y le dice que tiene que cambiar un par de cosas y que se lo entregue al día siguiente. Entonces Sofía piensa: «si es que todo lo hago mal, dos meses y mi trabajo no sirve, no sé ni cómo me mantienen trabajando aquí…»
Aquí Sofía podría valorar otras posibilidades, como por ejemplo: «Genial, con lo exigente que es mi jefe sólo me ha pedido dos cambios tontos, eso es que le ha gustado». U, otra posibilidad: «vaya, se me había olvidado ponerlo así, bueno, será un cambio rápido y mañana lo tengo listo.»
En fin, según la situación y la persona caben muchas posibilidades, pero estas no dejan de ser reales, sino que son más racionales. Si ponemos esto en práctica de forma intencional, con el tiempo será automático y nuestra alta autoestima nos ayudará a ser más positivos y, como no, más felices.
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